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la orden de los Dominicanos, dispuestos a defender la ortodoxia. Son excelentes hasta el exceso. La reanudación del crecimiento, en los siglos XII y XIII, tiene como consecuencia la creación de la red de bastidas, castelnaus y sauvetés.

      Después de eso, la historia de la región se une a la de Francia con una hermosa fidelidad, especialmente durante la guerra de los Cien Años.

      Del Renacimiento a la Revolución

      A principios del siglo XIV, con la guerra de los Cien Años, Toulouse perdió la mitad de su población. El Languedoc, sin embargo, siguió vinculado a la dinastía legítima. Su lealtad se vió recompensada con la creación de instituciones que hasta el final del Antiguo Régimen, debían diseñar su estructura administrativa: el Parlamento de Toulouse y los Estados del Languedoc. Antigua tierra de herejía, el Midi Toulousain se mostró particularmente receptivo a las doctrinas de los reformistas del siglo XVI. La mayoría de las ciudades tenían una iglesia calvinista y las ciudades como Castres, Montauban, Millau o Pamiers eran administradas por cónsules reformados. La expulsión de los protestantes de Toulouse el 17 de mayo de 1562 fue el detonante de las guerras de religión, cuyo resultado fue una devastación que duró cuarenta años. Ese mismo período fue precisamente la edad de oro del pastel, una planta que se usa para teñir, cuyas hojas proporcionan un material de color un azul profundo, muy apreciado para la tintura de las telas. Este producto aportó grandes fortunas a los comerciantes de Toulouse, como Pierre d'Assézat. Sin embargo, las guerras de religión y la competencia del índigo arruinaron la producción de pastel, cultivado en el Lauragais y el Albigeois.

      También causaron grandes disturbios en diversas poblaciones: Montpellier, Nimes, Alès o Pézenas, que se habían unido al protestantismo, se rebelaban periódicamente.

      El Languedoc se opuso a las medidas del rey, que había sustraído a las provincias del derecho de votar y de repartir los impuestos. El gobernador, el duque de Montmorency, que se acabó uniendo al movimiento, fue capturado durante un combate en 1632. Condenado a muerte por el Parlamento de Toulouse, fue decapitado en el patio del capitolio. A partir de entonces, la región se mantuvo en calma, y mucho más cuando la toma de Montpellier en 1622 por Richelieu y Luis XIII condujo, en 1629, a la firma de la paz de Alès, que confirmaba la libertad de culto y prolongó el período la calma hasta una futura revocación del edicto de Nantes (1685).

      El conflicto volvió a cobrar impulso hasta que, en las Cevenas, adquirió las proporciones de una verdadera guerra. Se trataba de la guerra de los camisards, que tuvo ugar entre 1702 y 1704. Frente a un grupo de unos cuantos miles de hombres, Luis XIV envió a un ejército de 60.000 hombres. Mayo de 1705 fue la fecha oficial de la finalización de la guerra, pero los disturbios continuaron todavía varios años. El balance para la región fue desastroso, ya que los ejércitos reales devastaron casi 500 pueblos de las Cevenas.

      Desde finales del siglo XVI hasta principios del XVIII, la región padeció de nuevo plagas como el hambre y la epidemia. A partir de 1715, el Midi Toulousain se benefició del apaciguamiento de las luchas religiosas y sociales y de la política de modernización de los Estados provinciales. El cultivo del maíz fue adquiriendo mayor protagonismo, hasta transformar por completo la campiña tolosana. Al mismo tiempo, se fueron desarrollando actividades industriales, la extracción de mineral de hierro de los Pirineos y la metalurgia, la cerámica y la pañería. Más espectacular fue la mejora de las vías de comunicación, como el Canal du Midi, construido entre 1666 y 1681 por Pierre Paul Riquet, y la red viaria. En 1808, se establecieron los límites de los departamentos actuales, con la creación del Tarn-et-Garonne.

      Invención del calendario revolucionario

      ¿Lo sabía? Debemos a un personaje del Aude, Philippe-François-Nazaire Fabre, llamado Fabre d'Eglantine y nacido en Carcasona, el calendario revolucionario. Fue publicado en París a finales de noviembre de 1793, por la Convención. Fabre d'Eglantine es también el autor de la célebre canción infantil «Il pleut, il pleut bergère, rentre tes blancs moutons…».

      De la Revolución al siglo XXI

      El siglo XIX ve el auge industrial de la región con la llegada del ferrocarril (la línea Montpellier-Sète en 1839 es una de las primeras en Francia) y la explotación de las cuencas hulleras de los Cévennes y del Haut-Languedoc.

      A partir de los años 1850, el ex Midi-Pyrénées conoce, por su parte, un fuerte movimiento de éxodo en ausencia de una economía próspera. Entre 1851 y 1954, la región pierde una cuarta parte de su población, mientras que la ciudad de Toulouse no deja de crecer…

      En 1875, la enfermedad de la filoxera destruye los viñedos languedocien. Replantada sobre inmensas superficies en planicies, sobreproducción y fraudes llevarán a una grave crisis, provocando la insurrección de los viticultores. Esta riqueza debida al vino dejó en las campiñas del Languedoc y catalanas, de Nîmes a Perpignan, pasando por Montpellier, Béziers y Narbonne, testigos originales: los castillos «pinardiers».

      El ferrocarril trae también el turismo y a finales del siglo XIX los balnearios son conocidos por toda Europa, las gargantas del Tarn están frecuentadas por una distinguida clientela, la estación de esquí de Font-Romeu se crea, el puente del Gard y la plaza de toros de Nîmes son propuestas para los turistas de entonces. Sète, como Niza con sus grandes hoteles, su casino y su kursaal encima de las olas. Carcassonne en 1898 enciende su primera luz… Después de la parada brutal debido a la Primera Guerra Mundial, el turismo sólo volverá a crecer en 1936, con la institución de las vacaciones pagadas y la aparición de un turismo popular que será la alegría de las pequeñas estaciones. A principios de los años 60, el acondicionamiento del litoral se instaura a lo largo de 214 km de playas de arena fina con la creación, en 1963, de una misión de acondicionamiento. Poco a poco van naciendo las unidades turísticas, todas ellas orientadas alrededor de estaciones nuevas surgidas de las playas.

      El ex Midi-Pyrénées tendrá que esperar aún muchos años después del final de la Segunda Guerra Mundial para que aparezcan los primeros signos que anuncien una renovación inesperada. La llegada de los repatriados del norte de África, algunos éxitos industriales (Caravelle) y la elección de Toulouse como metrópolis que recibe del Estado grandes equipos y actividades nuevas… A partir de los años sesenta, el despegue se anuncia. Es por Toulouse que se ha iniciado esta renovación económica que no deja de desarrollarse.

      Desde principios de los años 70, el esquí alpino se democratiza y las estaciones de esquí crecen como setas en nuestras cumbres pirenaicas. Entre litoral y cumbres nevadas, la actividad turística ocupa una parte preponderante en la economía local. Lo mismo ocurre con la viticultura, que ha experimentado fuertes cambios en el decenio de 80.

      Actualmente

      Desde el 1 de enero de 2016, en el marco de la reforma territorial que pretende reducir el número de regiones de la Francia metropolitana de 22 a 13, Languedoc-Roussillon y Midi-Pyrénées se han fusionado. El 30 de septiembre de 2016, tras la validación por el Consejo de Estado y el Gobierno, se bautizó oficialmente la región Languedoc-Roussillon/Midi-Pyrénées: Occitanie.

      Para hacernos una idea rápida, se puede decir que l'Occitanie, la nueva región de pertenencia del Languedoc-Roussillon, se compone de 13 departamentos (Ariège, Aude, Aveyron, Gard, Haute-Garonne, Gers, Hérault, Lot, Lozère, Hautes-Pyrénées, Pyrénées-Orientales, Tarn et Tarn-et-Garonne), hay que señalar que la media nacional es del 7,3. Con sus 72.724 km², l'Occitanie, cuya capital es Toulouse, es la segunda región más grande de Francia metropolitana; por ejemplo, es tan amplia como Irlanda o Baviera. A nivel de la población (5,6 millones de habitantes), Occitanie se distingue por una densidad inferior a la media nacional, especialmente en las zonas de interior. En cambio, Toulouse, Montpellier y el área mediterránea no dejan de ver aumentar su población.

      Al desear profundamente que los talentos combinados de estos territorios aporten una nueva dinámica a cada uno de ellos, vamos a volver a centrarnos en el territorio que nos interesa especialmente: el Languedoc-Roussillon.

      Sol, belleza de los paisajes y ciudades de tamaño humano hacen que este territorio sea muy atractivo. Contrariamente a su región de pertenencia, es una de las más pobladas de Francia y tiene una tasa

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