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entrar en el Yin (oscuridad) para alcanzar el Yang (luz). ésta es una forma de decir que juzgar mala o buena una cosa es solo una ficción. Lo malo de la vida puede al final mostrarse como bueno. Aquello que hoy juzgamos bueno, mañana, seguramente, se revele como malo y viceversa. Es un paso inevitable, debemos entrar en la oscuridad para poder luego alcanzar la luz. La oscuridad viene de la mano de la razón, el conocimiento y el juicio que elige entre una u otra alternativa. Lao Tzu recomienda no juzgar. Cuando juzgamos separamos y nos separamos, en forma absoluta. No tenemos en cuenta que nuestro plano está en continuo cambio y movimiento: cuando lo malo se torna bueno, los juicios caen. Juzgando creemos poder detener la rueda y el movimiento; pero esto es imposible, el cambio naturalmente siempre perdura.

      Lao Tzu sugiere que tenemos la posibilidad de usar la naturaleza. Pero se trata de usar sin interferir, esto significa contemplar activamente para aprender. En este uso la naturaleza podría revelarse como un verdadero maestro. Pero nosotros no vemos al maestro, no vemos la naturaleza como un posible fin sino sólo como un medio para conseguir bienes. La explotamos, intentamos sacar partido a través de ella, aprovechamos vilmente su gratuidad. Esto mismo hacemos por extensión con el prójimo.

      Quizá la clave sea relacionarnos con la naturaleza por medio de la sensibilidad y el pensamiento y no por medio del deseo. Una relación tal implicaría un amor recíproco, ningún miembro estaría subordinado y el equilibrio sería completo.

      El cielo dura eternamente; la tierra permanece.

      Eternos y permanentes porque no buscan en sí mismos la razón de su existencia.

      Por eso perduran.

      Es así que el hombre sabio se coloca en el último lugar y sin embargo es el primero.

      No se busca a sí mismo, por eso sobrevive.

      Es a causa de su desinterés que su propio interés se realiza.

      Pongamos en claro algunas ideas con relación a la naturaleza del ser humano. Lao Tzu cree que el conocimiento es un aspecto interesado de la racionalidad, es decir, a través del conocimiento se busca la manipulación, el uso redituable. A menudo intentamos conocer cómo funciona algo para poder utilizarlo, manejarlo según nuestro deseo. Esta misma actitud la ejercemos incluso con el prójimo.

      El conocimiento pretende ser acabado y concluyente para poder anticiparse en el tiempo, es decir, evitar cualquier sorpresa. “Si conozco una máquina o una persona a la perfección podré anticiparme en el tiempo y decir cómo reaccionará ante cierto estímulo. Podré incluso obrar anticipadamente, estas palabras y actitudes corresponden al conocimiento.

      Conocer es recabar datos para armar una enciclopedia. El conocedor es un hombre de acción pero de poca interacción con la vida. ¿Qué conocimiento se puede tener cuando todo está en constante cambio y movimiento? Obviamente ninguno. El conocimiento es una ficción de la que Lao Tzu ya nos ha hablado. Debemos tomarlo como un sector de oscuridad que nos servirá para arribar a un área de mayor claridad. La claridad viene de la mano del pensamiento. El pensamiento permite libertad y creación, se mueve constantemente por el tiempo pero mora en el presente.

      El movimiento del pensamiento no es interesado, no busca conclusiones ni usos redituables. A diferencia del conocimiento, el pensar no genera opuestos, no separa ni juzga sino que contempla activamente la armonía. No busca interferir en la naturaleza.

      En el pensamiento hay acción más creatividad, hay movimiento libre y acción por la vida a través del presente. El pensador es el único capaz de combinar y crear nuevas perspectivas.

      Ahora bien, si uno no busca razones, permanece lejos del conocimiento y perdura. El hombre sabio piensa activamente, pero deja de lado el conocimiento interesado. No busca conocerse a sí mismo pues sabe que este conocimiento es una ficción que desemboca en el deseo.

      Según Lao Tzu, dejar de lado el conocimiento permite vivir el presente y mantener una actitud desinteresada. Cuando se vive desinteresadamente, lo que significa no estar constantemente pendiente del deseo, la rueda gira, el movimiento natural provee lo necesario y el propio interés se realiza.

      La suprema bondad procede como el agua.

      El agua llega a todas las cosas y las favorece, pues no busca el poder.

      El agua permanece en los lugares que otros desdeñan.

      Esto hace que se parezca al Tao.

      Viviendo halla la alegría de vivir.

      Sintiendo encuentra el sentimiento.

      Siendo amigo de todos encuentra la armonía.

      Ama la veracidad en sus palabras.

      Ama el orden y la justicia en el gobierno.

      Actúa con justa medida y es oportuno en la acción.

      Así, al no haber lucha, no se impone, no existe el daño.

      Lao Tzu nos hace notar que el agua se parece a la vida. Llega a todas las cosas y las favorece sin buscar poder. Es símbolo de pureza y fluidez, pero también de adaptación a la circunstancia, de flexibilidad. Sin agua la vida es imposible, Lao Tzu nos enseña la moral del agua, otro caso de la naturaleza como modelo.

      Dos de las enseñanzas más importantes y características de Lao Tzu son la no-lucha y la fluidez, estas dos enseñanzas se conjugan en el símbolo del agua. El agua es la materialización de la dulzura y la sabiduría. El sabio, al igual que ella, fluye continuamente en forma tranquila. Chuang Tzu, el discípulo de Lao Tzu afirma:

      Para poder fluir en forma tranquila la mente debe permanecer pacífica. El hombre que está en armonía, vive el presente en forma plena, sin fatigarse. No se pre-ocupa, se ocupa en el presente viviendo... sintiendo... siendo...

      El texto nos invita a ocuparnos más de sentir el presente.

      Lao Tzu finaliza su discurso con dos ideas: ama... y actúa... El acto es la capacidad de estar presente aquí y ahora comprometidos con lo que nos pasa. Este compromiso con la vida es amor, el amor es el principal motor de la acción. Sin amor a sí mismo y al prójimo la transformación no es posible, la acción no puede concretarse o se concreta a medias. Al no haber amor, se pierde toda pasión y fuerza por el proyecto.

      Si no logro amar, y por lo tanto, comprometerme en todo lo que hago, difícilmente pueda vivir en forma plena.

      Taoísta descansando en una barca. El agua y la naturaleza simbolizan la fluidez y armonía de Tao.

      7 Chuan Tzu, Obras completas, Monte Ávila, Caracas, 1972.

      Abandonemos las cosas a sí mismas, no las llevemos hasta su último extremo.

      Una hoja permanentemente afilada pierde su filo.

      ¿Quién puede vigilar una habitación llena de oro y piedras preciosas?

      Riquezas, honores y orgullo conducen a la destrucción cuando el poderoso se vuelve altanero.

      Acabada la obra y enaltecido el nombre, es bueno retirarse.

      Ese es el

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