Скачать книгу

que en Colombia hicieron posible este trabajo. Ante todo, estoy en deuda con los cientos de personas que de manera amable compartieron sus historias. Enilda Jiménez, Mario Agudelo y William Forero fueron en extremo generosos. Espero haber capturado la esencia de sus percepciones y recuerdos. Donny Meertens, Jorge Restrepo, Mauricio Romero, Consuelo Valdivieso y Pedro Valenzuela me proporcionaron apoyo y orientación en Bogotá. En especial, estoy agradecida con Ana María Ibáñez y Fabio Sánchez, quienes me acogieron en el Centro de Estudios de Desarrollo Económico (CEDE) de la Universidad de los Andes y en su vívido entorno durante mis estadías en Bogotá, y siempre me ayudaron a ubicar la información que necesitaba o compartieron la que tenían a su alcance. Andrés Gómez, Lizeth Herrera, Gloria Lema Vélez y Nidia Montoya fueron sumamente serviciales en Medellín. Ana Aldana, Mariana Blanco, Valentina Calderón, Juan Espinosa, Carolina Gómez, Luisa Lema Vélez, Claudia López, Andrés Mesa, Alf Onshuus, Eli Prado, Saúl Sánchez, Rebecca Tally, Harold Tenorio y Juan Vargas me brindaron serenidad, sabiduría y amistad, y transformaron Bogotá en mi segundo hogar.

      Muchas otras personas me proporcionaron herramientas para tratar de entender los relatos que iba recolectando, así como el desplazamiento y la política. Contraje mi mayor deuda intelectual con Stathis Kalyvas, quien influyó de manera profunda en mi modo de pensar. Soy la científica social que he llegado a ser gracias a él. Libby Wood fue una mentora increíble, tanto en el aula como en el trabajo de campo, y me inspiró de forma constante para convertirme en una mejor académica y en una mejor persona. Habría resultado en extremo favorecida de haber tenido a Stathis o a Libby como directores. Es difícil dimensionar lo afortunada que he sido por haberlos tenido a ambos. Asimismo, la comunidad universitaria en Yale resultó invaluable. Adria Lawrence y Matt Kocher fueron amigos y confidentes que no solamente influyeron en mi forma de pensar, sino que me animaron en tiempos de crisis. Sue Stokes me impulsó a reflexionar más allá de Colombia y de las guerras civiles. Pierre Landry y Ian Shapiro también me alentaron y apoyaron. El Taller de Política Comparativa (Comparative Politics Workshop) y el grupo Orden, Conflicto y Violencia (Order, Conflict and Violence) moldearon el tipo de politóloga que soy. También, estoy muy agradecida con Jake Shapiro, quien me dio la oportunidad de continuar mi investigación en Colombia como investigadora posdoctoral. Su energía, que parece ser imparable, así como sus agudas intuiciones me forzaron a trabajar de forma más ardua y, espero, de manera más efectiva.

      Varios años antes de cursar mi doctorado, Sheryl Kohl, David Patten, Jan Denman, Jeanne Hey, Sheila Croucher y Emile Haag me cautivaron, e influyeron en mi forma de ver el mundo, en los interrogantes que me planteo y en la manera en que trato de trasponer esa información en el papel. Adam Isacson se convirtió en un modelo de desempeño debido a su infatigable vocación de defensa humanitaria, basada en la descripción rigurosa y en un conocimiento profundo sobre Colombia.

      Este trabajo ha sido posible, además, gracias al apoyo financiero de la Fundación Nacional para la Ciencia (National Science Foundation), el programa Hays de Fulbright para Investigación de Disertación Doctoral en el Extranjero (Fulbright Hays Doctoral Dissertation Research Abroad), el Programa sobre Orden, Conflicto y Violencia (Program on Order, Conflict and Violence), el Centro MacMillan de Estudios Internacionales y de Área (MacMillan Center for International and Area Studies) de Yale, la Beca Andrew Berlin (Andrew Berlin Award) del Instituto de Seguridad Nacional y Contra-Terrorismo (Institute for National Security and Counter-Terrorism) de la Universidad de Siracusa y el Grupo de Investigación sobre Política Económica y Gobernanza Transnacional (Political Economy and Transnational Governance Research Group) de la Universidad de Ámsterdam. La Universidad de Princeton y el Proyecto para Estudios Empíricos sobre el Conflicto (Empirical Studies of Conflict Project) también me brindaron apoyo a través de la Oficina de Investigación Científica de la Fuerza Aérea (Air Force Office of Scientific Research –AFOSR–), que me otorgó la beca número FA9550-09-1-0314. También estoy agradecida con Atsushi Tago y con el programa CROP-IT por apoyar de manera generosa mi año sabático en la Universidad de Kobe en 2015, etapa que me proporcionó el tiempo que tanto necesitaba para escribir.

      Diego Avellaneda, de forma hábil y eficiente, transformó cientos de fotos en información manejable. Nicole Martínez Moore, Leigh Newman, Nury Bejarano, Jessica Di Salvatore, Karen Lugo-Londoño y David Ifkovits también me brindaron una excepcional e importante asistencia de investigación. El apoyo institucional de la Universidad de los Andes y del CEDE en Bogotá fue extraordinario, así como la temporada que pasé en Econometría, en la etapa final del proyecto, y el período con CERAC, al comienzo.

      La preparación de la versión de mi libro en inglés fue patrocinada por el Institute for National Security and Counter-Terrorism de la Universidad de Syracuse, que me permitió traer al campus de esa universidad a Tom Pepinsky y al ya fallecido Will Moore. Me siento agradecida por haber vivido ese día, no solamente por haber recibido una retroalimentación sustancial y valiosa por parte de Tom y Will, sino también por la oportunidad que tuve de interactuar con Will. Algunos colegas de Syracuse, entre quienes están Matt Cleary, Seth Jolly, Dan McDowell, Quinn Mulroy, Shana Gadarian y Renee de Nevers, también comentaron varias secciones del libro y me ayudaron a mejorarlo. Dominika Koter y Juan Masullo leyeron algunos capítulos del manuscrito e hicieron generosos e incisivos comentarios. Rob Karl proporcionó un apoyo incondicional al proyecto desde el comienzo, despertó mi interés en el conocimiento sobre las FARC y fue mi asesor especializado para la elaboración de los capítulos históricos. Con paciencia y entusiasmo, Roger Haydon, en su rol de editor, contribuyó a que encontrara mi voz. También, estoy agradecida por los comentarios útiles de los dos evaluadores anónimos.

      Algunas partes del capítulo 1 fueron publicadas en “Seeking Safety: Avoiding Displacement and Choosing Destinations in Civil War”, Journal of Peace Research 46, n.º 3 (2009): 419-429. Secciones del capítulo 1 y del capítulo 5 aparecieron en “Electing Displacement: Political Cleansing in Apartadó, Colombia”, Journal of Conflict Resolution 55, n.º 3 (2011): 423-455. También, algunos fragmentos de los capítulos 1 y 6 fueron publicados en “Warfare, Political Identities, and Displacement in Spain and Colombia”, Political Geography 51 (2016): 15-29 (con Laia Balcells).

      Durante mis estudios de doctorado, y después de concluir esa etapa, también fui afortunada por haber conocido personas que no solamente admiro como académicos sino también como amigos. Ana Arjona, Juanita Aristizabal, Laia Balcells, Rob Becker, John Boy, Sarah Zukerman Daly, Steve Engel, Francesca Grandi, Sandy Henderson, Turku Isiksel, Corinna Jentszch, Oliver Kaplan, Steve Kaplan, Dominika Koter, Harris Mylonas, Rob Person, Livia Schubiger, Ryan Sheely, Paul Staniland y Michael Weintraub me ayudaron a darle forma a la investigación (también contribuyeron a que la aventura fuera agradable) y a todo ellos debo mi gratitud.

      El sentido del humor, el amor y la perspectiva de Kim Abbott, Julie Beck, Cat Byun, Amanda Chawansky, Christine Kim, Doug Kysar, Sarah Govil, Chris Donahue y Manuel Somoza consiguieron, al mismo tiempo, inspirarme y mantener mis pies en la tierra a lo largo de los años. Fuphan Chou, Beth Feingold y Hannah Stutzman –mis novillas– se las han arreglado para retenerme y alentarme, incluso a larga distancia. Fu nunca teme adentrarse en análisis profundos de todo tipo, y me lleva a encontrar verdaderos tesoros. Con su entusiasmo generoso, Bethy siempre me inspira para emprender aventuras e investigaciones comprometidas con el bien común. Hannah, mi piedra de toque mitad cachaca y mitad del Medio Oeste, así como interlocutora en situaciones de crisis, tiene la capacidad de aportar sabiduría, sensatez y amor en grandes cantidades y de la manera más sutil. No sé dónde estaría sin ellas. Asimismo, debo una gratitud especial a Alex Fattal, mi apreciado amigo que me mostró Cazucá, las virtudes de Dylan y mucho más, desde los primeros días que pasamos juntos en Bogotá.

      Mi mamá, Pamela Krohn, siempre me ha apoyado y animado, y confió en mí cuando emprendí mi propio camino, aun cuando este conducía a un país en guerra. Me siento muy agradecida con ella. Mi padrastro, David, ha sido también una fuente constante de apoyo, así como mis hermanastros Brian Krohn, Michael Krohn y Cheryl Klauminzer. El amor constante que el clan de los Peter me ha proporcionado a lo largo de los años ha sido casi incontenible. Mi amado hermano, James

Скачать книгу