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separatistas

      Verdadera plaga de los nuevos Estados postsoviéticos, es uno de los principales problemas de la política georgiana. Después de la secesión en 1991 y 1992, Osetia del Sur y Abjasia siguen teniendo un estatus indefinido tras casi veinte años del alto el fuego. Estos conflictos «paralizados» han vuelto a ser más preocupantes desde 2004, cuando el Presidente Saakashvili mostró su clara voluntad de reintegrarlos a la autoridad central. Aliadas, incluso apadrinadas por la Rusia de Putin (directamente anexionadas para algunos), Abjasia y Osetia del Sur parecen estar realmente perdidas para Georgia tras la «guerra de agosto de 2008», cuando el ejército de Georgia fracasó en en su intento de tomar Tsjinvali, la «capital» de Osetia del Sur, y sufrió un ataque ruso implacalbe que debía considerarse como una verdadera invasión. Desde entonces han sido expulsadas las últimas poblaciones georgianas de estos territorios. Rusia ha llevado a cabo una política acelerada de distribución de pasaportes rusos entre los osetas y abjasios, y ha desplegado su ejército, cada vez más visible en los territorios de las dos repúblicas separatistas. Estas fueron reconocidas como Estado, sólo después de la guerra de 2008, por Rusia, Nicaragua, Venezuela y Nauru. Para el resto del mundo son territorios, de iure (de derecho), georgianos. Pero que {1}de facto{/1} no responden ante Tiflis.

      Un problema que pone al gobierno de Georgia en punto muerto, sobre todo porque resulta difícil de gestionar ante la opinión pública georgiana que vive estos separatismos como un drama nacional.

      Rosas

      Mascota del régimen de Saakashvili, símbolo de la llegada de la democracia a Georgia, Mikhail Saakashvili se ha convertido en un símbolo. En la revolución de 2003 se repartieron rosas entre la multitud. Desde entonces se han construido fuentes y monumentos con este símbolo durante toda la era Saakashvili. El jardín de la embajada de Georgia en Berlín también incluía una rosa de plástico gigante. Desde que la oposición se apoderó del poder, la rosa se ha convertido en el símbolo deshonroso del poder del criticado equipo de gobierno anterior.

      Semitshka

      Las pipas de girasol son en Georgia, como en muchos países de la región, un pasatiempo muy apreciado. Hay pequeños puestos en todas las aceras de la ciudad, regentados la mayoría de veces por señoras que se encargan de venderlas. Se suele comprar una dosis de 10 o 20 tetri, que la vendedora pone en un cucurucho de papel, y se comen escupiendo la cáscara, mientras se vaguea o charla con los amigos. También es un aperitivo eficaz, y a menudo se puede elegir entre pipas saladas y no saladas. Se suelen comer mientras se pasea. ¿Le suena?

      Supra

      Si hay una tradición georgiana, es la del festín ritualizado, la supra, que sintetiza todo el ideal colectivo del país, su espíritu de clan. Una tradición muy viva, que marca la vida de todo georgiano, aunque sea menos apreciada por las generaciones más jóvenes. A menudo es el principal objetivo de cualquier encuentro, incluso profesional. Después de dos horas de reuniones, los georgianos pueden pasar seis en el banquete. Para algunos, es la encarnación de una visión jerárquica y patriarcal de la sociedad. Los huéspedes reciben a sus invitados a una mesa redonda. Se elige, teóricamente, un jefe de mesa, un {1}tamada{/1} (aunque ya puede estar elegido por naturaleza), que debe animar y acompasar el transcurso de la comida con brindis hábilmente declamados. Debe preocuparse por la sintonía del grupo y de interrumpir, todo lo posible, las conversaciones individuales y de forzar a los asistentes a escuchar el brindis y a brindar. Los demás hombres acompañarán el banquete con cantos polifónicos. Todos comerán muy bien —se traen nuevos platos continuamente—, y los más fuertes acabarán borrachos, pero manteniendo el control y la dignidad; la borrachera declarada es motivo de vergüenza en Georgia.

      Economía sumergida

      Es la base del sistema económico georgiano. Dadas las condiciones de vida en Georgia (desempleo, sueldos y pensiones bajos), es evidente que, para compensarlo, florecen en cada rincón el contrabando y los amaños. Estas prácticas no son nuevas, ya existían en la época soviética, donde la escasez formaba parte de la vida cotidiana. Hasta la Revolución de las Rosas, este sistema paralelo alcanzaba proporciones incalculables. La debilidad del Estado y las fuerzas del orden, la arbitrariedad, la confusión de las fronteras y la existencia de zonas de no-derecho (las repúblicas separatistas), acentuaban la posibilidad de realizar cualquier tipo de intercambio de cualquier tipo de mercancía. La cadena parte del comprador mayorista que, por ejemplo, «hace su mercado» en Turquía y luego revende, con un margen, a varios comerciantes de Tiflis, a los que otros comerciantes, que trabajan en ciudades de menor importancia, compran mercancías a un precio ligeramente más elevado, y así sucesivamente. Desde que el Estado recuperara progresivamente sus derechos a partir de 2004, el mercado negro se ha reducido considerablemente pero, aunque la proporción disminuye, este tipo de comercio dista mucho de haber desaparecido y sigue siendo la base de las relaciones económicas del país. Pero le economía sumergida no es sólo una forma de comercio: la solidaridad y la ayuda mutua entre miembros de una misma familia y vecinos también desempeñan un papel importante en la vida económica. Los padres que viven en el campo abastecen a la familia de productos agrícolas (queso, carne, etc.). Si un georgiano gana 50 lari al mes, también tendrá vino que le proporciona un tío, prendas de un primo, y él, especializado en mecánica, hará las reparaciones de todos los miembros de la familia, etc. Los huertos, presentes incluso en la ciudad, aportan verduras, hierbas aromáticas y no es raro, en los pueblos y las pequeñas ciudades, criar al mismo tiempo algunas gallinas o incluso un cerdo.

      Tamada

      El jefe de mesa en una supra Lidera el banquete mientras declama en los brindis. Su tarea consiste en unir al grupo y centrar la atención de los participantes. Para ser respetado, debe llevar a cabo juegos retóricos virtuosos, sobresalir en el arte del brindis, conocer todas las reglas y trucos de las tradiciones festivas y hacer reír y llorar a toda la mesa. Y mantener la mente clara tras litros de vino —vaciará todos sus vasos y empleará recipientes tales como el bol o el cuerno. En teoría es elegido, pero en la práctica se le designa tácitamente, pues suele ser el hombre más autoritario y respetado de la asamblea. Aunque tradicionalmente es un papel realizado por un hombre, el cabeza de familia, una supra moderna podría aceptar a una mujer que cumpliera esta función con gran seguridad.

      Churchkhela

      Dulce favorito de los georgianos, fabricado con nueces, avellanas o ciruelas recubiertas de zumo de uva mezclado con harina blanca seca a lo largo de un cordel. Todo ello adquiere la forma de un bastoncillo (salchicha) deforme y marrón y se come cortado en rodajas. Tradición montañera, la churchkhela se vende en kioscos a lo largo de las carreteras, especialmente entre Tiflis y Kutaisi: barato, es un aperitivo eficaz y se come más fuera de las comidas (chuchería) que como postre.

      Vino

      A menudo oiremos que «el vino nació en Georgia». Aunque se puede dudar de la afirmación, los especialistas demuestran que la vid ha estado presente durante al menos 7.000 años en este territorio y que el vino tenía un lugar importante en la antigua Cólquida, tras la estela de la Grecia antigua. Gran orgullo para los contemporáneos y primer producto de exportación nacional, representa más que una tradición: el vino está envuelto en Georgia de un auténtico culto. Aquí, la dimensión cristiana del vino como sangre de Cristo ha mantenido las creencias paganas que rodeaban la bebida. Por otra parte, un georgiano no lo beberá antes de haber brindado, por superstición: beber vino debe ir acompañado del ritual. Producto de la tierra y de la casa, punta de lanza de la hospitalidad, es un placer pero también un desafío para el hombre y, en una supra, hay que resistir ante todo (no mostrar la borrachera) en lugar de dejarse llevar. La producción soviética, aunque ha mantenido la cultura del vino hasta la época contemporánea, ha empobrecido la diversidad de las tierras priorizando el rendimiento y la productividad. En la actualidad se presta atención a las tierras, y algunas bodegas de Kajetia como Teliani Valley, Tsinandali, Kindzmarauli o Georgian Wine and Spirits (GWS) están intentando sofisticar la producción. Más que nunca símbolo de los verdaderos valores, el vino, sobre todo cuando proviene de Kajetia, está presente prácticamente en todas sus formas: blanco, tinto, rosado o de aguja. Aunque a menudo se prefiere más dulce, el vino tinto medio dulce o dulce, es un clásico.

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