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enseñar matemáticas dentro de la mentalidad de crecimiento con mis estudiantes graduadas de Stanford (Sarah Kate Selling, Kathy Sun y Holly Pope) después de que los directores de escuelas de California me dijeron que sus profesores habían leído los libros de Carol Dweck y comulgaban totalmente con sus ideas, pero no sabían cómo trasladarlas a la enseñanza de las matemáticas. El primer taller tuvo lugar en el campus de Stanford, en el amplio y luminoso centro Li Ka Shing. Para mí, uno de los momentos más destacados de ese primer taller fue cuando Carol les dijo a los profesores, durante la presentación, algo que los sorprendió: «Cada vez que un alumno comete un error en matemáticas, desarrolla una sinapsis». Se oyó una expresión de asombro en la sala cuando los docentes se dieron cuenta de la importancia de esta declaración. Una razón por la que es tan significativa es que habla del enorme poder y valor que tienen los errores, aunque los estudiantes de todo el mundo piensen que cuando cometen un error esto significa que no están hechos para las matemáticas, o, peor aún, que no son inteligentes. Muchos buenos maestros les han dicho a los estudiantes, durante años, que los errores son útiles y muestran que estamos aprendiendo, pero las nuevas constataciones acerca del cerebro y los errores señalan algo mucho más importante.

      El psicólogo Jason Moser estudió los mecanismos neuronales que operan en el cerebro de las personas cuando cometen errores (Moser et al., 2011). Él y su equipo encontraron algo fascinante. Cuando cometemos un error, el cerebro tiene dos respuestas potenciales. La primera es un aumento de la actividad eléctrica cuando experimenta un conflicto entre una respuesta correcta y un error; es la denominada respuesta ERN. Curiosamente, esta actividad cerebral se produce tanto si la persona que responde sabe que ha cometido un error como si no lo sabe. La segunda respuesta es una señal cerebral que refleja la atención consciente a los errores; es la denominada respuesta Pe. Esta se produce cuando hay conciencia de que se ha cometido un error y se le presta atención consciente.

      Cuando he informado a profesores de que los errores hacen que el cerebro chispee y crezca, han comentado: «Seguramente esto solo sucede si los alumnos corrigen el error y siguen resolviendo el problema». Pero esto no es así. De hecho, el estudio de Moser y sus colegas nos muestra que ni siquiera tenemos que ser conscientes de haber cometido un error para que se produzcan chispas cerebrales. Cuando los docentes me preguntan cómo es posible esto, les digo que lo mejor que podemos postular ahora mismo al respecto es que el cerebro centellea y crece cuando cometemos un error, incluso si no somos conscientes de ello, porque ese es un momento de lucha; el cerebro es desafiado, y es entonces cuando crece.

      En el estudio de Moser y sus colegas, estos observaron la mentalidad de los participantes y compararon las mentalidades con sus respuestas ERN y Pe cuando cometieron errores a la hora de responder a una serie de preguntas. El estudio reveló dos cuestiones importantes. En primer lugar, los investigadores encontraron que el cerebro de los estudiantes reaccionó con mayores respuestas ERN y Pe (con mayor actividad eléctrica) cuando cometieron errores que cuando sus respuestas fueron correctas. En segundo lugar, hallaron que la actividad cerebral era mayor después de cometer ­errores en los individuos que tenían una mentalidad de crecimiento que en los que tenían una mentalidad fija. La figura 2.1 representa la actividad cerebral en los individuos que tienen una mentalidad fija o de crecimiento; en el estudio de Moser y sus colegas, los cerebros asociados a la mentalidad de crecimiento se iluminaron mucho más cuando se cometieron errores.

      El hecho de que nuestro cerebro reaccione con una mayor actividad cuando cometemos un error es sumamente importante. Volveré a este hallazgo dentro de un momento.

      El estudio también encontró que los individuos que tenían una mentalidad de crecimiento eran más conscientes de sus errores que los que tenían una mentalidad fija, por lo que era más probable que se ocuparan de corregirlos. Este estudio apoyó la conclusión, que habían revelado otros (Mangels, Butterfield, Lamb, Good y Dweck, 2006), de que el cerebro de los estudiantes que tienen una mentalidad de crecimiento reacciona mejor frente a los errores y está más atento a estos. Todos los alumnos respondieron con una chispa cerebral —una sinapsis— cuando cometieron errores, pero tener la mentalidad de crecimiento significaba que era más probable que el cerebro destellara de nuevo, mostrando la conciencia de que se había cometido el error. En las matemáticas, la enseñanza, la crianza o cualquier otra área de la vida, es muy importante que uno crea en sí mismo, que crea que puede hacer cualquier cosa. Esta creencia puede cambiarlo todo.

      Las recientes investigaciones neurológicas sobre el cerebro y los errores son muy importantes para nosotros como profesores de matemáticas y como padres, ya que nos dicen que cometer un error es algo muy positivo. Cuando cometemos errores, nuestro cerebro brilla y crece. Los errores no son solo oportunidades de aprendizaje, ya que los estudiantes los revisan, sino que también son ocasiones en las que nuestro cerebro crece, incluso si no sabemos que hemos cometido un error. Saber que los errores tienen este poder es muy importante, dado que los niños y los adultos de muchas partes del mundo se suelen sentir muy mal cuando han cometido una equivocación en matemáticas. Piensan que esto significa que no están hechos para las matemáticas, porque han sido educados en una cultura del rendimiento (Boaler, 2014b) en la que los errores no se valoran, o, peor aún, se castigan. Conviene que los estudiantes cometan errores, pero en muchas aulas se procura darles tareas que harán correctamente. Más adelante mostraré el tipo de planteamientos matemáticos que motivan a los alumnos a implicarse y estimulan el crecimiento de su cerebro, junto con la forma de enseñar y los mensajes parentales que deben acompañarlos.

      Los países que están a la cabeza en el rendimiento académico en matemáticas, como China, abordan los errores de manera muy diferente. Recientemente fui testigo de una lección de matemáticas en un aula de segundo de primaria en Shanghái, la parte de China donde los estudiantes obtienen las mejores notas del país, y del mundo. El maestro les dio a los alumnos profundos problemas conceptuales con los que trabajar y luego les pidió que dijeran sus respuestas. Mientras los estudiantes compartían felizmente su trabajo, el intérprete se inclinó y me dijo que el maestro estaba eligiendo a los alumnos que habían cometido errores. Y estos estaban orgullosos de exponerlos, ya que el maestro valoraba los errores. En el capítulo nueve comparto un breve extracto, muy interesante, de una de las lecciones que se imparten en China.

      Los diversos estudios de investigación sobre los errores y el cerebro no solo nos muestran el valor que tienen los errores para todos; también manifiestan que los estudiantes que tienen una mentalidad de crecimiento presentan una mayor actividad cerebral relacionada con el reconocimiento de los errores que aquellos que tienen una mentalidad fija. Esta es otra razón por la que la mentalidad de crecimiento es tan importante para los alumnos en el aprendizaje de las matemáticas y otras materias.

      El estudio de Moser y sus colegas, al mostrarnos que el cerebro de las personas que tienen una mentalidad de crecimiento presenta mayor actividad al cometerse un error que el de los individuos que tienen una mentalidad fija, nos dice algo muy importante. Nos dice que las ideas que tenemos sobre nosotros mismos —en particular, si creemos en nosotros mismos o no— cambian la forma que tiene de funcionar nuestro cerebro. Si creemos que podemos aprender y que los errores son valiosos, nuestro cerebro crece en mayor medida cuando cometemos un error. Este resultado es muy significativo, y subraya lo importante que es que todos los estudiantes crean en sí mismos, y también lo importante que es que todos nosotros creamos en nosotros mismos, especialmente cuando nos hallamos frente a algo que nos plantea dificultades.

      Los estudios sobre los empresarios que tienen éxito y los que no lo tienen muestran algo sorprendente: lo que separa a las personas triunfadoras de las que no lo son tanto no es la cantidad de éxitos que tienen unas y otras, sino la cantidad de errores que cometen; las personas más exitosas son las que cometen más errores. Starbucks es una de las empresas más prósperas del mundo y Howard Schultz, su fundador, uno de los empresarios con más éxito de nuestro tiempo. Cuando Schultz comenzó lo que más tarde se convertiría en Starbucks, tomó como modelo las cafeterías italianas. En Estados Unidos no había muchas cafeterías en esos momentos, y Schultz admiraba las que había visto en Italia. En los primeros establecimientos

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