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Elementos para una (re)interpretación de las convenciones internacionales de drogas. Francisco E Thoumi
Читать онлайн.Название Elementos para una (re)interpretación de las convenciones internacionales de drogas
Год выпуска 0
isbn 9789586656580
Автор произведения Francisco E Thoumi
Серия Economía
Издательство Bookwire
Las diversas estimaciones del volumen de opio consumido, el número de adictos y usuarios en China, así como la medida de los aumentos en esas variables son contradictorias, hecho que no es sorprendente debido a la incertidumbre producida por el gran tamaño del país, con muchas regiones aisladas y dificultades para estimar con precisión esas variables. Walker III (1991) afirma que en 1900 “tal vez hasta una cuarta parte de todos los chinos fumaba opio preparado. Las importaciones de opio indio habían alcanzado su punto máximo algunos años antes, pero el crecimiento interno no mostró signos de disminución” (p. 12). Paoli, Greenfield y Reuter (2009) establecieron que:
[…] el opio desempeñó muchos papeles en China. Sirvió como un producto médico, un artículo recreativo, un calmante del ansia de la adicción, una insignia de distinción social y un símbolo de la cultura de élite […]. Un porcentaje notablemente alto de la población china consumía opio, pero sólo con poca frecuencia. Por ejemplo, Newman (1995: 786-788) afirma ‘que, a partir de 1906, alrededor del 60% de los hombres adultos en China y el 40% de las mujeres adultas fumaban aproximadamente 15 gramos de opio al año con fines festivos. Incluso el número de ‘usuarios frecuentes’ (fumadores de alrededor de 1,5 gramos cada tres días) fue de unos 37,8 millones (alrededor del 20% de los hombres adultos y el 8% de las mujeres adultas)’ [...] Newman (1995) concluye que unos 16 millones de chinos (6% de la población adulta) eran dependientes de las drogas. (p. 18).
La JIFE (2008b) sostuvo que a principios del siglo XX “sólo en China al menos el 25 por ciento de la población masculina fumaba opio y había alrededor de 10 millones de adictos al opio en una población total estimada de aproximadamente 450 millones” (p. 9). Sin embargo, “Newman (1995) y una nueva generación de nuevos historiadores creen que la mayoría de los usuarios, incluidos muchos usuarios regulares, todavía eran capaces de tener vidas normales y no sufrieron consecuencias negativas con el uso de opio” (Paoli, Greenfield y Reuter, 2009, p. 18), lo cual plantea dudas sobre la gravedad del “problema de uso del opio” en China.
Un estudio detallado de las importaciones chinas de opio, utilizando estimaciones del opio requerido por los adictos en el resto del mundo, mostró que en 1880 las importaciones de opio no podían abastecer a más de dos millones de adictos, o el 0,5% de la población del país en ese momento (Escohotado, 1997). Por lo tanto, llegó a la conclusión de que, si había una gran epidemia de opio, el producido en el país satisfacía la mayor parte de la demanda nacional. Paoli, Greenfield y Reuter (2009) coinciden con este hallazgo:
Respondiendo a una demanda interna en ciernes, China se convirtió en un importante productor de opiáceos durante la segunda mitad del siglo XIX. Según Newman (1995), en 1879 (el año pico de las importaciones chinas procedentes de la India), China ya producía dos tercios de su consumo interno, a principios del siglo XX, la proporción era aún mayor. (p. 17).
No es de extrañar que analistas y estudiosos lleguen a posiciones contradictorias sobre el problema del opio en China a finales del siglo XIX, después de todo:
Así como el opio fue caracterizado en la China como un veneno utilizado por los extranjeros para destruir su ‘raza’, en los países occidentales su demonización se utilizó para la discriminación racista contra los chinos [...]. Fue caracterizado como un medio a través del cual los chinos socavarían la sociedad occidental y especialmente la estadounidense. (Ibídem, p. 22).
Sin embargo, no hay duda de que la percepción de un gran crecimiento de la adicción al opio cambió drásticamente el imaginario y las creencias del mundo sobre la situación en China. La UNODC destacó la importancia de las consecuencias de ese acontecimiento: “El sistema internacional de control de drogas de hoy está arraigado en los esfuerzos realizados hace un siglo para abordar el mayor problema de abuso de sustancias que el mundo haya enfrentado: la epidemia de opio en la China” (UNODC, 2008, p. 173). Por lo tanto, el crecimiento de la adicción al opio en China, independientemente de su tamaño, fue el detonante que hizo surgir el SICD, pero hubo también otros factores que cumplieron un papel importante en la configuración de ese desarrollo.
El desarrollo científico del siglo XIX produjo nuevos fármacos como la morfina, la cocaína, la heroína y la codeína; y la invención de la aguja hipodérmica facilitó los usos de estos fármacos, haciéndolos parte principal de la farmacopea de la medicina. Estas drogas nuevas sentaron las bases del desarrollo de la industria farmacéutica en algunos países. A medida que su uso se expandió, los problemas de adicción fueron evidentes junto con la necesidad del control de las drogas.
3. Globalización, colonialismo y los intereses estadounidenses en el comercio del opio en China
Antes de mediados del siglo XIX, las políticas de drogas psicoactivas generalmente no eran un problema de relaciones internacionales, esto cambió cuando las exportaciones de opio de la India a la China, promovidas por la globalización, se convirtieron en un factor clave en las Guerras del Opio de 1839-1842 y 1856-1860 entre los imperios británico y chino. A las Guerras del Opio, le siguieron graves problemas políticos internos y levantamientos en China. Muchos asociaron el incremento de la adicción al opio a estos eventos, lo que fue percibido por las potencias europeas coloniales y por Estados Unidos como una amenaza a la estabilidad de China16.
Simultáneamente, otros factores contribuyeron a desarrollar el interés de Estados Unidos en el comercio de opio en el sudeste asiático. A medida que el comercio internacional se expandió sustancialmente en el mundo, los misioneros estadounidenses y de otros países, que se oponían al uso del opio por razones morales, desarrollaron redes sociales y políticas importantes para promover su prohibición en China.
La guerra entre Estados Unidos y España en 1898 le dio a aquel el control de Filipinas y fortaleció sus intereses en el sudeste asiático. Los negocios estadounidenses, principalmente del noroeste del país, se interesaron por abrir relaciones comerciales con China. Sin embargo, la segregación impuesta a las comunidades chinas en los Estados Unidos confirmada por el gobierno federal con la Ley Page de 1975, que prohibió la inmigración de mujeres chinas, reforzada por la Ley de Exclusión de Chinos de 1882, que prohibió la inmigración china, habían generado fuertes sentimientos antiestadounidenses en ese país y debían ser superados para lograr otros objetivos. Estos factores alentaron a Estados Unidos a desarrollar relaciones internacionales con China y a unirse a los esfuerzos por controlar el uso del opio en ese país.
Adicionalmente, en Gran Bretaña surgió un importante movimiento cívico contra las exportaciones de opio, inspirado en los problemas de la adicción. La abrumadora victoria electoral del Partido Liberal en 1906 llevó a la recomendación de eliminar las exportaciones de opio de la India a la China (Musto, 1999, p. 29).
Otros acontecimientos como los avances científicos, que alentaron el desarrollo de facultades de medicina y farmacia, promovieron el establecimiento de requisitos formales para ejercer esas profesiones y para el desarrollo de organizaciones profesionales y normas legales sobre el consumo de drogas. Las innovaciones en el transporte que redujeron los costos del comercio internacional durante la segunda mitad del siglo XIX también contribuyeron a hacer de la reglamentación a las drogas psicoactivas una cuestión política importante para los principales países involucrados en su producción, consumo y comercio internacional. Estos factores motivaron a Estados Unidos, China y el Reino Unido a convocar la Comisión del Opio de Shanghái