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que había dejado sus responsabilidades, y las instituciones a las que perteneció no han sido muy cuidadosas con sus archivos. Por otro lado, escribir sobre la vida de una persona es siempre una tarea ardua. Hay que tratar de compaginar los datos puramente biográficos y personales, con los del contexto que rodea al personaje, datos externos de circunstancias históricas que jalonaron de manera importante su vida; pero, además, se hace necesario tratar de percibir las intenciones, deseos y frustraciones que fueron acompañando a esos acontecimientos en el transcurso del tiempo.

      Por eso, nos reunimos para trabajar, de manera complementaria, Mary Salas, amiga y compañera de Pilar Bellosillo, testigo presencial de muchos de los acontecimientos y debates que se narran en el libro, cuyos recuerdos personales y conocimiento de la personalidad de Pilar son, en algunas ocasiones, la única fuente de información de que disponemos para la narración. Y Teresa Rodríguez de Lecea, historiadora del pensamiento español, especialmente el religioso, que podía contextualizar muchos de los acontecimientos, valorar actitudes y plantear preguntas desde una perspectiva menos entrañable y más objetiva, para enmarcar unas situaciones que, de otro modo, hubieran podido quedar en el terreno de los sentimientos.

      Se ha realizado una cuidadosa labor de búsqueda de documentos que tratan de dar al libro el valor de documento histórico. Se ha podido disponer del archivo personal de Pilar que su hermana Carmen guarda en el domicilio familiar, y que ha proporcionado las mayores facilidades para su consulta, además de sus propios recuerdos personales y los de los hermanos y sobrinos que la conocieron. En la medida que ha sido posible, hemos revisado los archivos de la Acción Católica, nacional e internacional, de la UMOFC y la documentación y bibliografía que aparece en el último apartado de este libro. Para la búsqueda de los artículos escritos por Pilar, hubo que repasar colecciones de revistas de diferentes épocas, a veces de difícil acceso. También hemos acudido a los recuerdos de amigas y amigos, como Carmen Victory, Ángela Rosa de Silva, Mary Quereizaeta, Sagrario Ramírez, Pilar Desfilis, Mary Carmen Aldeanueva, Enrique Miret y Jesús López, además de Claire Delva, Joaquín Ruiz Giménez, Ramón Sugranyes o Ruth Epting, que han dejado constancia por escrito de esa amistad en documentos que aparecen publicados como homenaje personal.

      También debemos nuestro agradecimiento a Carlos Giner, que leyó el manuscrito, haciendo una serie de observaciones y comentarios totalmente pertinentes, que han sido incorporados al texto.

      Por último, hay que decir que la confección de este libro ha sido, con todo, una tarea muy grata. La personalidad de Pilar tiene rasgos entrañables, que se han pretendido resaltar. Fue una gran trabajadora, muy eficaz, con una fina inteligencia que sabía prever muchas de las dificultades que iban a aparecer. Pero su carácter unía la tenacidad a la discreción. Incluso en su correspondencia personal no aparecen sino mínimos indicios de los contratiempos y disgustos que tuvo en su tarea. Por ello, tanto sus logros como sus fracasos carecieron de la resonancia que les hubiera sido debida, siempre en aras de no herir susceptibilidades y no romper el hilo que permitiría retomar el punto donde se dejó. Que este libro sirva como homenaje a su persona, a su obra y a la de todas las personas que la acompañaron en esa lucha.

      Mary Salas Larrazábal

      Teresa Rodríguez de Lecea

      Introducción a la segunda edición

      La segunda edición de un libro es siempre un motivo de alegría para los autores. Significa que su contenido sigue vigente, que es de interés, de actualidad, y que el lector desea seguir consultando la información que en él se describe. En este caso, la alegría es doble, porque el motivo de la reedición es el comienzo del proceso de beatificación de Pilar Bellosillo, la protagonista del libro. Por ello hemos añadido a la foto que encabeza esta edición, la Oración para rogar su intervención en favor de quienes lo deseen.

      Y lo que más lamento es que Mary Salas, coautora de la primera edición de esta obra, ya no esté entre nosotros, porque su alegría sería inmensa, al ver a su amiga Pilar en trance de comenzar un proceso de reconocimiento de su buen criterio de pensamiento en la renovación de la Iglesia, de sus años de trabajo por la institución y de su bondad personal.

      Pilar es símbolo de una época de la historia de la Iglesia española. Aunque no sea la única, ella fue la figura femenina emblemática más representativa de un cambio de época. No fue ella sola, los cambios históricos son demasiado importantes y nunca son producidos por una sola persona: siempre requieren un núcleo, mayor o menor, de compañeras que ayuden, alienten y compartan tareas, iniciativas, triunfos y derrotas. A su lado estuvo siempre, y es de obligación debida reconocerlo, desde un principio, desde las primeras tareas, Mary Salas Larrazábal. Fue la amiga fiel que siempre la acompañó, discreta pero eficazmente. Fue quien junto con Pilar realizó las iniciativas que ambas creaban sobre todo en una primera etapa, pero siempre, recibiendo confidencias, comentando problemas, alegrías y disgustos.

      Mary fue quien tuvo la idea de escribir este libro, porque ella era consciente de la importancia de la figura de Pilar, y de lo que había significado en una etapa especialmente importante tanto para la historia de la Iglesia universal como para la historia de nuestro país, España. Mary tenía la información fundamental, o sabía dónde encontrarla. Puedo decir que, juntas buscamos documentación, a veces de difícil acceso, y yo me ocupé, sobre todo, de la tarea de situar el contexto, sobre todo el español y también, en menor medida, internacional. Vayan las líneas anteriores como homenaje y recuerdo de quien fue no solo autora, sino también en gran parte coprotagonista, del contenido de este libro.

      Una vez dicho esto, quisiera dibujar algunas ideas sobre el significado de la tarea que realizó Pilar desde el ángulo propiamente dicho de su fe, su pensamiento religioso y su fidelidad a la Iglesia. Me apoyaré para ello en algunos textos escritos por Pilar, que aparecen en el Anexo I de este libro. Las referencias a los hechos y documentos concretos, que narran las vicisitudes diversas de su vida, están relatadas en los capítulos que siguen. A ellos se puede acudir para buscar información concreta.

      Quiero destacar, porque en diversas ocasiones lo manifiesta ella con toda claridad y sin ningún tipo de duda, que la motivación de Pilar Bellosillo durante toda su vida fue siempre la fe, la motivación religiosa, el amor a la Iglesia: «Puedo aportar mi testimonio personal y el de tantas mujeres que en el mundo entero han descubierto en su fe la fuerza y la esperanza para luchar por la liberación de la mujer, por la liberación de los oprimidos. No han descubierto esta fuerza a partir de otros argumentos, aunque los respeten, sino directamente del Evangelio»1.

      Visto desde la distancia que dan los años que han pasado, podemos observar que el gran mérito de Pilar es, sobre todo, haber sabido madurar su pensamiento y su fe, pasando desde un primer momento, en su juventud transcurrida en los años cuarenta del pasado siglo, cuando creció entre las «niñas bien, que hacían el bien» (así las describía Juan Manuel Bonet) de la Acción Católica de la España de la inmediata posguerra, la España del nacionalcatolicismo. Y desde ahí, no sin esfuerzo, evoluciona hacia una mentalidad más abierta, más universal, más tolerante, siempre generosa, absorbiendo las doctrinas que inspiraron el concilio Vaticano II y sumándose entusiastamente a ellas. Después, tras la euforia conciliar y la creatividad desarrollada por los movimientos seglares, llegó el gran parón en la evolución doctrinal y de actitudes en la Iglesia, algo que la afectó personalmente a ella, deteniendo las iniciativas que habían surgido de las aulas conciliares y que habían sido encargadas a los auditores. Pilar no se desalentó. Supo encontrar fuerzas, de nuevo, en su fe, y tomó otros caminos, en particular el del ecumenismo, y siguió trabajando, ahora también en compromiso con el momento político español de la transición hacia la democracia, poniendo de su parte todo el empeño en conseguir una democracia justa, de inspiración cristiana.

      Si repasamos esas etapas vemos que, después de la guerra civil, la tarea de la Acción Católica estaba bien definida: «recristianizar» la sociedad española. Se trataba de una actividad preocupada por la liturgia, el cumplimiento de las normas eclesiásticas, la misa dominical, los bautizos y las bodas religiosas. Pilar, siempre comprometida, participa de forma activa en este tipo de tareas. Pero en los viajes a las diferentes regiones y en sus visitas a parroquias destrozadas por la guerra, percibe la miseria, el analfabetismo

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