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Aquiles. Gonzalo Alcaide Narvreón
Читать онлайн.Название Aquiles
Год выпуска 0
isbn 9788468544885
Автор произведения Gonzalo Alcaide Narvreón
Жанр Языкознание
Издательство Bookwire
–Yo voy... ¿qué traigo? –preguntó Aquiles.
–Traé agua y gaseosa y no sé si vos vas a querer tomar vino o cerveza –dijo Adrián.
–No, no... si tomo alcohol ahora, terminamos de almorzar y me voy directo a la cama. Además, aún tengo que terminar de hidratarme –respondió Aquiles.
–Bueno, entonces nada de alcohol, porque yo estoy igual que vos –dijo Adrián, mientras que lavaba lo que habían dejado en la pileta.
Aquiles regresó con una bandeja cargada de bebidas y se sentaron a compartir el almuerzo, disfrutando de un día realmente espectacular.
Pasaron la tarde al aire libre. Aquiles y Adrián salieron a andar en Kayak y compartieron el resto de la tarde con sus mujeres al lado de la piscina, hasta que el sol fue cayendo.
A la noche, decidieron prender fuego y tirar algunas cosas sobre la parrilla; algo de carne, provoletas y variedad de verduras para grillar.
Adrián, con el consentimiento de Inés, había llamado a Félix y a Marcos para invitarlos a almorzar el domingo. Félix y Sofía tenían planes con los chicos y extrañamente, Marcos le había dicho que estaba cansado y que no andaba con ganas, por lo que ambos desistieron de aceptar la invitación.
–Muy raro que Marcos haya dicho que no tiene ganas... –dijo Adrián.
–Le cuento algo, pero que no salga de acá –dijo Aquiles, entre copas de vino y en medio de una picada con queso, aceitunas y fiambres.
Los tres los miraron atentamente e intrigados.
–Esta semana Marcos me contó que tiene que hacerse una biopsia de la próstata, por lo que está bastante preocupado –dijo Aquiles.
–Huyy... pero ¿qué sucedió? –preguntó Adrián.
–Hace un tiempo, ya me había contado que se estaba levantando seguido para orinar y finalmente fue a hacerse un control urológico. El médico, además de los estudios de rutina, le hizo tacto y notó algo que supone no reviste de mayor importancia, pero por las dudas, le mandó a hacer una biopsia –dijo Aquiles.
–Huyy, pobre... que feo. Esperemos que no sea nada, pero hacerse una biopsia prostática no debe ser nada agradable –dijo Inés.
–Y no, sospecho que no. Nada agradable que anden hurgando por ahí para sacarte tejido –dijo Aquiles, que agregó– se los cuento, porque seguramente sea por ese motivo que no esté de humor como para venir mañana.
–Bueno... esperemos que sea solo algo inflamado y nada más que eso –dijo Marina.
–Ustedes dos dentro de poco ya deberían arrancar con esos controles –dijo Inés.
–Aún quedan unos años; supuestamente después de los cincuenta hay que arrancar, a no ser que tengas antecedentes familiares –dijo Adrián.
–Lindo día que hemos pasado –dijo Aquiles, cambiando completamente de tema.
–Muy lindo y aún no ha terminado –dijo Adrián.
El clima de la reunión era realmente muy agradable y acogedor. Los cuatro conversando de manera distendida al lado de las brasas que crujían en la parrilla, rica comida, buen vino, buena compañía, clima perfecto.
–¿No se contactaron más con esa pareja de canadienses que se habían cruzado en México? –preguntó Inés sorpresivamente.
–No, no... al poco tiempo de regresar, ella me mandó un par de mensajes que solo se los respondí por amabilidad, pero la verdad es que no dio como para que la comunicación fuese más fluida –dijo Marina.
–Casualmente, yo los volví a ver en un sueño que tuve hace unos días –dijo Aquiles.
–Ahh, si, ahora me acuerdo que me dijiste que habías soñado con ellos, pero se te hacía tarde, te tenías que ir y finalmente, nunca me contaste nada... ¿qué soñaste? contanos –dijo Marina.
Sin quererlo, e inesperadamente, Aquiles se acababa de meter solito en un brete. Pensó rápido y decidió contar el sueño tal cual había sucedido; después de todo, había sido un sueño y que cada quien tendría la libertad de interpretar lo que quisiera interpretar.
Aquiles tomó su copa de vino, bebió un sorbo y comenzó con el relato, atrapando la atención del grupo.
–Fue realmente muy raro y al mismo tiempo muy real –dijo Aquiles lentamente.
–Dale... contanos de una vez –dijo Inés, con su rostro sonriente y dibujando un gesto de picardía.
–Estábamos en la terraza de la cabaña de ellos, la noche aquella en la que habíamos cenado juntos y que luego nos insistieron para que los acompañásemos a tomar algo, creo que les contamos la historia esa –comenzó a relatar Aquiles.
–Sí, sí, nos contaron, por eso es que pregunté –dijo Inés.
–Bueno, en mi sueño fue sucediendo casi todo igual, solo que estando yo en la terraza sobre el camastro, giré la cabeza y vi que Critie avanzaba sobre Marina y que le daba un beso –dijo Aquiles.
–Ahhh puerquita –dijo Adrián mirándola a Marina, riendo y haciéndole una broma.
–En ese momento, Ethan avanzó sobre mí, apoyó una mano sobre mi muslo y...
–Huyy... ya me la veo venir –dijo Adrián.
–Callate y dejalo seguir –lo retó Inés.
...comenzó a subirla, hasta que la apoyó sobre mi bulto y apoyando la otra mano sobre mi pecho, me empujó y me dejó acostado sobre el camastro –continuó Aquiles.
–Opa... los deseos reprimidos –dijo Inés riendo.
–No seas turra... no sabés que feo es querer moverse y no poder hacerlo... horrible la sensación de sentirte paralizado –dijo Aquiles.
–¿Y cómo siguió? –preguntó Adrián entusiasmado.
–Ahí se me tiró encima y me clavó un beso –continuó Aquiles.
–Ahh bueno... concretaste en tu sueño lo que ellos realmente querían hacer –dijo Marina.
–¿Y cómo reaccionaste? –preguntó Adrián.
–No me podía mover... solo pude mirar nuevamente hacia adentro y vi que Marina y Cristie se recostaban sobre la cama y ahí me despertó el ruido de un trueno –dijo Aquiles.
–Que loco que se te haya activado ese recuerdo y que hayas armado casi la misma escena, pero con diferente final –dijo Marina.
–Sí, la verdad es que sí... Además, desde que regresamos, salvo en el momento en el que les conté la historia, nunca más se me habían cruzado por la cabeza –dijo Aquiles, que tuvo un cruce de mirada con Adrián, en la que ambos entendieron que fue lo que podría haber disparado ese sueño.
–La comida ya está lista –dijo Adrián, que comenzaba a sacar la carne de la parrilla, mientras que Aquiles se ocupaba de poner las verduras en una fuente.
Pasaron una velada realmente agradable y distendida. Completaron la cena nuevamente con helado y café y se tiraron en el living a mirar un policial.
Adrián y Marina se despidieron y subieron las escaleras. Marina fue hacia el cuarto y antes de seguirla, Aquiles salió al jardín y caminó hasta la orilla del río, sobre el que se veía reflejada la luna llena.
Apoyó ambos brazos sobre la baranda de madera y nuevamente, cruzaron por su cabeza los recuerdos de lo sucedido en el departamento de Alejandro, desde la primera paja compartida en diciembre, hasta lo más movilizador y hasta aterrador que le había sucedido hacía apenas unos días.
Caminó hacia la casa y moviendo su cabeza como intentando despejar esa maraña de recuerdos, fue hacia su habitación para compartir otra noche de tranquilidad junto a su mujer.