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evidente para que haga falta decirlo.) La cuestión de «lo correcto y lo incorrecto» se trata en el siguiente capítulo, no aquí.

      Dentro del ámbito en el que uno tiene libertad moral para actuar, actuar para lograr lo mejor requiere tener un plan de vida general. En este plan, una persona persigue una multiplicidad de valores de manera razonable y equilibrada a lo largo del tiempo, de acuerdo con alguna concepción de la virtud o de la bondad en la acción y el carácter. Ya hemos considerado esto antes de una manera preliminar y será sometido a una mayor consideración más adelante (en el capítulo 9). Un equilibrio clave que debe alcanzarse es entre lo que uno hace para el disfrute propio de algún valor en sus diversas formas y lo que uno hace por otros o por el bien común. El egoísmo siempre es un riesgo, pero el respeto hacia uno mismo exige prestar atención en una medida razonable a las razones concernientes a uno mismo. La cuestión de cómo podemos juzgar lo que es razonable se tratará en una discusión posterior.

      Enfocar el gobierno y los servicios públicos en la creación de un país más próspero, con oportunidades para que toda Escocia se desarrolle, por medio de un mayor crecimiento económico sostenible.

      1. MÁS RICO Y MÁS JUSTO

      Permitir que las empresas y las personas aumenten su riqueza y que haya más personas que compartan esa riqueza de forma justa.

      2. MÁS SALUDABLE

      Ayudar a las personas a mantener y mejorar su salud, especialmente en las comunidades desfavorecidas, asegurando un acceso mejor, local y más rápido a la atención sanitaria.

      3. MÁS SEGURO Y MÁS FUERTE

      Ayudar a que las comunidades locales se desarrollen y sean lugares más fuertes y seguros para vivir, ofreciendo mayores oportunidades y una mejor calidad de vida.

      4. MÁS INTELIGENTE

      Ampliar las oportunidades para que los escoceses prosperen desde la crianza hasta el aprendizaje continuo, para obtener logros mayores y más distribuidos.

      5. MÁS VERDE

      Mejorar el ambiente natural y edificado de Escocia, así como su uso y su disfrute sostenibles.

      Por supuesto, puede discutirse si esta es una lista completa y suficiente de los valores que un gobierno debe adoptar. ¿Han omitido algo de gran importancia, similar a lo que han enumerado o incluso más importante? Si es así, el gobierno fracasará en su objetivo de hacer que el país del que es responsable sea un lugar mejor para sus ciudadanos, residentes y visitantes, o al menos no logrará todo lo que podía haber logrado. Una mejor formulación de la estrategia del gobierno podría haber llevado a mejores resultados para todas o la mayoría de las personas afectadas. Este no es un asunto que deba explorarse más aquí, pero será un tema de controversia política en Escocia ahora y en los próximos tiempos. Por el momento, tomemos esa declaración como un intento serio y destacable de establecer un marco de trabajo para la actuación gubernamental, y consideremos cómo funciona como tal.

      Lo más evidente desde el punto de vista de nuestra reflexión sobre el razonamiento práctico en cuestiones de valor es que no hay ninguna acción única del gobierno ni ninguna iniciativa política única que pueda servir igualmente a todos esos fines. Algunos serán centrales para ciertas iniciativas políticas; obviamente, las políticas del servicio de salud tratarán más estrechamente el «más saludable». Sin embargo, los esfuerzos por disminuir la ebriedad en público en el contexto del objetivo de «más seguro y más fuerte» también tendrán efectos beneficiosos en la salud pública y eso será pertinente para su justificación. Así que no existe una correspondencia uno a uno entre los objetivos estratégicos y los departamentos de Estado. También puede haber alguna oposición entre objetivos. No todas las formas de aumentar la actividad y el crecimiento económicos son compatibles con el objetivo de «más verde». La fuerza de una política de justicia penal puede entrar fácilmente en conflicto con su justicia. El esfuerzo por crear una sociedad más inteligente puede intensificar la competitividad económica sin aumentar la justicia distributiva. Y así sucesivamente.

      También surgen cuestiones de eficacia práctica. Por ejemplo, puede parecer que se sirve bien al objetivo de «más verde» con proyectos para desarrollar energías renovables, incluyendo la energía eólica. Puede que haya flujos de viento apropiadamente estables sobre los pantanos de las islas Hébridas Exteriores. Sin embargo, puede que el uso de tales tierras sea a su vez dañino para el ambiente porque perjudique su capacidad para seguir actuando como «sumidero de carbono». Además, en términos de la conservación de hábitats naturales para especies protegidas, puede que haya otras consideraciones ambientales que desaconsejen el uso de ese lugar para un parque eólico. Al mismo tiempo, puede argumentarse que el objetivo de «más rico y más justo» nos da fuertes razones para fomentar este tipo de desarrollo industrial en un área remota del país en la que hay pocas oportunidades de empleo. En cualquier deliberación como esta, es importante reflexionar sobre todo el abanico de probables efectos que tendrá la construcción de un parque eólico a gran escala, y evaluarlos para comparar sus ventajas con las de otros posibles medios para desarrollar fuentes de energía renovables. Además, si el gobierno tiene alguna obligación de dar absoluta prioridad a la protección del hábitat (por ejemplo, por la Directiva sobre los hábitats de la UE), esto puede funcionar como una razón excluyente para descartar esta posibilidad. Así que la aplicación del valor rector «más verde» requiere un razonamiento complejo tanto de un tipo probabilístico de causas y efectos como de un tipo evaluativo. Esto puede incluir elementos cuantitativos pero al final siempre requiere una conclusión cualitativa que justifique la decisión.

      Los gobiernos modernos involucran procesos muy complejos e interactivos en los que colaboran muchos participantes. Los asuntos siempre avanzan por medio la gestión de la burocracia, bajo la dirección general de ministros elegidos que dependen de la cooperación (normalmente) y la orientación (siempre) de sus funcionarios públicos. Los parlamentos democráticos y sus miembros son responsables de que el gobierno responda por sus decisiones y muestre que esas decisiones sirven realmente a los valores declarados, y no son una tapadera para otros objetivos o intereses más siniestros. En tal actividad de varios jugadores, es esencial que haya alguna declaración de objetivos estratégicos como los enumerados arriba para lograr algún tipo de administración coherente del gobierno, así como una satisfactoria rendición de cuentas democrática. Ante cualquier legislación propuesta o conjunto de medidas ejecutivas, es fundamental preguntar: ¿cuál de los objetivos estratégicos establecidos promueve esto? ¿Hay alguno que apoye de manera secundaria? ¿Hay alguno para el que no sea útil? ¿Hay alguno hacia el que esté en oposición directa? La tarea del gobierno en conjunto, dirigido por un primer ministro y un gabinete, es asegurarse de que haya un equilibrio satisfactorio en la prosecución de todos ellos, sin abandonar ninguno frente a otros y sin oponerse directamente a ninguno con acciones dirigidas a otros. En la medida que se pueden clasificar cinco objetivos estratégicos numerados, obviamente hay un elemento cuantitativo en esto; pero la tarea general es, de nuevo, más cualitativa que cuantitativa. Si no se sacrifica ningún objetivo por el bien de otros, y si ninguno pasa a ser tratado como meramente secundario respecto a uno o más de los otros, cada uno de ellos proporciona un punto de apoyo para equilibrar el logro de cada uno de los demás. Un estadista sabio parece ser el referente para el éxito en el juicio cualitativo y el razonamiento práctico en el gobierno. La sabiduría es la virtud suprema de la gobernanza pero se logra haciendo bien otras cosas, no buscándola como una virtud que pueda especificarse de manera independiente. La conclusión tentativa o provisional es que

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