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en Occidente hasta hace poco.

      En el famoso libro de sociología Modern Romance se entrevista a personas de Estados Unidos, Argentina, Japón, Francia y Qatar sobre sus maneras de amar en la actualidad.16 Volvamos a las cuatro reglas que expusimos al comienzo del capítulo para valorar esa diversidad:

Resumen

      • Debemos encontrar a la Media Naranja. Hay muchos momentos y lugares en los que la gente tiene más de una pareja en la vida, o más de una pareja al mismo tiempo (ver capítulo 6). Modern Romance se centra especialmente en la aceptación de la infidelidad en Francia, donde menos de la mitad de la población cree que las aventuras sean moralmente inaceptables, y es común tener «amantes».

      • Debe serlo todo en nuestra vida, y debemos serlo todo para ella. Histórica y globalmente, es poco frecuente que la pareja sea la confidente principal y la persona con quien se tiene más intimidad. Amistades, hermanas y hermanos, y colegas se ven mucho más de lo que se ven los miembros de una pareja en muchas culturas y comunidades. Por ejemplo, Modern Romance relata lo común que es en Argentina relacionarse con diferentes personas para tener sexo y amistad.

      • No somos suficiente si no tenemos pareja. Hay grupos y religiones que defienden y valoran la soledad por encima de las relaciones, o la vida en comunidad por encima de estar en pareja. Piensa en monjes y monjas cristianas y budistas, por ejemplo. También en algunos países —como Japón— el énfasis en la pareja romántica parece estar decreciendo, con la mitad de la población soltera y sin interés en tener sexo ni relaciones: como el «hombre herbívoro» y las mujeres centradas en su carrera profesional incluidas en Modern Romance.

      • El amor todo lo puede. El amor romántico no es, ni ha sido siempre, la fuerza motriz detrás de todas las uniones. Los matrimonios y compromisos similares han sido con más frecuencia una cuestión de unir familias, tener descendencia, llegar a acuerdos económicos y cubrir necesidades económicas. Por ejemplo, Modern Romance incluye personas de Qatar que cuentan cómo la intervención de sus familias para encontrar pareja fue la clave principal para formar sus relaciones.

      La historiadora Stephanie Coontz considera que la idea de casarse por amor y elección personal solo se hizo predominante en Occidente a partir del siglo xviii y, en realidad, solo fue a partir de la década de 1950 cuando la mayoría de la gente pudo permitirse contraer matrimonio por esas razones. El matrimonio de los años cincuenta —destinado a una familia nuclear con dos figuras parentales y un par de criaturas— que a menudo se percibe como la forma «tradicional» de tener relaciones y familia es, en realidad, un fenómeno muy reciente.

      El éxito de casarse por amor y la libertad de elección también duró poco. En la década de 1970 la gente se dio cuenta de que, si el matrimonio se basaba en la elección personal, tanto hombres como mujeres debían tener la posibilidad de hacerlo. Así, el marido que trabajaba y la esposa ama de casa de los años cincuenta quedaban obsoletos. Además, si el matrimonio se basaba en el amor, debería terminarse cuando ya no había amor; de ahí la alta tasa de divorcios. Podemos ver la inestabilidad de las nociones sobre el amor en la década de 1950 en la serie de televisión Mad Men, en la que incluso en los primeros años de la década de 1960 los matrimonios empiezan a perder popularidad. Stephanie Coontz concluye: «Las personas siempre quisieron vivir una historia de amor, pero la mayoría de nuestros antepasados ni siquiera lo intentó».17

      Problemas de los patrones relacionales basados en las reglas del amor

      Volviendo a nuestras vidas, ¿cuáles son algunos de los problemas que podemos experimentar a causa de nuestros patrones relacionales, si están fuertemente enraizados en unas reglas del amor culturalmente aceptadas?

      Es fácil que tengamos una sensación de vacío y de carencia cuando no estamos en pareja. Puede que sintamos como un fracaso el final de una relación (ver capítulo 8), o sintamos culpa por nuestra soltería, o nos comparemos con las felices parejas que vemos sonreír a diario en nuestras redes sociales (ver capítulo 2).

      Como sucede con muchas de las reglas, las cosas son duras tanto para quienes no encajan como para quienes sí encajan. Muchas personas que desean desesperadamente tener una relación descubren, cuando al fin la tienen, que las reglas la vuelven difícil. Pueden sentir miedo al cuestionarse si esa persona es realmente la correcta, o si simplemente se están adaptando a una regla que deben aceptar. Puede que salgan corriendo por la presión de tener una seguridad absoluta de que serán felices para siempre, o por si su (auténtica) Media Naranja está a la vuelta de la esquina.

      En su defecto, podrían asumir que esa persona tiene que ser su Media Naranja y dejarán de reconocer cualquier cosa que no sea buena en la relación. La insistencia cultural en que existe una única Media Naranja, y el terror a no volver a encontrar nunca a nadie más, nos puede hacer mantener una relación que no nos aporta nada bueno, o que incluso puede ser destructiva.

      Cuando nos embarcamos en una relación, el ideal romántico también puede llevar al descuido de otras personas en nuestras vidas.18 El vínculo tan importante que tenemos con nuestras amistades se debilita porque dedicamos nuestro tiempo y energía a nuestra Media Naranja. Si nos aislamos de nuestras amistades podemos estancarnos aún más en la relación, porque nuestra pareja se convierte, realmente, en la única persona en quien podemos confiar.

      Pensando en mis propios patrones relacionales, mi lucha para convertirme en la pareja perfecta de otras personas para obtener su amor y aprobación ha herido sin duda a otras personas, y también a mí. Adaptarme de esa manera fue una forma muy dura de relacionarme conmigo, lo cual reforzaba la idea de que no soy aceptable siendo quien soy (ver capítulo 2). Mis parejas se sentían presionadas para devolverme únicamente una imagen positiva de mí, lo cual complicó mucho la posibilidad de tener una relación honesta. Como veremos en el capítulo 7, no resulta sostenible tener que estar «reparando» a otra persona, o a ti, de esa manera. Al final, sentía rencor por ceder tanto espacio de mi libertad, o veía con horror cómo se habían expuesto facetas mías que había intentado esconder. Mis parejas se cansaron de caminar de puntillas a mi alrededor o se frustraron porque no expresaba claramente lo que quería.

      Tras un tiempo, las relaciones construidas sobre unos cimientos tan inestables se hundieron bajo la presión, lo cual ha supuesto que haya tenido que pasar por más finales de relaciones —con la pérdida de vivienda, seguridad, animales de compañía y grupos de amistades que suelen acarrear las rupturas (ver capítulo 8)— de los que me correspondía. Sin duda, reconocer eso me hizo querer encontrar una forma diferente de hacer las cosas.

Reflexiona sobre estoLos inconvenientes de tus patrones relacionales

      Si empezaste a analizar tus patrones relacionales al final del apartado anterior, tómate un momento ahora para pensar en si pueden tener un impacto negativo sobre ti, sobre tus relaciones, incluso aunque resulten convenientes en otros sentidos.

      Hemos visto que, si encontramos a la Pareja Ideal, la presión recae sobre ella para que sea absolutamente perfecta; para serlo todo. Esto está relacionado con la idea más general de que, cuando debemos tomar una decisión en la vida, siempre hay un camino correcto y uno equivocado: en este caso, tener una relación —o no— con una persona concreta.

      Fig. 3.4. Caminos correctos y equivocados.

      Esa forma de pensar puede llevarnos a temer elegir el camino equivocado. Además, una vez hemos elegido uno de los caminos, podemos empeñarnos en demostrarnos —y demostrar al resto— que sin duda es el camino correcto; tanto es así, que negamos los inconvenientes y sentimos que estamos abocados a ese camino para siempre y no somos capaces de cambiar.

      En realidad, las decisiones se parecen más a la imagen de la derecha. Probablemente todos los caminos que podamos tomar —y quizá haya más de dos— tengan cosas negativas y positivas. Para complicarlo aún más, algunas de las cosas que inicialmente vimos como positivas pueden volverse negativas y viceversa.

      Del mismo modo, si decidimos formar una relación

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