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los toppings. Inés puso el resto dentro en una bolsa que guardó en el freezer.

      Prepararon la típica de Mozarella, una con queso solo y otra con jamón, una de cebolla, otra con Mozarella y huevo duro, una con champignones y otra con queso azul y apio. Variado para todos los gustos y como para dejar satisfechos a los paladares de todos.

      Adrián y Aquiles comenzaron a llevar la vajilla a la mesa de la galería, junto con las latas de cerveza y las botellas de agua y de gaseosa.

      Comenzaron a salir las pizzas del horno y Adrián encendió el horno eléctrico que tenía en la galería, al lado del horno a leñas y lo puso al mínimo, ya que lo utilizaría solo a los efectos de mantener las pizzas templadas.

      Sacaron la última pizza y los cuatro dejaron la cocina para sentarse a la mesa de la galería y disfrutar de lo que, seguramente, resultaría una amena y amigable velada.

      Llenaron las cuatro copas y brindaron por su amistad y por los hijos que estaban en camino.

      –Parece mentira, pero dentro de poco seremos padre; va quedando menos tiempo –dijo Adrián.

      –Sí, cambio de vida para siempre; ya nada será lo mismo –agregó Aquiles.

      –Ayy... bueno, lo decís como si fuese algo tremendo –dijo Marina.

      –No, para nada... solo fue un comentario realista; no lo dije como algo tremendo, sino que como una descripción realista de lo que va a suceder –respondió Aquiles.

      –De todas maneras, ya no hay devolución –dijo Adrián, acariciándole la panza a Inés.

      –Pensé en que quizá les decían a los muchachos –dijo Aquiles, recibiendo una patada que le daba Marina por debajo de la mesa.

      –Pensé en decirles, pero Inés no tenía ganas de multitud –dijo Adrián.

      –Es cierto, soy la culpable; tenía ganas de compartir algo tranquilo con ustedes. Además, estamos atravesando la misma situación de vida y siento que tenemos más cosas en común –dijo Inés.

      –Es cierto, me parece que hay más puntos de contacto, más allá de que está todo bien con todos –comentó Marina.

      –Si, por supuesto... que no se mal interprete lo que digo. Está todo bien con todos, solo que siento mayor afinidad con ustedes. De todas maneras, podemos decirles que vengan a almorzar el domingo –agregó Inés.

      –Bueno, dale, vamos viendo –dijo Adrián.

      –Deliciosas las pizzas, la masa esta crocante y en el punto justo –comentó Aquiles.

      –Riquísimas –dijo Marina.

      –¿Seguís con las clases de windsurf? –preguntó Inés, dirigiéndose a Aquiles.

      –Están en stand by por la lastimadura de Alejandro –respondió Aquiles.

      –Ah, cierto... y ¿cómo anda ese muchacho con el pie? ¿aún no va a trabajar? –preguntó Inés.

      Adrián miró a Aquiles para ver si el tema lo incomodaba o si lo transitaba con naturalidad.

      –Justamente regresa a la oficina el lunes próximo; aunque, de todas maneras, esta semana estuvo trabajando desde su casa. El único cambio en realidad fue que Marcos tuvo que arreglárselas solo con las audiencias programadas en Tribunales –contestó Aquiles.

      –Increíblemente, jamás hablamos de los nombres elegidos para nuestros hijos –dijo Inés, cambiando completamente de tema.

      –Es cierto –contestó Marina, que agregó– ustedes ¿qué tienen en mente?

      –Estamos entre dos posibilidades y aún no definimos. Si es varón, una de las opciones es Carlo y la otra Franco –dijo Inés.

      –Lindos los dos... italiano y español, cortos y fuertes; ambos son lindos –dijo Marina, que agregó– ¿y si es nena?

      –A mí me gusta Ana, pero ella no está muy convencida... de todas maneras, hasta los cinco meses no tendremos certeza sobre el sexo –dijo Adrián.

      –Bueno, el mes que viene ya lo van a saber ¿no? –dijo Aquiles.

      –Si, en abril se cumplen las veinte semanas –contestó Inés, que preguntó– ¿y ustedes?

      –Felipe si es varón –dijo Marina.

      –Contundente... de la realeza española –dijo Adrián.

      –A mí siempre me gustó ese nombre –agregó Aquiles.

      –¿Y si es nena? –preguntó Inés.

      –A mí me gusta Catalina, pero Marina tampoco está convencida, así que mejor esperar a saber el sexo antes de pelearnos por el nombre –dijo Aquiles.

      En medio de la charla, sin darse casi cuenta, las seis pizzas estaban desapareciendo, como también las latas de cerveza.

      –Voy a traer más cerveza –dijo Adrián, levantándose y caminando hacia la cocina.

      –Qué raro... pronosticaron un fin se semana con buen clima y en el horizonte se ven relámpagos –dijo al regresar.

      –Quizá sea una lluvia pasajera, o quizá esté yendo hacia otro lado –dijo Aquiles.

      –Probablemente –contestó Adrián.

      –¡Que modorra que me agarró! entre la cerveza, la panza llena y la hora, estoy a punto caramelo como para dormir como un oso –dijo Aquiles.

      –Pará que traemos el helado y preparo café –dijo Inés, levantándose para ir hacia la cocina, seguida por Marina.

      –Che, ¿Alejandro no te contactó después de lo que sucedió? –preguntó Adrián, aprovechando que sus mujeres se habían retirado.

      –Me envió un mensaje de Gym pidiéndome disculpas y le contesté que ya lo hablaríamos personalmente, que no me enviara mensajes para hablar de ese tipo de cosas... me puso OK y ese fue el único contacto –contestó Aquiles.

      –Supongo que para él tampoco va a ser sencillo, considerando que está el trabajo de por medio –dijo Adrián.

      –Supongo que no –comentó Aquiles, agregando– al día siguiente, Marcos necesitaba nuevamente enviarle unos documentos y me preguntó si se los podía alcanzar; en un principio, pensé en inventarle algo para decirle que no podía y finalmente, decidí dejárselos en la garita de seguridad del edificio para que se los subieran. La verdad, es que no daba como para subir a su departamento y estar nuevamente solos –dijo Aquiles.

      Adrián escuchaba atentamente y no hizo ningún comentario.

      Las chicas regresaban de la cocina con una bandeja cargada con el pote de helado, los bowls y todo lo necesario como para tomar un rico café.

      –Parece que se viene la lluvia nomas –dijo Inés, mirando el cielo que comenzaba a cubrirse con nubes medio rojizas.

      Sirvieron el helado y el café. Junto con las primeras gotas, se levantaron e ingresaron a la casa, dejando todo en la galería como para levantar al día siguiente.

      –Quizá mañana, en lugar de día al aire libre, termine siendo un día para Flow y Netflix. –dijo Adrián.

      –Eso parece –comentó Aquiles, mientras que observaba la capa de vapor que comenzaba a formarse sobre la superficie del agua de la piscina.

      –Bueno chicos, creo que les dejé todo preparado; cualquier cosa que necesiten avisan con confianza. Yo me voy a la cama; mañana nos vemos –dijo Inés, saludando con la mano y dirigiéndose hacia la escalera.

      –Yo te sigo –dijo Adrián, que luego de saludar a Marina con un beso y a Aquiles con un abrazo, también subió la escalera.

      Marina y Aquiles se quedaron por un instante parados al lado del ventanal, observando

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