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Enciclopedia de la mitología. J.C. Escobedo
Читать онлайн.Название Enciclopedia de la mitología
Год выпуска 2011
isbn 978-84-315-5169-8
Автор произведения J.C. Escobedo
Жанр Энциклопедии
Издательство Parkstone International Publishing
ARISTEO
Hijo de Apolo y de la ninfa Cirene, que lo engendró en el lugar en que más tarde se alzó la ciudad que llevaría su nombre. Aristeo fue criado por las Ninfas, que le enseñaron a hacer leche cuajada, a criar abejas y a cultivar el olivo y la viña, oficios que más tarde Aristeo enseñó a los hombres. Se decía que inventó un método para extraer el aceite de los olivos y que fue el primero en mezclar el agua con la miel para obtener el hidromiel. Enseñó también a fabricar con la miel aromas y bálsamos contra las picaduras de insectos venenosos y a embalsamar los cadáveres. Amante de los viajes, Aristeo llegó hasta Tesalia, donde apacentó los rebaños de las Musas. De allí pasó luego a Beocia, donde se casó con Autónoe, una de las hijas de Cadmo, que le dio un hijo llamado Acteón. Después de la muerte de este, devorado por los perros como castigo por haber contemplado a Ártemis mientras se bañaba, Aristeo se dirigió a Arcadia y luego a Ceos, isla del Egeo, donde aconsejó a los habitantes sobre la manera de remediar una carestía que asolaba el país, y por último a Sicilia, Cerdeña y Tracia. Allí se enamoró de la ninfa Eurídice, y la persiguió con sus requerimientos amorosos. Sin embargo, la ninfa, que estaba a punto de casarse con Orfeo, no quería escucharle y un día, cuando intentaba huir del fogoso pretendiente, al atravesar un prado no vio una víbora, que la mordió, causándole la muerte. Las compañeras de la ninfa mataron, para vengarse, a todas las abejas de Aristeo, que, aconsejado por Proteo, tuvo que llevar a cabo numerosos y abundantes sacrificios para aplacar el espíritu de Eurídice. Inmoló cuatro toros y cuatro yeguas negras, y de las víctimas brotaron enjambres de abejas que le permitieron reconstruir sus colmenas. Un día Aristeo se desvaneció para reaparecer más tarde, según Heródoto, en Cízico, ocultándose de nuevo. Trescientos años después se supo que vivía en Metaponto, donde indujo a los habitantes a erigirle una estatua junto a la de Apolo. Según Plutarco, Aristeo poseyó el don de recuperar a voluntad su propia alma, que, al abandonar el cuerpo, tomaba la figura de un ciervo. El culto de Aristeo se difundió sobre todo en Sicilia, entre los pastores. Júpiter lo colocó entre las constelaciones, donde constituye el signo de Acuario.
ARPÍAS
Eran hijas, según se decía, de Taumante y Electra o de Tifón y Equidna. Monstruos fabulosos, eran representados como seres alados con rostro de mujer, cuerpo de pájaro, garras en las manos y en los pies y a veces con orejas de oso. Personificaban la rapiña, el hambre y los vientos tempestuosos que todo lo arrastran. Eran generalmente tres: Aelo, Celeno y Ocipete. Se las menciona principalmente en la leyenda de Jasón y los Argonautas, donde aparecen como perseguidoras del adivino ciego Fineo, cuya mesa solían ensuciar y saquear. Dos de los Argonautas, Kaleis y Zetes, las persiguieron hasta las islas Estrofades, donde, según cuenta la Eneida, las encontró Eneas.
ARQUÉMORO
Hijo de Licurgo, rey de Tesalia, llamado también Ofeltes, una de las primeras víctimas de la desventurada expedición de los Siete contra Tebas. Su institutriz Hipsipila lo había dejado en el suelo para mostrar a los siete héroes una fuente y entonces se le acercó una serpiente, que lo estranguló. En su honor, los Siete instituyeron los juegos Nemeos, cuya primera representación oficialmente reconocida tuvo lugar, sin embargo, en el 574 a. de C.
ARSÍNOE
1. También llamada Alfesibea. Hija de Leucipo. De su unión con Apolo nació Asclepio.
2. Hermosísima muchacha que no correspondió al amor que le brindó Arceofonte, quien se suicidó a consecuencia de su desesperación. En su funeral, Arsínoe mostró total indiferencia por él, por lo que Afrodita la convirtió en una roca.
ARSIPE
Una de las Minias.
ÁRTEMIS (DIANA)
Hija de Zeus y de Latona, era la hermana gemela de Apolo, aunque en realidad era la versión femenina de él. También ella iba armada con un arco y se la veneraba como la divinidad de la caza. Entregada a su pasatiempo preferido, recorría las montañas y los bosques con su séquito de ninfas, todas intrépidas cazadoras como ella, precedida por una jauría de perros ladradores. Después de sus veloces carreras en persecución de algún ciervo o jabalí, al que sus flechas infalibles no dejaban de alcanzar, la diosa solía refrescar su cuerpo sucio de polvo en los arroyos, pero se enojaba terriblemente si alguien osaba espiarla. Acteón, joven cazador que un día la descubrió cuando se disponía a bañarse en compañía de las ninfas, fue transformado en ciervo por esta y despedazado por sus perros. Ártemis se mantuvo virgen, habiendo solicitado y obtenido de Zeus que le permitiese continuar sin marido, libre y sin pasiones, para poder vagar a su antojo por la naturaleza, practicando la caza. Como diosa de la castidad era la protectora de las muchachas y de los jovencitos. Hipólito le fue particularmente grato por su pureza. Para honrar su pudor se le consagraban praderas que no habían sido tocadas por las hoces, y las flores que las esmaltaban simbolizaban el frescor de la diosa. Así como Apolo tenía el atributo de dios solar, Ártemis fue identificada con la luna y considerándola en este aspecto se la denominaba Hécate. Sus correrías nocturnas simbolizaban el camino de la luna, que con sus rayos penetra en la oscuridad de la naturaleza. Cuando dicho astro estaba velado por las nubes resultando casi amenazador, los pastores y los viajeros pensaban con estremecimiento en Hécate, que, representando a la luna invisible, figuraba entre las divinidades infernales.
Se le atribuían extraordinarios poderes para evocar a los espectros que recorrían los senderos desiertos, y por esto le estaban consagradas las encrucijadas. En relación con la importancia de la influencia de la luna sobre la fecundidad de la mujer y de la tierra, se creía que Ártemis presidía la procreación y era la diosa de la maternidad, con el título de Ilitía. Se cuenta que este poder se manifestó en el momento mismo de su alumbramiento cuando, habiendo nacido antes que su hermano gemelo Apolo, ayudó a su madre Latona, que había ido a dar a luz a un lugar desierto, en el parto de su otro hijo.
En Éfeso, Asia Menor, se consideraba a Ártemis la madre universal, símbolo de la fecundidad de la naturaleza. En el templo de dicha ciudad su imagen se representaba encerrada en una funda adornada con varias cabezas de toros, ciervos y leones, y numerosos senos. La Ártemis helénica aparece generalmente representada como una doncella de aspecto voluntarioso, vestida con una ligera túnica y armada con un arco y una aljaba. Su carácter de diosa lunar estaba indicado por la media luna que adornaba su frente. La cierva o el perro, animales que le estaban consagrados, aparecen representados a menudo junto a ella. El culto de Ártemis era sangriento en la Antigüedad clásica y se le ofrecían sacrificios incluso humanos. La diosa romana Diana tuvo las mismas atribuciones que la Ártemis griega, con la que se le identificó. Como diosa de los nacimientos se le daba el nombre de Lucina (y también Juno Lucina, por lo que se la confundió con Juno) y su culto tenía lugar principalmente en el Aventino (Diana Aventina).
ASCANIO
Hijo de Eneas y de Creúsa, llamado también Ilo. Eneas lo salvó la noche del incendio de Troya, llevándolo consigo junto con el anciano Anquises y los sacros Penates de la patria. Sucedió a su padre en el reino de Lavinia y más tarde fundó Albalonga sobre los montes Albanos, siendo su primer rey. Se le consideraba fundador de la familia Julia (gens Julia). Se hace derivar de Ascanio la serie de reyes de Albalonga hasta Numitor, cuya hija, Rea Silvia, parió a Rómulo y Remo.
ASCLEPIO (ESCULAPIO)
Dos eran las versiones sobre el nacimiento de Asclepio (o Esculapio, como lo llamaban los romanos). Según una versión de Tesalia, era hijo de Corónides y nieto de Flegias, rey de Beocia. Su madre, tras haber sido seducida y abandonada por Apolo, se dejó persuadir por su padre de que debía casarse con un príncipe de un país vecino, y Apolo, furioso de celos, hirió con sus flechas a Corónides y a su esposo. Compadecido del hijo que esta llevaba en sus entrañas, lo hizo nacer y lo confió a los cuidados de Quirón, uno de los Centauros. Según otra leyenda de origen argónico, que también