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Meditaciones en el AVE. Antonio Gil Moreno
Читать онлайн.Название Meditaciones en el AVE
Год выпуска 0
isbn 9788428563710
Автор произведения Antonio Gil Moreno
Жанр Документальная литература
Издательство Bookwire
Meditaciones en el AVE
Antonio Gil Moreno
© SAN PABLO 2021 (Protasio Gómez, 11-15. 28027 Madrid) Tel. 917 425 113 - Fax 917 425 723
E-mail: [email protected] - www.sanpablo.es
© Moreno, Antonio Gil
Distribución: SAN PABLO. División Comercial Resina, 1. 28021 Madrid
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ISBN: 978-84-2856-371-0
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Pórtico
Este libro surgió espontáneamente, al hilo de unos viajes continuados en el AVE, de Córdoba a Madrid, y de Madrid a Córdoba. Poco más de hora y media, que transcurría pronto, pero que ofrecía un precioso paréntesis en nuestras prisas y agobios. Era un tiempo para el descanso, ciertamente, pero también, propicio para contemplar el paisaje de Sierra Morena y de la Mancha; para leer pausadamente; para dialogar con nosotros mismos, por aquello del refrán, que «nadie es sabio si no dialoga con su propio corazón».
Desde luego, cada viaje suponía un tiempo precioso para la lectura, y acaso para repasar, no sólo la agenda de las actividades que nos obligaban a desplazarnos y a viajar, sino también esa otra agenda de la mente y del corazón. ¿Por qué no aprovechar estos viajes para meditar un poco, para poner un poco de luz en nuestros pasos y en nuestro caminar, para descubrir nuevos horizontes?
Y así, poco a poco, fui anotando una serie de temas y eligiendo una serie de textos que me parecían maravillosos para repasarlos durante los viajes del AVE. Al principio, eran sólo unos pocos. Pero, después, fueron aumentando. Se trata de textos breves, de reflexiones urgentes, para tanta gente que lleva prisa.
Este es el objetivo de este libro: hacernos pensar, descubrir nuevos paisajes para la vida y para el corazón. Y que al igual que contemplamos la naturaleza desde el tren, y salidas y puestas del sol, que son una maravilla, a tan alta velocidad, podamos contemplar esos otros paisajes rebosantes de verdad, de amor, de vida, de justicia, de libertad. Todo eso lo podemos encontrar en estas páginas.
Año nuevo, lucha nueva
No sólo al comienzo de cada año, sino al inicio de cada tarea, hemos de colocar en nuestros labios este precioso eslogan: «Año nuevo, lucha nueva». San Josemaría solía comentar con sano realismo que no creía en aquel refrán que dice: «Año nuevo, vida nueva», porque «en veinticuatro horas no se cambia nada. Sólo el Señor con su gracia puede convertir en un momento a Saulo de Tarso, de perseguidor de los cristianos, en apóstol. Sólo luchando repetidamente –venciendo una vez sí, y otras no–, sólo quien hace cada día su gimnasia podrá decir con verdad que, al final, tendrá una vida nueva». Y por eso, proponía que, en vez de decir «Año nuevo, vida nueva», se dijera «Año nuevo, lucha nueva», porque los que dicen «vida nueva» probablemente no mejorarán la vida, pero los que luchan cada día sí que tendrán el éxito asegurado.
Recordaré siempre un artículo del padre Jose María de Llanos, jesuita, en las páginas de la revista Vida Nueva, al comienzo de su singladura, cuando la dirigía el periodista José María Pérez Lozano, con el titulo «Año nuevo, vida vieja». El jesuita se reafirmaba en la tesis de que nadie iba a cambiar nada con la llegada del año nuevo. Al contrario, todo el mundo seguiría lo mismo, con sus mismas manías, con sus mismos hábitos, con sus mismos defectos. En tono desabrido, el padre Llanos pretendía poner el dedo en la llaga y espolear las conciencias para que se produjeran esos cambios por los que él, en aquella época, ya luchaba en el barrio madrileño del Pozo del Tío Raimundo.
Ciertamente, al inicio de cada año, de cada afán, de cada tarea nueva, bien podemos decir lo de «lucha nueva», porque la lucha desembocará en victoria.
Anhelos para los «años nuevos»
Ante el Año Nuevo –ante todo año nuevo: el del calendario, el del curso escolar, el del año agrícola, el de tantos ciclos de vida y de aventura como se van abriendo y cerrando–, me gustaría ofrecer este Decálogo de luz y amor, para iluminar el horizonte de nuestras vidas. Si todo proyecto es un pórtico hermoso, el anhelo de realizarlo debe ser su mejor introducción.
1. Apasiónate con tu vida y con la de los demás. Trátate con ternura y trata bien a los demás. No pidas a la vida lo que la vida no pueda darte.
2. Evita todo sentimiento negativo.
3. Controla tus sentimientos agresivos. No ataques a nadie.
4. Sé tú mismo, sé tú misma. Idealízate para vivir con ilusión.
5. No trabajes a tontas y a locas. Toda persona ha de tener un proyecto de vida, una meta que anime su trabajo, un horizonte que le invite a caminar con infinita esperanza.
6. Si alguien se interpone con sentimientos negativos en tu vida, ignóralo.
7. Pon amor donde hay amor. Y donde no lo hay, también.
8. La realidad de la vida es más bella que la fantasía. Acéptala.
9. Canta con frecuencia.
10. Fomenta la amistad. Un buen amigo, una buena amiga, es imprescindible.
11. Haz en tu corazón un nido cálido para la paz. Desde él, volará y visitará otros lugares, pero a ti nunca te abandonará.
12. Tienes un gran tesoro, formado por pensamientos, palabras y deseos.
¿Y si encendemos una lámpara?
En una Universidad católica de Madrid convocaron hace unos meses un concurso de cortometrajes entre sus alumnos. El tema era el sentido de la vida, y muchos estudiantes, que apenas habían cumplido la veintena, se presentaron al certamen. «Fue sorprendente el resultado. La mayoría de los cortos trataban sobre el suicidio, las drogas, la locura y el absurdo de vivir», comentaba uno de los profesores.
Sorprendente y preocupante. Que a un grupo de jóvenes se les proponga abordar el sentido de la vida y recurran al suicidio como si fuese la explicación más lógica, es para hacer saltar todas las alarmas. Pero es que si nos fijamos en muchas de las películas actuales comprobamos que ocurre exactamente lo mismo: o están cargadas de nubarrones negros de pesimismo y angustia o huyen por la superficialidad y la chabacanería, que son los disfraces que se suelen poner al sinsentido.
Y algo parecido ocurre con la pintura, la música y, especialmente, la literatura. Parecería que todos los artistas se hubiesen puesto de acuerdo para hacernos creer que lo mejor es encerrarse en casa y echarse a llorar o, en todo caso, dejarse resbalar por la rampa de los placeres.
Por eso me ha encantado la actitud de una monja sencilla y pintora extraordinaria: sor Isabel Guerra. En una entrevista que le hace el periodista Amilibia, le señala que con su pintura trata de sugerir paz y serenidad, pero que el mundo está lleno de guerras y tensiones.
Respeto a los artistas que dan testimonio de ese mundo, pero yo prefiero sugerir la paz, la luz, la serenidad.
Me parece una actitud muy cristiana. En vez de lamentarse por lo que hacen otros colegas suyos, sor Isabel Guerra se retira a la quietud y a la serenidad de su claustro para proponer al mundo la belleza y la paz que invaden su vida. A los jóvenes que confunden el sentido de la vida con el suicidio y la locura, más