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al dolor de la represión. [Véase La represión, 1915].

      El tema del «aprendizaje por la experiencia biológica» reaparece con frecuencia en la tercera parte.

      Este tema es considerado más ampliamente en la tercera parte.

      La catexis constante de energía, la función de inhibir o diferir ciertas descargas y la conexión con el proceso secundario, son también otros tantos atributos de la «organización yoica», tal como Freud aplica este término en su teoría estructural. Véase El «yo» y el «ello» (1923), y otras obras ulteriores.

      [TRADUCTOR]: Homburger Erikson (1955, pág. 7) dice respecto de este pasaje: «Freud no es, ciertamente, el primero que se refirió a un yo. Pero lo que asombra es encontrar en medio de esta exposición mecanicista una referencia al yo como ‘una organización’, ‘un grupo de neuronas que retiene una catexis constante’ y que así ‘forman parte del dominio del yo’. Es evidente que el concepto de vías de facilitación es sustituido y superado aquí por un concepto de campo».

      A mi juicio, todo este capítulo -y en particular su primer párrafo- es el pilar más sólido en todo este trabajo, tan pletórico de proyecciones al futuro, para tender un puente hacia la más reciente psicología dinámica. En lo que se refiere particularmente a este párrafo, no pienso tanto en el concepto de campo de la psicología de la forma (K. Lewin), sino más bien en las propiedades cámpicas de los circuitos de realimentación en el esquema neuronal de Lorente de Nó, desarrolladas por McCulloch y otros.

      La función de la atención será considerada más detalladamente en la tercera parte.

      En las líneas que siguen se encuentra la primerísima formulación de una idea a la que Freud dio múltiples versiones, siendo la última la de que la «prueba de realidad» es una función del «yo». Otras formulaciones anteriores, que siguen inmediatamente a la asentada en este Proyecto, se hallan en La interpretación de los sueños y en Formulaciones sobre los dos principios del suceder psíquico.

      A fin de compararla con los pasajes precedentes, cabe insertar aquí la siguiente cita de La interpretación de los sueños: «Una corriente de esta especie en el aparato [psíquico], que parte del displacer y tiende hacia el placer, constituye lo que denominamos un «deseo»… El primer deseo bien puede haber consistido en la catectización alucinatoria del recuerdo de la satisfacción… Unicamente insisto en la noción de que la actividad del primero de los sistemas y está orientada hacia la libre derivación de las cantidades de excitación, mientras que el segundo sistema, por medio de las catexis que de él emanan, logra inhibir esa derivación y llevar la catexis a un estado quiescente, elevando al mismo tiempo su nivel. Admito, pues, que la descarga de excitación es gobernada, bajo el dominio del segundo sistema, por condiciones mecánicas totalmente distintas a las que actúan bajo el dominio del primer sistema. Una vez que el segundo sistema ha concluido su actividad cogitativa exploradora levanta también la inhibición y la acumulación de las excitaciones, permitiendo su derivación hacia la motilidad».

      Los temas tratados en este capítulo y en los dos siguientes se hallarán expuestos con mayor amplitud en la tercera parte. [I.]

      Con respecto al presente pasaje y al que le sigue, consúltese una de las formulaciones ulteriores que Freud dio a este extenso grupo de problemas: «Así, el primero y más inmediato fin de la prueba de realidad no es el de descubrir en la percepción real un objeto correspondiente a lo imaginado, sino el de redescubrir tal objeto, el de convencerse de que todavía subsiste. La diferenciación entre lo subjetivo y lo objetivo es aún exacerbada por otra facultad del pensamiento. La reproducción de la percepción en la imaginación no es siempre su repetición fiel, sino que puede ser modificada por omisiones o por la fusión de distintos elementos. La prueba de realidad ha de verificar entonces el alcance de esas deformaciones. Es evidente, empero, que una condición esencial para el establecimiento de la prueba de realidad es la de que se hayan perdido objetos que procuraron otrora satisfacciones reales». [La negación, 1925]. La conexión con una relación objetal pretérita y precoz, establecida en la última sentencia de esta cita, a menudo sólo aparece implícita en las formulaciones del Proyecto; pero el ejemplo empleado por Freud para exponer el establecimiento de una identidad entre la representación [la imagen] y lo representado [lo imaginado] es la representación que el lactante tiene del pecho paterno.

      Consúltense formulaciones muy similares sobre la adjudicación en el trabajo de Freud sobre La negación [1925].

      En la versión inglesa dice: (Q). [(Nota del T.)].

      La palabra alemana erkennen puede corresponder a la castellana «reconocer» o a las dos primeras acepciones de «conocer» en el diccionario de Lalande, es decir, al acto cogitativo que pone un objeto y al que penetra en él, pero no al resultado de dicho acto ni a su concreción en un estado. La traducción que aquí he dado obedece a la subsistencia de una duda apenas disipada por mi opinión de que la voz alemana se refiere a la aprehensión cognoscitiva de la imagen mnemónica, más su individualización entre muchas cosas. Es significativo que el traductor inglés no haya puesto know ni recognize, sino cognize, aclarando, entre paréntesis: to get to know. [(Nota del T.)]

      Estas reflexiones sobre las raíces de nuestra comprensión de los actos expresivos ajenos nunca fueron adecuadamente proseguidas en las obras ulteriores de Freud. Un pasaje de su libro sobre el chiste [1905] aplica la hipótesis de que el recuerdo del propio gasto de inervación es el que permite comprender la mímica y los ademanes del prójimo. Las investigaciones más recientes sobre el «esquema corporal» arrojan nueva luz sobre las ideas de Freud formuladas en este Proyecto. Consúltese, al respecto, Schilder [1942]. [En cuanto a la relación entre los primeros contactos corporales y la identificación, véase Kris, 1951. I.].

      Así en el manuscrito original. Erróneamente impreso verarbeitende («elaboradora») en la edición alemana de 1950. [I.]

      Mitleidswert, en alemán. James Strachey pone sympathetic value en la versión inglesa, a mi juicio equivocadamente. Max Scheler, que ha descripto mejor la fenoménica del syn-pathos, divide los Mitgefühle (simpatías, en el sentido griego del prefijo; es decir, con-patías, compasiones) en Mitfreude y Mitleid, que prefiero traducir por «congratulación» y «conmiseración». [(Nota del T.)]

      Este término es explicado en la tercera parte, donde se prosigue la consideración de todo este tema. [I.]

      Este problema será considerado más ampliamente en la tercera parte.

      Lo que Freud describe aquí como «interés cogitativo» parece ser lo mismo que en la próxima sentencia se denomina «atención», así como en la tercera parte donde este tema se halla expuesto con mayor detenimiento.

      Respecto de lo que sigue, consúltese La interpretación de los sueños. Parecería que Freud hubiese olvidado el descubrimiento, expuesto aquí, de la «analogía» entre los procesos oníricos y los mecanismos psiconeuróticos, y que no la redescubrió sino a comienzos de 1899 [en la carta núm. 105, del 19-2-99].

      Así en el manuscrito, pero erróneamente impreso como «cantidad» en la edición alemana de 1950. [I.]

      El siguiente primer intento de exponer una teoría de los sueños es fragmentario en tantos puntos esenciales, que difícilmente merece la pena compararlo detalladamente con las hipótesis desarrolladas en La interpretación de los sueños. Advertimos que Freud abordó el estudio de los sueños desde dos direcciones: sus intentos de dilucidar la índole del aparato psíquico le facultan para comprender los mecanismos generales de la formación onírica; pero fue sólo el análisis de sus propios sueños -y la experiencia concreta de su autoanálisis-lo que le permitió dar el paso adelante que había de conducirle desde la concepción expresada en este Proyecto a la que anima la obra arriba citada.

      Este punto fue recalcado por Freud en el curso de una larga nota al pie de la historia clínica de Emmy von N., fechada en mayo 15 e incluida en los Estudios sobre la histeria [1895]. Se refiere al mismo tema en La interpretación de los sueños, cap. V, a) [1900].

      Freud recurrió a estos ejemplos en La interpretación de los sueños, donde los explica atribuyéndolos al

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