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rapidez como para poder cerrar el túnel de Roka, que une Osetia del Sur y del Norte (en Rusia). El 9 de agosto, el ejército ruso cruzaba el túnel y lanzaba una importante contraofensiva.
El 11 de agosto la debacle georgiana era total: los rusos cruzaban incluso los límites de la república separatista y se plantaban en el territorio georgiano propiamente dicho, conquistando Gori. En la noche del 11 el pánico fue total en Georgia: rumores de que los tanques rusos marchaban sobre Tiflis, de bombardeos sobre la capital y sobre objetivos militares.
Europa y los Estados Unidos, desconcertados por una nueva guerra a las puertas de Europa, están muy pendientes durante días. Los diplomáticos se apresuran a intentar frenar el conflicto -que hasta ahora era más una lucha de movimientos que de posiciones y no había causado muchas bajas. Europa, de vacaciones, tenía en Nicolas Sarkozy, entonces presidente de la UE, su emisario. El 12 de agosto, el presidente francés llegó a presentar un plan de paz que hizo firmar al presidente ruso, Medvedev, y a Mijeil Saakashvili. Sobre el papel, la guerra ya había terminado. Pero los rusos ocupaban una buena parte del territorio georgiano, que quedó partido en dos (la carretera principal entre el este y el oeste del país estaba cerrada por los rusos).
Los abjasios aprovechan la descomposición del ejército georgiano para conquistar el valle de Kodori y, así, expulsar el último bastión georgiano en Abjasia.
Esta guerra relámpago tuvo para los rusos la ventaja de demostrar que siguen siendo militarmente dueños de su espacio postcolonial, y que pueden hacer en Georgia lo que les plazca. En cuanto a los georgianos, contaron con el apoyo de una gran parte de la opinión pública internacional, logrando presentar lo que en origen fue un ataque a Osetia del Sur como una invasión rusa. Ambos bandos se centraron mucho en la comunicación, mientras que en cuanto a los hechos, si bien la guerra fue real, no tuvo nada que ver con lo que puede ser un conflicto armado violento.
Balance: aparte de las pérdidas materiales georgianas, mencionadas anteriormente, y de la destrucción de aproximadamente el 20 % de Tsjinvali y de muchos pueblos en Osetia del Sur, se puede decir que para Georgia la guerra supuso la pérdida de más territorios de los que había perdido hasta entonces: la antigua República Soviética de Osetia del Sur (de la que hasta ahora controlaba una parte, incluido el distrito de Akhalgori), las zonas fronterizas de los territorios en conflicto y, en Abjasia, el valle de Kodori. Las cifras oficiales fueron de 162 muertos civiles osetios durante el ataque a Tsjinvali. Georgia declaró, entre militares y civiles, 370 muertos, y el ejército ruso habría perdido a 83 hombres. Y la parte más cuantiosa del balance se refiere a los refugiados y desplazados: habría 30.000 del lado osetio, que huyeron a Osetia del Norte, y 22.000 georgianos. Estos últimos viiven en alojamientos improvisados construidos a lo largo de la autopista de Georgia. La guerra habría costado 19,5 millones de euros a Rusia. Georgia recibió una ayuda internacional de 4,5 millones de dólares.