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que con la publicación del libro 100 maneras de poner las pilas a tu familia, quedaba cerrada esta línea de trabajo, pero tras los comentarios y sugerencias recibidas, tanto por parte de padres y profesores, como sobre todo por parte de alumnos, me di cuenta de que todavía quedaba mucho por hacer. Además de animarme a seguir adelante, lo que más me ha motivado a dar este segundo paso es la aportación que me han hecho mis alumnos: más ideas y más maneras de seguir poniendo las pilas a la familia.

      Recuerdo una conversación con varios alumnos de Bachillerato en la que me transmitían sus impresiones tras realizar una labor solidaria del Colegio. Estuvieron escuchando a una persona indigente, a la que habían dado un café caliente a primera hora de la mañana, y desde entonces comenzaron a agradecer más la educación recibida de sus padres. Otros alumnos de 2º de la ESO al preguntarles sobre la importancia del ejemplo de sus padres, profesores, etc., en su educación, me dijeron que el buen ejemplo tiene mucha más influencia de lo que pensamos, y que debemos ser conscientes del bien –o del mal– que puede causar. No hace mucho, algunos alumnos regresaron del Camino de Santiago, y me transmitían con emoción sus conversaciones con otros peregrinos, tantas veces en torno a la familia, como lugar al que siempre se vuelve.

      Y es que todo lleva su tiempo, especialmente lo que merece la pena. Por eso los padres tienen que hacer las cosas bien y ser pacientes, tal como afirma Stephen R. Covey en su libro Los 7 hábitos de las familias altamente efectivas:

      …en todo lo que hagáis en vuestra familia, tengáis en mente el milagro del árbol de bambú chino. Desde que se planta la semilla de este asombroso árbol, no se ve nada, absolutamente nada, durante cuatro años, excepto un pequeño bulbo saliendo de la tierra. Durante esos cuatro años, todo el crecimiento se lleva a cabo bajo la tierra en una estructura enorme y fibrosa de raíces que se expande hacia abajo y a lo ancho. Pero entonces, al quinto año, el árbol crece ¡hasta los 25 metros!

      Mucho de la vida de una familia es como el árbol de bambú chino. Uno trabaja e invierte tiempo y esfuerzo, y hace todo lo posible para nutrir el crecimiento y en ocasiones no se ve nada durante semanas, meses o incluso años. Pero si se es paciente y constante, si se sigue trabajando y alimentando, ese «quinto año» llegará y nos asombraremos del crecimiento y el cambio que se ha producido.

      Todos los miembros de la familia son importantes, como comentó el Papa Francisco en la audiencia general del 11 de febrero de 2015:

      La alegría de los hijos hace latir los corazones de los padres y vuelve a abrir el futuro. Los hijos son la alegría de la familia y de la sociedad. No son un problema de la biología reproductiva, ni uno de los muchos modos de realizarse. Y mucho menos son una posesión de los padres…No, no. Los hijos son un don. Son un regalo, ¿entendido? Los hijos son un don. Cada uno es único e irrepetible; y al mismo tiempo, inconfundiblemente ligado a sus raíces. Ser hijo e hija, de hecho, según el designio de Dios, significa llevar en sí la memoria y la esperanza de un amor que se ha realizado a sí mismo encendiendo la vida de otro ser humano, original y nuevo. Para los padres cada hijo es sí mismo, es diferente, diverso. Permítanme un recuerdo de familia. Recuerdo que mi mamá decía sobre nosotros, éramos cinco: «Yo tengo cinco hijos». «Cuál es tu preferido?», le preguntábamos. Y ella: «Yo tengo cinco hijos, como tengo cinco dedos. Si me golpean este me hace mal; si me golpean este me hace mal. Me hacen mal los cinco, ¡todos son míos! Pero todos diferentes como los dedos de una mano». ¡Y así es la familia!

      Con frecuencia aparecen publicaciones centradas en la familia, en su educación y en los valores que merece la pena transmitir, que sirven de ayuda a padres y a educadores en su apasionante labor. Todos ellos agradecen que tengan un estilo animante y positivo, lejos de tópicos y de recetas precocinadas. Por ese motivo utilizaré un lenguaje directo, ya sea el lector un hombre adulto, un niño o un adolescente. Es evidente que al sugerir ideas a los padres, me dirijo al matrimonio. Y al dirigirme a los jóvenes, he evitado agotar al lector con el clásico «o/a»: los comentarios son válidos tanto para chicas como para chicos.

      El libro puede empezarse por el principio, por el medio o por el final. Lo mejor quizá sea buscar un aspecto, mirar el índice alfabético (al final del libro) y dirigirse a esa página. Todo lo que cuento está contrastado por muchas pisadas y muchas horas de educación. Como es evidente, son pistas para mejorar, ideas, sugerencias.

      Ojalá te sirvan.

      El autor

      DAR LAS GRACIAS

      «Agradecer los favores

       nos hace ser mucho mejores»

      Dar las gracias debe formar parte de nuestro vocabulario habitual. Así seremos conscientes de los favores que recibimos.

      Una de las cualidades humanas que manifiesta más claramente la madurez, la salud psicológica y la calidad humana de una persona, es su capacidad de agradecer.

      El ser humano necesita de los demás. No se concibe la existencia de un hombre sin otros hombres. Para avanzar por la vida es necesario apoyarse en los demás. En el sentido más literal, convivir es «vivir con». Y eso es lo que hacemos de una forma habitual.

      La capacidad de agradecer está relacionada con el darse. Alguien que sabe darse, es decir, abrir la puerta de su vida hacia afuera, a los otros, ese es agradecido…

      Agradecer es dar las gracias. Una persona agradecida, de alguna manera, está en deuda con el otro, adquiere un compromiso, y eso es lo que se rechaza: «No quiero compromisos, no quiero cuentas pendientes con los demás»1.

      Padres

       Agradece a tus hijos los pequeños detalles, y así sentirán que el mejor premio es el reconocimiento de mamá y de papá.

       Procura vivir en familia, de forma habitual, un ambiente de gratitud. En la mesa, agradece a quien reparte el pan, etc.

       En el trato diario con los vecinos, podemos agradecerles si nos dejan pasar primero al ascensor, etc.

      Niños

       Si un hermano mayor te ayuda a realizar las tareas escolares o te explica un tema que te cuesta aprender, deberás darle las gracias por el tiempo que te ha dedicado.

       En el Colegio puedes encontrar muchas ocasiones. Agradece a las cocineras cuando te sirven la comida, y más aún si lo hacen con la mejor de sus sonrisas.

       Con tus compañeros de clase o de actividades extraescolares tendrás muchas oportunidades de agradecerles pequeños servicios (si te acercan una botella de agua durante el deporte, etc.).

      Adolescentes

       Agradece a tus padres el tiempo que te dedican resolviendo tus dificultades, o por esas conversaciones en las que te aportan sus buenos consejos.

       Los favores entre amigos es algo normal, pero no por ello debes olvidar dar gracias al que te los hace. El agradecimiento fortalece la amistad.

       Cuando realizas alguna compra y te devuelven el cambio con el resguardo de la compra, es bueno que te acostumbres a dar las gracias.

      CONSTANCIA

      «Las personas constantes

       siempre siguen adelante»

      Todas las personas nos marcamos objetivos. Algunos son académicos, otros profesionales, deportivos y, por supuesto, también retos personales como dejar de fumar, adelgazar, etc. Para lograr cualquier de ellos se necesita constancia.

      Son innumerables los episodios protagonizados por descubridores del Nuevo Mundo, ejemplos magníficos de constancia.

      El 20 de septiembre de 1519 partía de Sanlúcar de Barrameda una flota de cinco naves, mandada por Hernando de Magallanes, al que acompaña Juan Sebastián de Elcano, con la misión de continuar la búsqueda del paso del sudoeste, ya comenzada por Solís, que les permita salir al Mar del Sur y llegar a las Molucas, las cuales, se supone, se encuentran en la zona de influencia

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