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con la participación imprescindible de la población local adopta el marco constitucional y legal, así como los instrumentos de planificación y gestión a un desarrollo turístico basado en un equilibrio entre la preservación del patrimonio natural y cultural, la viabilidad económica del turismo y la equidad social del desarrollo. (Vera, 2001, p. 9, citado en López, 2007, p. 54).

      Para que la planificación turística pueda cumplir su objetivo, debe tener un marco jurídico legal que le permita ser una intervención administrativa por medio de la cual las administraciones públicas, junto con la participación de los actores interesados, puedan dictar las orientaciones para el turismo sostenible. Por esta razón, la planificación turística puede ser considerada como una intervención del Estado para regular la actividad con el fin de que esta se desarrolle de forma sostenible. El Estado puede tener la voluntad política de generar arreglos institucionales, como la gobernanza, para que este proceso se realice de una manera participativa (López, 2007).

      Por otra parte, se considera que la planificación del turismo de naturaleza debe estar acorde con una planificación territorial. El diagnóstico de la potencialidad del territorio y la identificación de impactos negativos y positivos al desarrollar un turismo de naturaleza son excelentes puntos de partida para determinar los atractivos naturales y culturales que forman parte de la oferta de un producto turístico (Díaz et al., 2013).

      Una correcta ordenación de las diversas actividades/servicios que puede acoger el territorio debe basarse, por un lado, en la capacidad del medio construido y/o natural, y, por otro, el impacto que puedan llegar a causar las mismas [sic], buscándose la utilización óptima de los siempre escasos recursos existentes y una adecuada distribución de estas actividades/servicios en función de las características de oferta y demanda del espacio. (Fuenzalida et al., 2013, p. 121).

      Según Fuenzalida et al. (2013), la evaluación multicriterio (EMC) que tiene en cuenta diferentes variables sociales y ambientales es parte del mejor método para la realización de una cartografía que pueda establecer un concienzudo diagnóstico que permita establecer el potencial territorial para el desarrollo del turismo de naturaleza. Para poder completar una planificación territorial para el turismo de naturaleza, los autores enfatizan en que además son necesarios

      la formulación de políticas públicas y [el] diseño de nuevos planes de ordenamiento de los territorios urbanos y rurales, que orientarán el desarrollo en función de las capacidades de uso de los territorios y de las aspiraciones locales y facilitará[n] co-construir instrumentos normativos que aseguren a las poblaciones un desarrollo más sostenible. (Fuenzalida et al., 2013, p. 135).

      En este sentido, por ejemplo, los estudios de Rivera-Hernández et al. (2018) han utilizado la identificación de los atractivos relacionados con el turismo de naturaleza para evaluar el potencial territorial de la oferta de actividades asociadas con el ámbito cultural, principalmente aquellas vinculadas al turismo rural. El trabajo de los autores ha podido profundizar sobre los retos y las realidades del turismo de naturaleza, en especial en México, en donde la planificación y el ordenamiento deben estar primordialmente enfocados en trabajar con la comunidad para fortalecer sus niveles de organización comunitaria y trabajo en equipo, lo que permite el empoderamiento de la comunidad para lograr una óptima gestión y regulación del turismo de naturaleza.

      Otros autores han recalcado como ejes centrales de la planificación y del ordenamiento del turismo de naturaleza los procesos de zonificación a partir de la identificación y del análisis del uso y potencial de determinados espacios de un territorio con esta vocación turística. Según Hermosilla et al. (2011), la zonificación para el turismo de naturaleza requiere la delimitación inicial de unidades turísticas, entendidas como espacios homogéneos en donde es posible realizar esta actividad en el territorio. Los principales criterios utilizados para la zonificación son la delimitación de subcuencas, el uso de suelo, las principales unidades geomorfológicas, la división predial, los centros poblados, los atractivos y la planta turística.

      Según los autores, la zonificación proporciona una visión particular de diferentes unidades geográficas donde es posible establecer los potenciales usos para realizar una actividad turística. También la zonificación brinda la posibilidad de hacer otras actividades productivas que puedan ser complementarias al turismo, como la ganadería o la agricultura, o la definición de áreas de uso mixto (Hermosilla et al., 2011).

      Otras propuestas consideran analizar el turismo de naturaleza desde un enfoque sistémico complejo, con el objetivo de poder abarcar de una manera amplia las interrelaciones e interdependencias que se establecen entre todos los componentes que lo conforman (Montaño-Arango et al., 2012; Ochoa y Morales, 2016; Ramírez, 2006).

      El solo conocimiento de que el fenómeno turístico no es un fenómeno simple y aislado, sino que responde a todo un sistema integral de fuerzas socioeconómicas, fuerzas sociales, necesidades y requerimientos, aspectos técnicos y humanos, obliga a considerar toda una serie de factores inherentes al mismo [sic], así como su entorno, de manera que la conducción de la actividad turística en un país cuente con herramientas [sic] más sólidas que la simple experiencia y el empirismo, que permiten manejar y dirigir el sector turístico de manera eficiente con tendencia a su posicionamiento y crecimiento en el mercado nacional e internacional. (Ramírez, 2006, p. 33).

      Según Ochoa y Morales (2016), poder entender el turismo de naturaleza desde un enfoque sistémico permite establecer un modelo de planificación que incluya la gestión de cada uno de los elementos que lo componen. “El turismo se entiende como un fenómeno integral y multidimensional surgido como resultado de las interacciones de múltiples actores en diversos contextos espacio-temporales” (Campodónico y Chalar, 2013, citados en Ochoa y Morales, 2016, p. 26).

      Ochoa y Morales (2016) proponen dentro del modelo sistémico la participación integral de todos los actores interesados por medio de una gobernanza. Si la toma de decisiones es parte de los beneficios del turismo, ¿cómo gobernar el turismo en los territorios? Desde la apuesta hacia una gobernanza que incluya diferentes tipos de actores no gubernamentales en la toma de decisiones, se debe realizar cualquier estrategia de planificación turística, principalmente aquellas de turismo especializado, como el turismo de naturaleza.

      Una propuesta de los autores sobre la interacción de los actores es la creación de redes de complementariedad y colaboración que permitan crear estructuras horizontales para la planeación turística. Por otro lado, Montaño-Arango et al. (2012) proponen que una estrategia de desarrollo sistémico del turismo de naturaleza es la generación de un clúster regional en el que se establezcan interdependencias y complementariedades a partir de una planificación turística regional que pueda determinar el aprovechamiento de ventajas comparativas y competitivas en el establecimiento de la cadena de valor.

      En Colombia, la entidad pública que más ha contribuido en la propuesta de instrumentos de planificación del turismo de naturaleza es Parque Nacionales Naturales de Colombia (PNNC), que está a cargo de la gestión y del manejo del ecoturismo en 27 áreas protegidas que han declarado tener una vocación ecoturística. El desarrollo del ecoturismo en estas áreas protegidas (AP) solo es permitido siempre y cuando el área posea un plan de ordenamiento ecoturístico (POE).

      El POE es un documento técnico orientado a identificar y analizar las potencialidades, limitantes, amenazas y los retos alrededor del desarrollo del ecoturismo en las AP. A partir de dicha identificación y de ese análisis, enmarcados en una etapa diagnóstica, se evalúan posibles alternativas de control y manejo del turismo por medio de medidas restrictivas y de regulación de las actividades. Esta etapa se denomina ordenamiento. Finalmente, y a partir de la evaluación de la etapa de diagnóstico y la identificación de limitantes que puedan afectar la sostenibilidad de la actividad, se propone una etapa de plan de acción, en la que se asignan metas, objetivos, responsables y estrategias que permitan asegurar la sostenibilidad de la actividad ecoturística (Parques Nacionales Naturales de Colombia [PNNC], 2013).

      Esta hoja de ruta hacia la planificación y el ordenamiento del ecoturismo se condensan en la Guía para la planificación del ecoturismo en Parques Nacionales Naturales de Colombia (2013). Esta guía, construida con el apoyo de entidades internacionales de cooperación, es el principal documento que orienta el

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