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Las subjetividades patriarcales. Michel Tort
Читать онлайн.Название Las subjetividades patriarcales
Год выпуска 0
isbn 9789874025173
Автор произведения Michel Tort
Жанр Документальная литература
Серия Psicoanálisis, sociedad y cultura
Издательство Bookwire
Pero la obra es ante todo un intento de elaborar “psicológicamente” una masacre muy real, la de 100.000 hombres y mujeres de Madagascar, perpetrada por el ejército francés en 1947, que no es evocada en ningún momento de manera explícita. En conclusión, con perfecta ceguera, Mannoni pone en duda, una década antes de la independencia, que los hombres y mujeres de la isla sean capaces de dar sentido político a la “independencia”, en razón de su dependencia inveterada con respecto del lugar de sus ancestros, la cual revela su incapacidad de salir del Edipo; el que nuestros colonos, en cambio, habrían atravesado con éxito, ya sea que aquella resolución los predestinara a la vocación de heroicos colonizadores, o más modestamente, que la experiencia de la colonización les hubiera permitido a nuestros “pequeños blancos” resolver su Edipo.
Fanon se encarnizará con la incapacidad de Mannoni para identificarse con el colonizado y la evacuación de las relaciones de fuerza y la historia coloniales por medio de la “psicología”. ¿Cómo olvidar declaraciones de Octave Mannoni tales como “en cada lugar donde los europeos han fundado colonias de este tipo, puede decirse que eran esperados o incluso deseados en el inconsciente de sus sujetos (…) no todos los pueblos son aptos para la colonización y sólo lo son aquellos que la necesitan?”11 En las “interpretaciones” simbólicas de los sueños de adolescentes -extraídos, como hemos dicho, de deberes de clase-, en las cuales reaparecen obstinadamente figuras negras, Fanon restituirá los rasgos de los senegaleses del ejército francés aterrorizando a la población. “No, señor Mannoni, ‘el furioso toro negro no es el falo’ (…) ‘el fusil del tirador senegalés no es un pene, sino un verdadero fusil Lebel 1916.’”12
La cuestión de la relación del psicoanálisis con la historia, en el caso Mannoni, recibe una clarificación cegadora. En 1950 Mannoni no es un muchacho: tiene 51 años. Desconoce la situación colonial como alteración para el colonizado, se desinteresa por su liberación. Sin embargo, y este es el punto que nos interesa, vemos aquí desplegarse una relación muy notable entre el psicoanálisis y la colonia. En efecto, ironía de la historia -como suele decirse-, Mannoni explicará ante todo, a quien quiera oírlo, que la situación de dependencia que él les ha atribuido a los malgaches en calidad de síndrome nacional, responsable de “su colonización”, “le había sido inspirada por la experiencia del inicio de análisis que atravesaba en aquel momento”. ¡Giro notable! Esta observación no puede menos que producir estupefacción. Antes que buscar el motivo de la construcción colonial en su situación de colono, que deja traslucir a cada momento, prefiere atribuirla al proceso analítico, luego proyectado sobre los malgaches. ¿Helo aquí sin más, aparentemente malgache, dependiente según parece del colono psicoanalista? Pero podríamos sin dificultad sacar otra conclusión: que es la posición misma del análisis, en lo que tiene de instauración de una dependencia, la que se amolda a las situaciones de poder y no sólo no es utilizada para analizarlas sino que incluso trae agua al molino de la dominación colonial.
Alice Cherki, para tranquilizarnos respecto del psicoanálisis, nos recuerda que la dependencia analítica es afortunadamente temporaria.13 En cuanto a la suerte de Octave Mannoni, en cambio, no quedaremos enteramente tranquilos, ya que el analista de Mannoni -Lacan- se especializaba en renovar de manera incesante la transferencia de sus analizantes. Alice Cherki agrega, fuera de broma, preocupada por evitar cualquier malentendido, que “la posición del colono no es la del analista. Es difícil imaginar que en la situación colonial de todo colono… etc. etc.” ¡Respiramos aliviados!
Pero esto no es todo. Sobre la cuestión de la posición del psicoanálisis, resulta seguramente de mayor interés seguir una indicación de la propia Alice Cherki.14 Según esta indicación, muy ambigua, la posición de Mannoni habría disuadido a Fanon, a pesar de que, como médico psiquiatra, se interesaba por los aspectos psíquicos de la colonización, de iniciar un psicoanálisis. Mannoni funcionaría entonces como contraejemplo: si el psicoanálisis es lo que Mannoni hace de él, puede uno ahorrárselo sin pérdida. De manera inversa, la interpelación de Frantz Fannon tuvo efectos importantes sobre Mannoni. Es antes bien Fanon, en su estilo salvaje, desfachatado, el que interpreta a Mannoni y le expropia su identificación con el colono, lo descoloniza; es el Negro el que analiza al Blanco y no al revés, y en ello reside la fuerza de ese genial texto breve de Fanon, más allá de aquello que dice y le hace a Mannoni.
En 1966 Mannoni escribe lo que se ha tendido a considerar como una autocrítica del texto de 1950.15 En 1966 el conjunto del sistema colonial ha sido liquidado, al menos bajo su forma institucional. La proverbial “dependencia inveterada” ha dado paso, algunos cientos de miles de muertos después, a la independencia. Es la hora de la descolonización; también Mannoni se descoloniza. ¿Qué decir ahora? En rigor Mannoni se entrega a una operación bien diferente. ¿Por qué, se pregunta, habría de escribir un libro diferente? ¿Porque la situación ha cambiado? No, lo que ha cambiado son sus ideas: ahora critica la utilización del término dependencia, a la vez que se pregunta seriamente a qué ha podido deberse que las fuerzas que sostenían la colonización se hayan revelado tan débiles.
Mannoni reconoce el error de haber buscado una explicación puramente psicológica a los problemas nacidos de la colonización. Pero destaca enseguida la utilidad de su libro en comparación con la “mística anticolonialista”16, como si hubiera allí una corriente amenazante. De lo que se trata es de proponer otra explicación psicológica, según la cual el psicoanálisis, cuya relación con la historia acaba de perder credibilidad, presenta de ahora en más, simplemente un diagnóstico más cauto que el de los liberales, sobre la posibilidad de erradicar el racismo. ¿A qué se debe? A que el Negro, según Mannoni, no se contentará con ser reconocido por el Blanco. Para Mannoni, el origen del malentendido es el universalismo de lo mismo, cuando la verdadera cuestión sería el reconocimiento de la alteridad. Compara la cuestión del racismo con la exigencia de una mujer de ser reconocida como una igual y a la vez como mujer, luego por sus defectos más evidentes, etc. Extraño argumento a la vez racista y sexista. Sólo la igualdad forma parte del universal, y como tal es impracticable; ya ven ustedes, prosigue Mannoni, que ella niega la diferencia. Vemos emerger aquí el gran tema de los debates sobre la sexualidad de los años ‘80. Así, imperceptiblemente, hemos pasado de la idea de que los pobres independentistas serán incapaces de hacer uso de su libertad política, a la idea de que querrán abusar de su diferencia frente a nosotros.
Ocurre que entretanto Mannoni ha descubierto los recursos de la metafísica lacaniana y las piruetas políticas que ella permite.17 La diferencia racial no es sino la forma que estaría tomando “aquello que de todos modos no funciona en las relaciones humanas” … “el negro encarna ese mal y nosotros nos resistimos a esa revelación” (de que hay algo que no funciona en términos generales) … “es la coexistencia de los hombres entre sí y no únicamente entre las razas lo que está en cuestión”. Es a esto a lo que se resiste el “anti-racista puro” (?): “la diferencia ha sido cargada a la cuenta del Negro, le ha sido imputada como el pecado original.”18