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target="_blank" rel="nofollow" href="#fb3_img_img_33db5a9c-8a5a-5960-920b-0648f88f8ca3.png" alt=""/> Los jarrones de Anduze en el Gard.

      ¡Qué cerámica! Apreciados por los reyes en el siglo XVIII, sus mejores especímenes adornan el Orangerie y los jardines de Versalles. En efecto, además de numerosos objetos utilitarios o decorativos (canalones, tejas…), la especialidad es el gran jarrón barnizado de jardín.

      En un color de fondo amarillo, se extienden mucho los tonos verdes o marrón, los bordes están adornados con guirnaldas florales y escudos en relieve.

      Tras un declive en el siglo XX, la producción continúa gracias a los «hijos de Boisset» que siguen fabricando estos jarrones coloreados, a partir de una arcilla fina, modelada con un torno de pie. La demanda es importante debido a la moda del hábitat periférico, donde es muy chic poseer ejemplares en el jardín. Ejemplares voluminosos también decoran las avenidas de las ciudades de la región.

       La seda en Cévennes.

      Desde finales del siglo XII hasta finales del siglo XIX, la industria principal de Cévennes fue la de la seda. La enfermedad -a pesar de los trabajos de Pasteur-, los textiles sintéticos y las importaciones han dado un golpe fatal a la seda francesa. Desde hace unos diez años se ha producido un renacimiento local gracias a un puñado de aficionados que han puesto en servicio un sector completo, asociado estrechamente al relanzamiento del patrimonio construido, al desarrollo turístico y a la habilitación del territorio. La restauración de los huertos de moreras y de una sericulrura en Grefeuilhe para la cría de los gusanos y el tratamiento de los capullos, la creación de un taller de molinado (para formar el hilo de seda) y una hilatura para la producción de tejidos para la alta costura, han sido las etapas de este renacimiento que continúa no sin problemas.

       Los guantes de Millau.

      Gracias al roquefort, la tradición guantera de Milau ha adquirido una influencia internacional. Dicho así, el atajo puede sorprender, sin embargo… El trabajo de la piel data del siglo XII. En aquel entonces, ya las mesetas calcáreas de Millau servían de pastos a muchos rebaños de ovejas de raza Lacaune. Las ovejas proporcionaban la leche necesaria para la fabricación del queso de roquefort. Ahora bien, para optimizar el rendimiento, se sacrificaba a los pequeños corderos (menos de un mes). Éstos, llamados «regords», proporcionaban una cantidad considerable de pieles de gran finura. Es para transformar estas pieles perecederas en un producto acabado imputrescible que se creó la peletería. Las pieles, una vez tratadas, encontrarían un uso de elección: la guantería. La guantería millavoise utiliza pieles de origen geográfico y animal diversos: corderos, por supuesto, pero también cabras, ciervos, pécari o avestruces. Los guanteros de Millau proveen a las firmas Hermès, Yves Saint-Laurent, Poulain… y fabrican y exportan cientos de miles de guantes. Millau diversificó sus actividades en la maroquinería, el curtido, los zapatos y el mobiliario.

      Música – Danza

       La música occitana.

      La música occitana es rica en todas las familias de instrumentos de música popular. Todos los principios están presentes en ellas: los instrumentos de viento con los oboes, gatitas, flautas dulces, flautas traveseras, flautas de Pan, acordeones diatónicos; los instrumentos de cuerdas con violines y violines de zueco, viola, panderetas de cuerdas, las percusiones con tambores y tamboriles y otros instrumentos de todo tipo.

       La sardana y las «coblas».

      En verano, las plazas de los pueblos catalanes se animan y resuena la música de las «coblas». Estas orquestas tradicionales, de una docena de músicos, mantienen viva la música catalana y sus instrumentos típicos: flaviol (flauta dulce), tambori (pequeño tamboril), tible (oboe de sonido agudo), tenora (oboe con trece llaves, fabricado exclusivamente a partir de madera de azufaifo), fiscorn. La sardana es el baile catalán por excelencia. Formada por un corro de bailarines que se dan la mano, lanzando o bajando los brazos, animando el círculo, ampliándolo o reduciendo, al ritmo de la música de la «cobla». La sardana adquirió su forma definitiva en el siglo XIX y se practica durante el verano durante los «aplecs», agrupación tradicional, donde los transeúntes pueden entrar en el corro y mezclarse con los bailarines. La transmisión de esta danza tradicional que fué cantada por Charles Trénet y pintada por Picasso, está garantizada por varias asociaciones.

      Deportes y juegos tradicionales

       Las quilles.

      Las quilles de ocho son en el Aveyron lo que la petanca es en Marsella: una institución. Sin embargo, la invención es reciente. Durante mucho tiempo no ha sido más que un juego banal, nueve quilles de madera dispuestas en quincunce y una bola para tirarlas. Sin que se conozca la razón, quizás para complicar las cosas, un jugador decidió, a principios del siglo XX, quitar una quille y utilizarla para «desquillar» a los demás, impulsándola con la bola. Y esto, ¡es francamente menos evidente! El nuevo juego, con ocho quilles, fue codificado, hacia 1912, por los Aveyronnais de París y desde entonces se organizan campeonatos. Los tiros se realizan a varias distancias impuestas (de 1 m a 20 m), con una bola con asa que pesa de 3,5 kg a 6 kg y una quille «jugadora» (de 1 kg a 2,5 kg). El juego exige a la vez fuerza y destreza y es cada vez más popular. No es raro poder asistir a una de estas partidas impresionantes y aprovecharla para intentarlo.

       El rugby.

      Muchos son los que lo reclaman, pero pocos son los que lo merecen… Más que cualquier otra, la región de Midi-Pyrénées se pone en terre d’ovalie. Apenas inventado en Inglaterra (a continuación, recordaremos la transgresión de las reglas del fútbol por William Webb Ellis, en el colegio de Rugby, cerca de Londres), e importado en Francia, el juego de quince obtuvo sus mejores marcas en este rincón del sudoeste. Ya a principios del siglo pasado, los rojos y negros del estadio Toulousain inflamaban un estadio Ernest-Walon erigido en templo. Dieciséis títulos de campeones de Francia y dos campeones de Europa más tarde, el club toulousain sigue suscitando el entusiasmo de las multitudes. Pero si bien domina el paisaje rugbystico regional (ya que nacional…), no deja menos energía en muchos otros equipos valerosos. En la posición envidiable de los poseedores del escudo de Brennus, contamos con valerosos equipos, como: el FC Lourías, el Castres Olympique, el Stade Tarbais, el US Carmaux y el US Montauban. Midi-Pyrénées sigue siendo, además, la región mejor representada en el top 14, ya que cinco de estos clubs están evolucionando en estos momentos: Albi, Auch, Castres, Montauban y el Stade Toulousain.

       La bouvine y las ferias.

      Detrás de la palabra bouvine, el «biou» y el «toro», apuntan a la punta de sus cuernos. Sin duda porque España no está lejos y más probablemente porque la Camargue es la tierra de los toros negros, la bouvine reúne estos deportes y tradiciones que entusiasman aficionados. En primera fila, las carreras camarguaises: especificidad local de las que se puede apreciar todo el verano, en una amplia zona que se extiende desde el Rhône hasta las afueras de Montpellier, donde los ruedos de todos los pueblecitos resuenan con gritos de los aficionados. Estas carreras son el enfrentamiento consolidado del hombre y del toro, concursos de rapidez y agilidad. Organizadas por los mayorales (criadores de toros camarguais), estas carreras suelen ir acompañadas de los «abrivados» (soltar animales en las calles), «ferrades» (marcado de los toros), así como juegos de pastores en lor ruedos rudimentarios erigidos en los prados. Más teatrales, más trágicas, las corridas también están autorizadas en la región y algunos municipios organizan estos espectáculos, que se integran cada vez más en los «ferias», fiestas populares que se prolongan durante varios

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