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href="#u228a1047-f33d-5bda-aec3-8ed58d5b0bc9"> . Acceso: 27 de julio 2015.

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      PRIMERA PARTE

      EXISTENCIAS Y SUJETOS LIMINALES

      Performación de sujetos de la violencia política mediante la genealogía de dispositivos

      Oriana Bernasconi R.

      Introducción

      En este capítulo describo el enfoque performativo y la estrategia de la genealogía de dispositivos como una alternativa para el estudio empírico del sujeto y las formas de sociabilidad, agencia, conocimiento e identidad que se organizan en torno a él. Esta perspectiva surge de mi interés por examinar a los sujetos des(figurados) por la violencia política, más allá del paradigma dominante: el de la víctima.

      La víctima es un tipo de subjetividad relativamente nuevo, constituido en el daño o vulneración y en la intervención destinada a repararlos. La “victimidad” es también un enfoque para pensar a los sujetos afectados por la violencia y la vulnerabilidad (Butler 2006, Gatti 2017). Si bien el enfoque de la víctima es fructífero para calificar y reparar a los afectados y sancionar a los responsables, presenta limitaciones desde el punto de vista de los sujetos y el mundo social que produce. En primer lugar, suele operar subsumido a los objetivos del régimen posviolencia que ayuda a crear y a la necesidad de reconstruir la nación (Wilson 2011, Tejero 2014, Mora Gámez 2016), reconociendo y restituyendo los derechos de las víctimas (Humphrey 2003) y ejerciendo justicia en contextos “transicionales”. Segundo, y por este mandato, tiende a asumir una visión individualista del blanco de la violencia, disolviendo el rol de la colectividad en su gestión y resistencia y oscureciendo aquellas situaciones y sujetos marginados del proceso de clasificación (compañeros de partido, de organización, familiares, colegas, etcétera). Tercero, comúnmente los informes de verdad excluyen de su tarea mencionar a los responsables y juzgar los eventos en cuestión. Estos encuadres limitan el abordaje de las situaciones históricas, las relaciones y prácticas sociales y las causas políticas desde un plano de defensa de un proyecto colectivo, familiar o personal (Jelin 2014, 157). Cuarto, es un enfoque que tiende a desconocer la capacidad de modelación de la propia violencia de quienes son sometidos a ella y los efectos de la violencia sobre la subjetividad: si las víctimas se consideran a sí mismas como tales o más bien como héroes, guerrilleros, activistas o víctimas simultáneas de otras vulneraciones como la marginalidad o la discriminación (Butler, Gambetti y Sabsay 2016, Butler y Athanasiou 2013); y cuál es, a su parecer, la experiencia de la “victimidad”. Quinto, por el predominio de lógicas sobre-legalistas y/o factual-forenses (Posel 1999, Buur 1999), el estatus de víctima ancla la condición al evento traumático, reduce lo que sucede al lenguaje del síntoma y excluye la problematización del proceso vital posterior al evento. En suma, la víctima suele aparecer como una entidad singular, “actuada” por la violencia (ya doblegada), abstraída de la lucha ideológica de la que es efecto, y desprovista de agencia y de política. Fassin y Rechtman (2007) critican, además, la capacidad heurística y política de este paradigma, toda vez que la condición de víctima se habría extendido al sujeto moderno en general, no solo porque luego de los ataques a las torres gemelas todos somos potenciales víctimas, sino porque el lenguaje de la “victimidad” se ha instalado hasta en el repertorio discursivo de quienes practican la guerra.

      Sin desconocer la figura de la víctima, he intentado avanzar en la formulación y uso de una conceptualización y estrategia analítica más comprehensiva para el estudio de los sujetos de la violencia política, que permita

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