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2013), de Adam Spinks, es una producción británica de bajo presupuesto grabada con cámaras digitales que simulan ser las que portan y usan los protagonistas, unos expedicionarios que se internan en la jungla.

      En este “falso documental”, heredero de la estética del fake impuesta para el cine de terror y aventuras por Holocausto caníbal (1980), de Ruggero Deodato, y prolongada por otras películas tributarias de El proyecto de la bruja de Blair (The Blair Witch Project, 1999), de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, la selva peruana está poblada por serpientes de colores nunca vistos, aves desprotegidas y feroces dinosaurios, acaso calcados de la novela El mundo perdido (The Lost World), de Arthur Conan Doyle, publicada en 1912.

      La expedición científica pretende estudiar especies biológicas en peligro de extinción, a causa de la tala indiscriminada emprendida por multinacionales de escasos escrúpulos. Pero esos afanes se interrumpen con la amenaza de seres prehistóricos depredadores que atacan al ver invadidos sus territorios. El Welcome to Peru que recibe a los expedicionarios se convierte en una frase sarcástica que contrasta con la realidad.

      La precariedad de la producción limita la verosimilitud dramática de *Aventura Jurásica: los efectos de realismo propuestos por el “falso documental” se desbaratan con la inocultable apariencia de un ser de quincallería que irrumpe para causar el pánico de los personajes y la hilaridad de los espectadores. Lo único antediluviano aquí es la calidad de los efectos especiales.

      “Entre todas las representaciones sobre la Amazonía, la más poderosa fue aquella que la concibió como un “mundo perdido”, un lugar localizado fuera del espacio de la contemporaneidad, donde el tiempo prehistórico de la humanidad aún seguía sucediendo.”, afirma Guarían (2012, p. 64).

      La imaginería del Perú como reserva de criaturas antediluvianas, monstruosas y agresivas, aparece ya en relatos literarios publicados a inicios del siglo XX. Alejandro Neyra consigna la aparición de “criaturas gigantescas y anfibias, mezcla de reptiles y crustáceos, pecaríes salvajes, peces con hocicos de cerdo que viven en los ríos subterráneos de la cordillera…” en la novela Under the Andes (1914), de Rex Stout, que se ambienta en Cerro de Pasco y Huánuco (Neyra, 2013, p. 65).

      Una variante del filme de aventuras amazónicas nos conduce a las representaciones del canibalismo, supuestamente practicado por comunidades originarias amazónicas. Es el caso de películas como *Milagro en la selva (*Terror in the Jungle, 1968), de los estadounidenses Andy Janzack, Tom DeSimone y Alex Graton; *La máscara del zorro (*The Mask of Zorro, 1998), de Martin Campbell; *Caníbales (*The Green Inferno, 2014), de Eli Roth (ver “Caníbales”). Ver “Al inicio”, “Ayahuasca”, “Exploraciones”, “Quinina”.

      Ayahuasca

      Convertidas en fenómenos culturales, las prácticas chamánicas y las experiencias psicoactivas con sustancias naturales, o con ayahuasca (cuyo ingrediente activo es el DMT (dimethyltryptamina), ligadas a las prácticas de autoconocimiento, terapia, perfeccionamiento espiritual y conexión mística con el universo, motivan el interés de cineastas de todo el mundo. Desde el tailandés Apichatpong Weerasethakul hasta el franco-argentino Gaspar Noé reconocen inspirarse en la realidad y en la mitología de la ayahuasca, siguiendo la tradición de William Burroughs en busca del yagé.

      En 2004, el francés Jan Kounen filma en localizaciones peruanas y mexicanas su “wéstern psicodélico” *Blueberry, adaptación del comic book de Moebius. Incorpora en la película las experiencias de sus prácticas con chamanes shipibo-conibos y su conocimiento de la ayahuasca16.

      Kounen, en 2008, participa en el largometraje colectivo llamado *8, dirigido por Jane Campion, Gael García Bernal, Mira Nair, Gaspar Noé, Abderrahmane Sissako, Gus Van Sant, Wim Wenders. El episodio de Kounen, *The Story of Panshin Beka, se filma en el Perú.

      Jan Kounen también realiza el corto *D’autres mondes (2004), que recrea la investigación del antropólogo canadiense Jeremy Narby y su relación con el curandero Guillermo Arévalo.

      Jennifer Aniston y Paul Rudd, pareja urbana de la edad media, nostálgica de estimulos vitales, pasa una temporada en una comunidad de vida alternativa que no excluye el consumo de la ayahuasca. Ocurre en *Sácame del paraíso (*Wanderlust, 2012), de David Wain, producción de Universal que da cuenta de una tendencia que se arraiga en la cultura hip extendida entre las clases acomodadas de Los Angeles y Nueva York.

      En la comedia *Mientras seamos jóvenes (*While We’re Young, 2014) del estadounidenses Noah Baumbach, los protagonistas, una pareja de esposos (Ben Stiller, Naomi Watts), en crisis de la mediana edad a causa de los años pasados en común y de la rutina conyugal, se relaciona con una pareja veinte años menor (Adam Driver, Amanda Seyfried). Intentan aceptar las diferencias generacionales.

      Impulsados por su nueva percepción de la juventud y por la necesidad de encontrar estímulos capaces de alterar sus vidas estancas, acuden a los servicios de un chamán neoyorquino, especializado en conducir a jóvenes hipsters en prácticas culturales alternativas: se lanzan a una experiencia alucinatoria con ayahuasca.

      En *Love (2015), de Gaspar Noé, la pareja protagonista, en busca de experiencias que enriquezcan su vida sexual, participan de una experiencia iniciática con ayahuasca, pero sin moverse del territorio francés.

      *Icaros: A Vision (2016), de la argentina Leonor Caraballo y el uruguayo Matteo Norzi, es el primer largometraje de ambos artistas visuales. Combinando el registro documental con la ficción representada, la experiencia psicoactiva de la ayahuasca es recreada mediante animación digital. La película, realizada en un albergue ubicado en tierras de la comunidad Shipibo Conibo se centra en la búsqueda de la protagonista, una estadounidense que intenta encontrar en la ayahuasca una terapia contra el cáncer que la afecta. El costado testimonial y documental de la película se refuerza por la circunstancia de la enfermedad de la propia realizadora, Leonor Caraballo, estudiosa de las prácticas chamánicas en la selva peruana, fallecida en 2015.

      En el vasto terreno del documental se halla el mayor número de aproximaciones testimoniales a las prácticas del chamanismo, así como al entorno cultural que las rodea. Enumeramos algunos títulos:

      *Eduardo, el curandero (*Eduardo the Healer, 1978), de Richard Cowan, auspiciado por The Drug Abuse Council of the U.S. Department of Health, Education and Welfare, muestra las prácticas chamánicas de Eduardo Calderón, con el cáctus San Pedro en una localidad cercana a Trujillo, en la costa norte del Perú.

      *L’Ayahuasca, le serpent et moi (2004), del francés Armand Bernardi, realizada para Artline Films, France 5 y Procirep, indaga en los usos psicoterapéuticos de la ayahuasca.

      *Sacha Runa: Spirits of the Rainforest (2005), de producción estadounidense y dirigido por Sean Adair, registra las actividades del chamán Agustín Rivas Vásquez en la localidad amazónica de Tamshiyacu, en Loreto.

      La austríaca *Heaven Earth (2008), de Rudolf Amaral y Harald Scherz, sigue a un grupo de viajeros europeos llegados a la Amazonía para participar en ceremonias con ayahuasca, a la vez que entrevista a chamanes en la ciudad de Iquitos.

      *Ayahuasca Diary (2009), de Christian Moran, acompaña el recorrido de cuatro estadounidenses que llegan al Perú en busca de ayahuasca con el fin de tratar sus enfermedades: cáncer, reumatismo, artritis y psoriasis. Lo mismo ocurre en *Metamorphosis (2009), de Keith Aronowitz, filmada en Iquitos, que documenta las posibilidades de transformación personal asociadas con el uso de la ayahuasca.

      *The Shaman & Ayahuasca: Journeys to Sacred Realms (2010), de Michael Wiese, se acerca a la llamada “planta madre” y a su repercusión en la conciencia de aquellos que buscan experiencias trascendentes. Focaliza su indagación en los testimonios de José Campos, curandero, y del artista Pablo Amaringo, fallecido poco después del rodaje.

      *A Crooked Line (2010), de William Sabourin O’Reilly, traza una crónica de la trayectoria

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