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su narración, Modesto Lafuente no duda en señalar que «Viriato excitaba (…) á una alianza y general confederación contra el comun enemigo, exhortándolos á unirse en derredor de un solo estandarte nacional»; para continuar diciendo que Viriato había sido «el primero que indicó á sus compatriotas el pensamiento de una nacionalidad y la idea de una patria común»[75]. Parece que se trata de una clara apelación a la necesidad de unirse para acabar con el yugo romano, a pesar de que Lafuente, imbuido de un fuerte sentimiento nacional acorde a su época, no duda en presentar la guerra de Viriato como poco menos que precursora de las confrontaciones bélicas por la libertad que estaban teniendo lugar en el siglo XIX.

      Debemos volver otra vez al geógrafo de Amasia, ya que uno de los pasajes de su Geografía (III, 4, 5) nos puede situar ante un buen precedente del tema de la desunión. Creemos que el texto merece ser reproducido al menos parcialmente:

      Esta autosuficiencia alcanzó su máximo apogeo entre los iberos, que sumaban a ello su pérfido carácter y su falta de honestidad: pues en efecto eran agresivos y prestos al bandidaje por su forma de vida, pero sólo se atrevían a pequeñas acciones, en cambio no abordaban grandes empresas debido al hecho de que no constituyeron grandes potencias ni confederaciones. Pues si hubieran querido, efectivamente, combatir en conjunto no les habría resultado posible a los cartagineses someter sin riesgo la mayor parte de su territorio cuando los atacaron, e incluso todavía antes a los tirios, luego a los celtas, los que en la actualidad se llaman celtíberos y berones, ni después al bandido Viriato, ni a Sertorio, ni a algunos otros que deseaban ampliar sus dominios.

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