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del EPL crearon nuevas milicias que, según ellos mismos sostenían, eran necesarias para protegerse de las FARC, que los acusaban de proporcionar información al estado. La nueva milicia formó una alianza con los paramilitares, que aportaban protección adicional a los civiles vinculados tradicionalmente con el EPL.

      Tan pronto como se establece el vínculo entre los grupos de civiles y su probable apoyo a la insurgencia o al estado, es posible la selección de objetivos militares colectivos. Esa situación es más palpable, sin embargo, cuando un grupo armado intenta controlar una comunidad. En guerras civiles irregulares (es decir, aquellas protagonizadas por insurgencias), los grupos contrainsurgentes tienden más a emplear esa estrategia debido a que supone recursos abundantes y permite llamar la atención. La insurgencia, por lo general, no puede permitirse esos privilegios. Las comunidades o sectores de comunidades en que vive población civil supuestamente desleal son los que con mayor probabilidad caen en el punto de mira de la limpieza política. Esto es aún más factible en comunidades en las que la población local va a beneficiarse de alguna manera de la expulsión de sus vecinos. En el caso de Arturo, el partido político que él apoyó fue especialmente problemático debido a que desafió el poder de las élites locales, a las que incitó a aliarse con grupos contrainsurgentes. Sin Arturo y sus vecinos, las élites pudieron ganar las elecciones y restablecieron su poder político de ahí en adelante.

      Evidencia sobre Colombia

      El libro documenta la selección de objetivos militares colectivos y la limpieza política, al tiempo que emplea evidencia sobre Colombia con el fin de entender cuándo y dónde esos fenómenos pueden tener lugar. La de Colombia no es una guerra civil de carácter étnico, por lo que la evidencia sobre la selección de objetivos colectivos en el país es indicativa de que esa práctica también puede existir en otras guerras civiles que carecen de naturaleza étnica. Además, Colombia es un país con una gran diversidad de regiones, topografías y presencia estatal, lo cual posibilita evaluar el argumento bajo condiciones variadas en el contexto de una misma guerra. Por último, debido a la importancia de las elecciones en la guerra civil colombiana, la experiencia es iluminadora con respecto a otras guerras civiles que a menudo adoptan las elecciones como mecanismo para la construcción de paz o para la resolución de conflictos.

      Las formas de desplazamiento que el libro describe y explica son difíciles de observar de manera directa. Además, la recolección de datos en las guerras civiles es compleja. Los registros suelen perderse o han sido destruidos, y los recuerdos de las personas cambian en el transcurso de la guerra. Para recopilar información, fui a la región del Urabá en el noroccidente de Colombia, uno de los territorios que primero padecieron el resurgimiento de la violencia en la década de 1990. El Urabá es una región diversa, que cuenta con comunidades rurales y centros urbanizados, economía de subsistencia y agricultura comercial. Por toda la región hay enclaves habitados por seguidores de partidos políticos distintos, lo cual me permitió estudiar si ciertas personas tenían mayor probabilidad de caer en el punto de mira y huir en comparación con sus vecinos. Cuando decidí recolectar evidencia sobre la variación de las lealtades políticas, encontré lo que estaba buscando en una concurrida oficina administrativa, cuyo agobiado director me permitió entrar a los “archivos”, una azotea que más parecía la obra de un acumulador. Montones de papeles ocupaban la mayoría del espacio. Había bolsas atiborradas de las que salían papeles que llenaban todo el recinto e impedían entrar. Al final, localicé algunas carpetas que contenían lo que necesitaba: la lista de votantes registrados, organizada por orden de número de cédula y puesto de votación. Esas listas se hacían antes y después de que los grupos paramilitares llegaran a la región, por lo que pude establecer quienes se habían quedado y quiénes se habían marchado después de que aquellos tomaron el control. En otra carpeta encontré los resultados de las elecciones locales, también organizados de acuerdo con el puesto de votación. Esos registros me permitieron demostrar que quienes residían en lugares que estaban a favor de la UP tenían más probabilidad de huir. Aún así, esos datos, que aludían al desplazamiento de población, pudieron haber sido producto de alguna coincidencia o la consecuencia de algún otro factor. Con el fin de indagar si los paramilitares habían puesto en el punto de mira y expulsado a los simpatizantes de la UP de forma deliberada me di a la tarea de buscar información de archivo que me permitiera arrojar luz sobre lo que había ocurrido en el municipio durante esa época. Identifiqué al archivista de la localidad, Albeiro, en las instalaciones de la alcaldía, dentro de una caseta ubicada al aire libre, en la que manipulaba una fotocopiadora y tenía unos cuantos expedientes municipales empastados. Después de varias visitas, Albeiro me llevó a los archivos municipales, ubicados en las entrañas del coliseo del poblado. Caminamos por debajo de las graderías (que ese día estaban abarrotadas con Testigos de Jehová que habían acudido a un encuentro), Albeiro abrió un candado y me llevó a una habitación sofocante que hedía a moho. La mayoría de los documentos se encontraban almacenados en cajas viejas que tenían impresas marcas de empresas cultivadoras de banano. Algunos expedientes estaban empastados en cuero falso de color verde. Albeiro me permitió redactar un contrato improvisado y entregar mi documento de identidad colombiano como garantía, lo cual permitió que me llevara los documentos a la pequeña habitación de hotel en la que me alojaba, en la que les tomé cientos de fotos digitales durante varios días. Los documentos eran actas de reuniones que un comité local celebraba para debatir la evolución de la violencia en Apartadó. Por lo tanto, proporcionaban una imagen detallada de la forma en la que los funcionarios locales, incluyendo al alcalde, el director de la Policía y el médico forense del municipio, percibían la violencia en esa época, y ofrecen la oportunidad de analizar hasta qué punto los paramilitares desalojaron a los simpatizantes de la UP. Los expedientes muestran que los paramilitares emplearon tácticas relacionadas con la selección de objetivos militares colectivos y que intentaron expulsar a los residentes de barrios habitados por seguidores de la UP: volantes y grafitis que conminaban a la gente a que se fuera y tiros al aire dentro de los barrios de la UP, tal como Arturo describió.

      En su conjunto, la evidencia que recopilé en Colombia muestra que el ataque contra objetivos militares colectivos y la limpieza política ocurrieron y que se dieron de acuerdo con mis expectativas: en lugares en los que las personas desleales quedaban al descubierto y en los momentos en los que los grupos armados procuraban incorporar un territorio bajo su control. Una excepción interesante es la de un conjunto de asentamientos rurales enclavados en las montañas al occidente de Apartadó. A pesar de que habían mostrado un respaldo arrollador a la UP en las elecciones y de que afrontaron una intensiva persecución que los había convertido en objetivos militar colectivo, los pobladores lograron contrarrestar la limpieza política. Con base en entrevistas con miembros de la comunidad y personas vinculadas con colectivos de abogados, planteo que el ejercicio de resistencia frente a una estrategia de identificación de objetivos militares colectivos requiere coordinación entre los miembros del grupo que está en el punto de mira, lo cual, a su vez, implica organización. La organización conlleva a adoptar medidas estrictas dentro de la comunidad, con el fin de desincentivar la huida y de incentivar a la gente para que se quede, incluso ante el riesgo de enfrentar situaciones violentas. Las conexiones con redes de apoyo externas también contribuyen a afianzar la determinación de los miembros de la comunidad. Por ejemplo, las comunidades indígenas, que cuentan con instituciones de autogobierno y apoyo externo, así como algunas comunidades de paz, han conseguido crear condiciones poco usuales, pero necesarias para evitar la limpieza política.

      Con base en los hallazgos que hice en el Urabá, recopilé información cuantitativa sobre desplazamiento y resultados electorales en toda Colombia, los cuales apuntan a que, en otras comunidades, los seguidores de la UP también fueron convertidos en objetivo militar colectivo y que el proceso de limpieza política se replicaba en esos contextos. Debido a que la documentación detallada es difícil de encontrar o no está disponible, no puedo poner a prueba el argumento de forma rigurosa en guerras civiles distintas a la que se ha librado en Colombia. Lo que ha ocurrido en Colombia, no obstante, puede suceder en otras guerras civiles.

      El desplazamiento de población civil durante las guerras civiles merece atención en términos de rigor analítico. Los avances recientes en el estudio de la violencia que tiene lugar en el marco de la guerra civil han mejorado nuestra comprensión

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