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Instrucciones para hacer de la ciencia un drama (¡o una comedia!). David Price
Читать онлайн.Название Instrucciones para hacer de la ciencia un drama (¡o una comedia!)
Год выпуска 0
isbn 9786075712840
Автор произведения David Price
Жанр Математика
Серия Gabinete de curiosidades
Издательство Bookwire
Y he aquí el grand finale, el epílogo que todos esperaban. ¿Final feliz, trágico, abierto? ¿Se ha generado ese adorable puente entre los posibles contrincantes? Como en el bolero, lo tuyo es puro teatro. La ciencia, a veces, también.
6 La primera vez que vimos a Diego fue frente a un público de más de quinientas personas, dictando su conferencia de “Sexo, drogas, biología y un poco de rock and roll”. Su dominio del público es fascinante, y mientras uno lo ve ahí piensa “yo quiero ser amigo de este hombre, ha de ser el alma de las fiestas”. Pero cuando no está ante el público, Diego es un tipo más bien tímido, muy diferente del que es cuando está dando una conferencia o frente a una cámara. En todo caso, aquellos que tienen (tenemos) la suerte de conocerlo en persona, descubrimos detrás de esa timidez un ser absolutamente interesante, inteligente y de un humor fuera de lo común. Ha ganado numerosos premios (entre ellos el Kalinga, que es como el Nobel de la divulgación) por sus labores como divulgador científico, oficio que combina con los de investigador en neurociencias, profesor universitario y padre de familia. Fue uno de los principales gestores del centro de ciencias C3 en Buenos Aires y es el presentador oficial de TedEx del Río de la Plata, tal vez el más concurrido del mundo.
7 M. Frayn, Copenhague. Anchor Books, 2000 (traducción propia).
8 Muy bien detallada por Kirsten Shepherd-Barr en su exhaustivo libro Science on stage (Princeton University Press, 2006).
9 C. Djerassi, “Science and theatre”. Interdisciplinary Science Reviews 27: 193-201, 2002.
10 E. Barba, “El teatro y la ciencia”. Revista Conjunto 173, 2014.
11 Véase, por ejemplo, M. Fons Sastre, “Teatro y neurociencias: el proceso creativo del actor desde la neurofisiología de la acción”. Acotaciones (Revista de Investigación y creación teatral) 35, 2015; G. Sofía, Diálogos entre teatro y neurociencias. Artezblai, 2010.
12 G. Gellon, E. Rosenvasser Feher, M. Furman y D. Golombek, La ciencia en el aula. Siglo xxi, 2018.
13 Por ejemplo, A. Blanco Martínez y M. González Sanmamed, “Ciencia y teatro: una experiencia de teatro científico con alumnado de educación secundaria”. Revista Iberoamericana de Educación / Revista Ibero-americana de Educação 69: 81-92, 2015; M. Calvo, “Actividad de teatro científico como recurso en la formación de futuros profesores”. Revista Textos 69: 93-98, 2011.
14 Aunque ya lo dice en Enrique V de Shakespeare: “Que Dios, el mejor de todos los casamenteros, funda vuestros corazones en uno”.
Todos los caminos conducen a... las ciencias
Belén Pasqualini15
“¿Qué vas a estudiar?”, me preguntó.
“Teatro”, le respondí. A lo que, ansiosa, ella retrucó:
“Sí, sí, está bien, pero... ¿qué vas a estudiar?”, y yo:
“Voy a estudiar en el Conservatorio Nacional de Teatro
de Buenos Aires, abuela”.
Era domingo. En una de las cabeceras de la mesa, sentada, estaba ella, mi abuela, calzando sus 83 años. En el otro extremo de la larga comida estaba yo, con mis frescos 17. Era uno de esos tantos domingos que pasábamos almorzando en familia. Alrededor de 25 hijos, tíos, nietos y primos asomaban como testigos de este partido de tenis entre ella y yo. Y es que aquel domingo era diferente, era especial para mí. Era mi turno. Cual oficial inquisidor, cada vez que uno de sus nietos se aproximaba a la cornisa de sus estudios secundarios, mi abuela se acercaba al que estuviera de turno, para acecharlo con la —ya conocida— pregunta incómoda: ¿qué vas a estudiar?
A lo largo de todo mi último año de colegio estuve debatiéndome, entre desfiles, viajes de egresados y celebraciones de toda índole, por un lado; y, por el otro, la dura e injusta pregunta que nos toca a los jóvenes —por verdes e inmaduros que estamos a esa edad— alrededor de elegir una profesión, un estudio. No siendo ya niños, tampoco grandes... y aun así, ahí, la vida que no espera y crudamente nos instiga a elegir qué hacer de nuestros próximos días.
Vengo de una familia colmada de médicos, físicos, ingenieros, arquitectos, científicos, en fin: universitarios. De chica me había atraído la medicina genética, así como la cirugía. Pero a la vez, de tanto embriagarme con las mágicas sobremesas que mi mamá Claudia nos convidaba a mi hermano, a mi papá y a mí, después de cada cena, se me había impregnado el arte en las venas, como una especie de gen insistente que inevitablemente hace metástasis, y entonces la pulseada entre ambos senderos —la ciencia y el arte— se me hacía tremenda. Mientras mis compañeros faltaban a las clases o disfrutaban de la liberación que un último año de colegio propone a todo aquel alumno que está a punto de librarse definitivamente del uniforme... a mí me carcomía la congoja de no saber qué elegir. Todavía recuerdo el día en que lo decidí. Estaba haciendo pis en el baño de mi casa, con la puerta semientornada, mientras mi mamá estaba sentada en la mesa del comedor a unos metros de distancia. Y de pronto le dije: “Mamá, ya lo decidí: voy a hacer el Conservatorio de Teatro. Que para ser médica, tengo, después, toda la vida. Pero si quiero ser actriz, eso tiene que ser ahora”. Y así fue.
Me metí durante cuatro años en el Conservatorio de Teatro (para ese entonces, llamado Instituto Universitario Nacional del Arte [iuna]), tras pasar un exigente examen de ingreso, a la vez que estudié teatro por fuera del instituto, baile, canto lírico, guitarra y, más tarde, piano y lenguaje musical. Completé el conservatorio en el tiempo estipulado, cumpliendo con un total de 52 materias teóricas y prácticas. A mi manera, se podría decir, que hice la universidad. Hice de algo artístico un acontecimiento académico, universitario.
***
Hace ya casi quince años que me dedico a cuestiones artísticas, tanto en Argentina como en otros países, ya sea interpretando obras de teatro, ya sea cantando mi música, así como formando parte de otros proyectos que implican cuestiones artísticas. Vivo de lo que amo hacer. En 2013, cuando mi intérprete ya estaba más madura y transitada, emergió en mí el deseo de crear mi propio teatro, de contar mi propia voz, mi propia historia...
Mi abuela siempre fue una especie de heroína para mí. Su nombre completo es Christiane Dosne Pasqualini. Es ella una reconocida investigadora de leucemia a nivel internacional, nacida en Francia, criada en Canadá y Argentina, por adopción. Dueña de numerosos premios, uno de ellos es el Unifem-Noel por ser, junto a la Madre Teresa de Calcuta, una de las mujeres que más contribuyeron a lograr la paz mundial. Recuerdo tener tan solo 5 años y asistir a la ceremonia en la que nombraban a mi abuela primera mujer en ocupar un sitial de la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires. Me autoproclamo una fanática de mi abuela al cien por ciento. De todos sus 5 hijos, 17 nietos y ya 22 bisnietos, probablemente yo sea, a la fecha, la más devota, la más fanática de todos.
Siempre consideré que Christiane era una persona muy particular, digna de ser teatralizada, digna de volverse el personaje de una obra de teatro. Causalmente, ella editó su historia en el libro Quise lo que hice. Autobiografía de una investigadora científica (editorial Leviatán, 2007). En este libro ella cuenta sus “hazañas” como científica, esposa,