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que le presta su fisonomía inicial. Desde entonces, actores tan diversos como Tyrone Power, John Carroll, Guy Williams y hasta el comediante mexicano Germán Valdés, “Tin Tan” han llevado sus misteriosos atuendos, procurando perpetuar el aire latino del seductor (Mérida, 1997, 16).

      En *La máscara del zorro (*The Mask of Zorro, 1998), de Martin Campbell, Alejandro Murrieta, conocido como El Zorro, encarnado por el español Antonio Banderas, emblema del latin lover en el Hollywood de los años noventa, es informado acerca de los hábitos culinarios de cierta tribu “salvaje” del Perú.

       —¿Sabía que los indios Campa, del centro del Perú, solían devorar a sus enemigos muertos para adquirir su poder?

      Siguiendo la más ortodoxa tradición del filme de vampiros aclimatada a los tiempos digitales, Bella (Kristen Stewart), protagonista de *Crepúsculo (*Twilight, 2008), de Catherine Hardwicke, inquieta por el comportamiento y los poderes de Edward Cullen (Robert Pattinson), un pálido y melancólico compañero de clases por el que se siente atraída, decide iniciar una pesquisa. Revisa textos que describen los rasgos esenciales de personajes siniestros que forman parte del legado mitológico de antiguas culturas. Con ayuda de Google, su búsqueda de seres malignos se detiene en la figura de “El despiadado” (Apotamkin, “The Cold One”) y de los ritos para conjurarlo, repasa imágenes de horror y canibalismo en China, India, Egipto y el Perú.

      Un clic sobre el link del nombre del país la conduce a la historia del “desmembramiento del demonio”, ilustrado con un grabado que representa la escena de la tortura de un hombre al que se descoyunta y mutila para ahuyentar al espíritu maligno. Aunque no se mencione la ingesta posterior del cuerpo, *Crepúsculo deja establecido que los antiguos peruanos se afilian, en línea ascendiente, a las prácticas ancestrales de vampirismo que disimula el enigmático Edward Cullen.

      *Caníbales (*The Green Inferno, 2014), de Eli Roth, se filma en las inmediaciones de Tarapoto, en la región San Martín, ubicada en el nororiente peruano. Hasta ahí llega un grupo de jóvenes universitarios neoyorquinos impulsados por el deseo de proteger a una comunidad nativa de la tala ilegal de árboles emprendida por una pérfida multinacional.

      Pero las buenas intenciones no los protegen de los peligros que identifican a ese lugar. Justine (Lorenza Izzo), la protagonista, persiste en realizar un viaje desaconsejado por su padre (Richard Burgi), que le advierte que el “Perú es peligroso”:

       Padre: —Perú es peligroso. No puedes invadir un país solo porque ves que se hacen cosas inmorales.

      A lo que Justine responde:

       Justine: —Lo sé. Pero debemos hacer algo para proteger los bosques.

      Al llegar al Perú, los jóvenes descubren las manipulaciones de los ambientalistas que los condujeron a la misión amazónica y sufren un accidente de aviación. La aeronave cae en plena selva y los supervivientes son cautivos de una comunidad de caníbales.

      Eli Roth, el realizador de Hostel y su secuela, cintas que consolidan la tendencia del torture porn18 en el cine estadounidense mainstream, refiere aquí al cine italiano de explotación de los años setenta y a títulos como Holocausto caníbal (Cannibal Holocaust, 1980) de Ruggero Deodato, o El país del sexo salvaje (Il paese del sesso selvaggio, 1972) de Umberto Lenzi.

      Y como en esos filmes de antropofagia (que la película menciona en una videografía esencial del subgénero inserta en los créditos finales), en *Caníbales el componente gore se instala sin ambages, con la representación gráfica de actos violentos, como descuartizamientos e ingestas destinadas a crear repulsión, tal como ocurre en los modelos italianos. Dado el destino de sus protagonistas, condenados a morir, la película se entronca con el llamado splatter film, subgénero pródigo en la representación de cuerpos humanos eviscerados (McCarty, 1989).

      La violencia se atempera con el humor y la sátira. Es irrisoria la ingenua vocación de esos ciudadanos estadounidenses llegando a los confines de un mundo que desconocen, representado como una suma de esterotipos. Aquí, en medio de la selva peruana, la buena conciencia occidental de los viajeros coloniales, pletórica de discursos humanitarios y caritativos, se enfrenta a la barbarie monda y lironda, al engaño intencionado de ambientalistas “tercermundistas”, y a la voracidad de la tribu de caníbales que contradice, con cada uno de sus actos, la leyenda del buen salvaje, pletórica de nativos generosos, en comunición cabal con lo natural e incapaces de ejercer violencia alguna. Ver “Aventuras (amazónicas)”.

      Cartografías

      Los mapas no solo son representaciones métricas de territorios físicos. Son también construcciones culturales que designan el dominio político que se ejerce sobre ellos y remiten a las comunidades que los habitan. Señalan vecindades, delimitan zonas geográficas, establecen los linderos políticos de lugares donde se asientan identidades y temperamentos. Acicatean las fantasías de los viajeros, aunque sean imaginarios.

      En el cine, los mapas aparecen como insertos gráficos en la continuidad de las imágenes. Cumplen funciones referenciales. Nos introducen en la acción fijando la zona donde transcurren los hechos; dan cuenta del desplazamiento de los personajes; se convierten en apoyos ilustrativos de las exposiciones orales.

      El mapa de América del Sur con el perfil cartográfico del Perú es visible en *Vuelo Nocturno (*Night Flight, 1933), una producción de la Metro Goldwyn Mayer dirigida por Clarence Brown, con un reparto all star integrado por John Barrymore, Clark Gable, Myrna Loy, Helen Hayes, entre otros, y basada libremente en la novela Vol de nuit, de Antoine de Saint-Exupéry.

      John Barrymore tiene el papel de Riviére, propietario de una compañía de aviación que opera en Sudamérica, esa zona que el espectador imagina a través de los diseños cartográficos. Territorio inmenso que la película figura como un espacio por dominar y como mercado que requiere forjarse. Lugar de montañas y selvas que el empresario Riviére pretende domeñar mediante sobrevuelos riesgosos.

      La línea aérea de Riviére no presta servicios de correo en aeropuertos peruanos, pero la presencia cartográfica del Perú está ahí. Aparece en la imagen cuando el ambicioso empresario describe sus planes de expansión y su deseo de realizar vuelos nocturnos a través de los Andes, con el fin de acelerar la entrega del correo en el menor tiempo posible, aun al costo de los peligros que puedan correr los pilotos.

      Aventurero de tierra y aire y actor principal de la Metro Goldwyn Mayer, Clark Gable se convierte en Fletcher Christian en *Motín a bordo (*Mutiny on the Bounty), una producción de Metro Goldwyn Mayer, dirigida por Frank Lloyd en 1935. Es la primera versión fílmica de la novela Mutiny on the Bounty, de Charles Bernard Nordhoff y James Norman Hall. La historia del conflicto en altamar fue llevada al cine dos veces más, teniendo a Marlon Brando y a Mel Gibson como intérpretes de Fletcher Christian.

      Oficial de la Armada de su Majestad Británica, Christian es el honorable marino que se amotina en reacción a los abusos que comete el capitán William Blight (Charles Laughton) contra la tripulación. Un intento de conducir la nave por el Cabo de Hornos es detonante de la rebelión. La explicación de la ruta a seguir durante la travesía se realiza teniendo a la vista un mapa de Sudamérica. El encuadre alcanza a integrar en el campo visual, el trazado correspondiente al territorio del Perú en 1789, año en que transcurre la acción.

      Un mapa de Sudamérica, con la línea visible de la costa peruana, aparece en *Los hijos del Capitán Grant (*Deti Kapitana Granta), de Vladimir Vajnshtok y David Gutman (1936), adaptación soviética de la novela homónima de Julio Verne, con el actor Nikolai Cherkasov haciendo del geógrafo francés Paganel, explorador en la Patagonia, Australia y Nueva Zelanda.

      Lo mismo ocurre en otra versión de la misma novela de Verne, esta vez producida por los estudios Disney. Salvo la demarcación cartográfica, *Los hijos del Capitán Grant (*In Search of the Castaways), de Robert Stevenson (1962), con el cantante Maurice Chevalier como Paganel, no contiene

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