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Ayala Diago

       Capítulo 1. Jorge Bejarano durante el régimen conservador

       1.1. Orígenes y formación académica

       1.1.1. Formación escolar: bajo el manto de la religión y el humanismo

       1.1.2. Formación profesional: la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional

       1.2. Una temprana carrera profesional y política

       1.2.1. La generación del Centenario: el discurso de la conciliación

       1.2.2. Las redes intelectuales y la producción académica de Jorge Bejarano

       1.2.3. La política local y regional en los años veinte: el Concejo y la Cámara de Representantes

       Capítulo 2. La consolidación pública de Jorge Bejarano en el régimen liberal

       2.1. La reconquista del poder: el discurso político de Jorge Bejarano a comienzos de los años treinta

       2.1.1. El discurso político de Jorge Bejarano

       2.1.2. Bejarano en la Cámara de Representantes

       2.1.3. De vuelta al Concejo

       2.1.4. La pausa de Bejarano

       2.2. Bejarano entre 1938 y 1946

       2.2.1. La intimidad en la política: el asunto de la Embajada de Italia

       2.2.2. El Concejo de 1939: ¿contentillo político para un intelectual?

       2.2.3. Comentarios médicos: la higiene al servicio de la prensa

       2.2.4. Panamericanismo y antihispanismo en Bejarano

       2.2.5. Jorge Bejarano y el regreso de Alfonso López

       2.3. Bejarano en el ocaso del régimen liberal

       2.3.1. Algunos aspectos del pensamiento higiénico-social de Jorge Bejarano

       2.3.2. El gaitanismo de Jorge Bejarano

       2.3.3. Epílogo triste de un gobierno atormentado: la Dirección Nacional de Salubridad

       Capítulo 3. Crítica y oposición: los gobiernos conservadores

       3.1. El dilema de la técnica o la política

       3.1.1. El Ministerio de Higiene

       3.1.2. Nuevo ministerio, nuevo conflicto político

       3.2. Las vicisitudes políticas de la higiene nacional

       3.2.1. La lucha contra el alcohol

       3.2.2. El final de un sueño

       3.3. El país en la encrucijada de La Violencia

       3.3.1. La medicina y la higiene no son ajenas a la política

       3.3.2. Un nuevo frente de batalla: la toxicomanía

       3.4. Bejarano en el gobierno de las Fuerzas Armadas

       3.4.1. La Oficina de Rehabilitación y Socorro

       3.4.2. El alcohol como bandera política

       3.4.3. Comentarios médicos, no tan médicos

       3.4.4. Los médicos y la política. La traición del intelectual

       Capítulo 4. Hechos políticos y sociales del Frente Nacional

       4.1. Los dividendos de la crítica: la Asamblea de Cundinamarca y el Concejo de Bogotá

       4.2. Al final del camino: ideología de Jorge Bejarano en los años sesenta

       Conclusiones

       Anexos

       Bibliografía

      Como en la epidemia de 1918, la Cruz Roja acude ahora a las barriadas con médicos, enfermeras, abrigos, alimentos y medicinas. Ni en rancho, inquilinato o casa sus habitantes han escapado a la epidemia. Como en 1918, observan hoy las enfermeras la misma miseria, promiscuidad de sexos, edades y animales, los mismos desaseo y desabrigo, la misma falta de menaje de comedor y de cocina, de muebles como camas, asientos o bancos, etc. Lugares encontraron donde en un solo cuarto estaban padres y niños acostados en el suelo sin colchón ni una cobija.1

      Estas palabras, que parecen tomadas de algún medio durante la pandemia de 2020, las escribió el médico Jorge Bejarano hace más de sesenta años. En aquel entonces la gripe provocaba nuevamente una crisis en varios países y traía a la mente recuerdos nefastos de cadáveres esperando tendidos en las calles para ser llevados a recibir cristiana sepultura. Llama la atención de ese momento la miseria de las clases populares, vulnerables, abandonadas, cuya suerte dependía, como ahora, de la caridad de los buenos samaritanos, incluido el Estado. Y es que según las estadísticas la miseria, llamada hoy de manera técnica y rimbombante “pobreza monetaria extrema”, afecta a casi tres millones y medio de personas quienes ni siquiera consiguen el ingreso suficiente para alimentarse de manera digna y nutritiva2.

      Como si no fuera suficiente cruz la pobreza, la enfermedad se ensaña siempre con los necesitados. Ellos son los que con mayor frecuencia aportan a los números crecientes de contagios de covid-19 y a los de las muertes que provoca, incluso en los países ricos3. Su padecimiento se acrecienta con las medidas que el gobierno toma para atacar y reducir la expansión de la enfermedad: aislamiento y distanciamiento social, limitación de actividades, etc., medidas que condicionan y restringen su oportunidad de subsistir, además de afectar la economía en general. Ante tal panorama, y con el fin de atacar la recesión y su impacto en la pobreza4, diferentes sectores de la sociedad insistieron en reabrir la economía y volver a la normalidad, (¡como si pudiera existir una normalidad en medio de una pandemia!), incluso contra las voces autorizadas de aquellos que luchan en la primera línea del frente de batalla: los médicos.

      Sus diagnósticos, opiniones y veredictos recuperaron la importancia de hace

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