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mitad tendríamos que devolverla después de hacer nuestra recaudación. Evaluamos, hablamos con Guarango; Guarango nos ofreció un DCP más barato que se podía llevar de una sala a otra sin necesidad de sacar copias, y que nos iba a costar diez mil soles, cómodo en realidad; al final salió doce mil soles porque hicimos arreglo de color. Fuimos donde el doctor Garrido Lecca y le dijimos que teníamos una forma más cómoda que iba a resultar, y que ya teníamos un patrocinador que iba a pagar el DCP, que era el Museo Andrés del Castillo. Pero le dijimos que nos interesaba que él fuera de todos modos coproductor y nos ayudara en publicidad, quizá con cincuenta mil o cuarenta mil soles. Ya, nos dijo, no hay problema. Llamó a Alicia Meza y a otra persona, y les dijo que nos armara una publicidad en los medios. Ellos pagaron esa publicidad, y también la publicidad de los afiches, banners para cines, gigantografías, volantes. Yo no conocía mucho al doctor Garrido Lecca; sabía que era economista y que había sido ministro, pero lo que me atrajo fue que era un hombre de negocios y que le gustaba el cine, así que le dije que quería hablarle de negocios y de artista a artista, porque sabía que él también había hecho películas. Así nos comunicamos. La cuestión política no me interesaba; sé que con el alcalde de Andahuaylas tenían nexos políticos, pero a mí eso no me interesaba.

       Aparte del pago del DCP, ¿en qué más los apoyó el Museo Andrés del Castillo?

      Nos apoyó también con la recepción del avant premiere, para la primera fecha, el 25 de mayo. El museo pagó el buffet, los arreglos, la música, las invitaciones, pagó los pasajes de los actores (diez actores), pagó los hoteles en Lima, y posteriormente, el 10 de agosto, también la recepción del avant premiere. No escatimaron nada, nos brindaron el mejor espacio; inclusive a los que nos entrevistaban les regalaban un paquete con pasajes, libros, parte de su marketing. Nos trataron muy bien.

       El Comercio también los apoyó…

      Sí. En algunas vallas de la Vía Expresa pusieron banners de la sección Luces de El Comercio con El último guerrero chanka. Como en diez puntos de Lima. Fue apoyo de Martha Meier Miró Quesada. Después nos apoyó con dos mil dólares en efectivo, haciendo el pago del subtitulado en inglés que incluía un DCP, un DVD y una entrega de máster en un disco duro de quinientas gigas. El Comercio nos apoyó desde un primer momento, nos estuvo siguiendo en todas las fechas. Hicimos una función exclusiva para la prensa, y allí estaba la señora Martha Meier Miró Quesada; me dijo que le gustó el paisaje y la fotografía, y que quería ayudarme personalmente. Allí le dije lo del subtitulado en inglés porque estábamos entre los cuatro seleccionados para representar al Perú en el Óscar. Me dio el dinero. Hicimos el subtitulado con Guarango, con Tito y Ricardo Cabello, muy puntuales, muy caballeros.

       ¿Cómo fue lo del Óscar?

      En el 2011 yo estaba en Cusco y me llamaron del Ministerio de Cultura. Una secretaria, no recuerdo su nombre. Estaban preseleccionados El inca, la boba y el hijo del ladrón, Bolero de noche y Octubre. Les parecía que mi película también podría estar preseleccionada. Estaban viendo cuál podría ir. Pero, me dijo, la condición es que tengan su DCP subtitulado. Me preguntó si estaba de acuerdo. Yo no pensé ni un segundo y la respuesta fue sí. Es más, le dije, tengo un patrocinador que me puede pagar el pasaje, la visa, todo lo que ustedes quieran1.

       ¿Qué pasó entre diciembre del 2011 y ahora, 2015?

      Estuvimos exhibiendo la película en Lima, Juliaca y Andahuaylas. No hemos podido hacer un estreno en todas las regiones porque no pudimos capitalizar. Teníamos deudas por pagar e inclusive sufrimos un robo en San Juan de Lurigancho.

       ¿No obtuvieron ganancia?

      No fue mucha. Nos sobró, pero no sumas gigantes. En el 2012 presenté al Conacine un proyecto que se llama Leyenda2, pero no fue aprobado. Empecé a escribir otros guiones. Tres guiones hasta la actualidad, registrados en Indecopi. Algunos proyectos eran muy caros, por ejemplo, el de la guerra entre los incas y los chankas. También en ese lapso los integrantes del grupo empezaron a hacer su vida, se casaron, se fueron independizando; pero yo quería seguir haciendo cine, me gusta el cine y empecé a escribir los guiones.

       Háblanos de tu experiencia con Dov Simens.

      En el 2011 estuve también con el maestro Dov Simens, que vino de Hollywood por intermedio de Luis Alberto Cayo. Nos dio un refuerzo gigante a muchos realizadores; a mí y a Dorian Fernández, que ha hecho varias películas, y a muchos otros. Me metí en la cabeza que puedo más.

      Este año hice un casting, en la ciudad de Lima, de artistas marciales. Me encontré con un monje shaolin, el único monje shaolin peruano, vive en Lima. Aprendí con él nuevas técnicas de kung-fu tradicional. Estoy entrenando mucho más, reforzando mi sistema marcial, y tengo una escuela en Andahuaylas. Tengo un proyecto de cine para desarrollar en cuatro regiones; estoy elaborando los vestuarios y las armas marciales, que no se han mostrado en ninguna película de Hollywood. Voy a hacer una parte en Lima, otra en un bosque de bambú, en Chiclayo. El núcleo se desarrolla allí. Hay también un bosque rudimentario de piedras, y lo otro va a ser en Choquequirao. Va a llevar un título universal. El ochenta por ciento promete peleas, ya no caminatas largas para mostrar escenarios turísticos. Las luchas serán precisas, no aburridas, largas. No será una película cómica, pero tendrá humor.

       Dov Simens recomienda que las producciones tengan un look internacional; al elegir locaciones nacionales muy precisas, ¿no estarías apartándote de esa recomendación?

      La intención de mis locaciones no es mostrar turismo. He aprendido a armar un gran guion desde la perspectiva del maestro Dov Simens. Él me ha dado unos tips precisos para no moverte cada cinco minutos del asiento, para que la película te atrape, te entretenga, te mantenga vivo, no dormido. Eso es lo que capté. Bueno, escribí una historia y dije: “Estos escenarios los tengo que conseguir, no importa dónde sea, aunque sea tendré que viajar a China, pero este escenario quiero”. Lo encontré en Chiclayo, pero no es que quiera vender Chiclayo. No nos interesa vender lugares; nos interesa que la película sea sólida, se enfoque en un género y le guste a la gente. Si voy a usar Cusco, Choquequirao, es porque conozco ese lugar y se asimila a mi historia. La película va a confundir, la gente se va a preguntar si es una película peruana o no. Porque al final hacemos lo que nos gusta, el género, en este caso las artes marciales. Otras películas se hacen por moda; por ejemplo, como todos hacen terror, yo también tengo que hacer terror. No siempre sucede eso. Pero al final no considero el cine como arte solamente, sino como arte y negocio, porque si no pienso en eso, ¿cómo voy a hacer dos, tres películas? Dorian [Fernández-Moris] lo tiene bien claro. Él dijo: “Tengo una cámara y hago algo al estilo La bruja de Blair, busco actores y me sale Cementerio general; no importa que la gente diga está mala o está buena, pero yo tengo un objetivo: seguir haciendo películas”. Mi objetivo ahora es hacer una película veinte o treinta veces mejor que El guerrero chanka, si no, mejor no la hago. Mi película tiene que gustar a la gente y tiene que capitalizar más.

      (Edición: Emilio Bustamante)

      AREQUIPA

      Roger Acosta Escobar

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      Estudió animación en Anivisa, en Lima. Trabajó en la empresa de animación Procesca Films. Reside en Arequipa, donde se ha dedicado al diseño, la publicidad y la realización audiovisual. Ha dirigido los largometrajes Mónica, más allá de la muerte (2006), Torero (2008) y El cura sin cabeza (2014). Organizó el Primer Encuentro de Cine Andino, Arequipa 2008, y el Segundo Encuentro de Cine Andino, Arequipa 2013, a los que concurrieron cineastas de diferentes regiones del país. La entrevista fue realizada el 6 de agosto del 2013, en Arequipa.

       ¿Cuándo y dónde naciste, y a qué se dedican tus

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