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gobiernos u organizaciones supranacionales, este escenario representa una alteración fundamental y duradera en un contexto –que la crisis del coronavirus contribuye a magnificar– que obliga a estar constantemente en modo de anticipación, intervención y evolución.

      2 El liderazgo es un viaje y requiere necesariamente que cambiemos Una idea ya comúnmente aceptada sobre el liderazgo es que se trata de un viaje, no de un destino. En realidad nunca llegamos al destino de ser los mejores líderes –o seres humanos– que podemos ser, aunque intentarlo debería ser la estrella polar de nuestro viaje. Los auténticos líderes han comprendido el hecho fundamental de la existencia: no se pueden evitar las contradicciones inherentes a la vida y no existen soluciones perfectas, sino cambios de mirada y de actitud. Estoicismo en estado puro, podríamos decir. Cuando nos enfrentamos de verdad a las polaridades en nuestras vidas, se desvanecen sin remedio nuestros sueños arrogantes y condescendientes y nos damos cuenta «de qué va la cosa» de verdad, y eso nos vuelve al instante más humanos y auténticos. Además, y esto es fundamental, el viaje nunca se hace realmente en solitario. Tomamos continuamente decisiones sobre nuestras organizaciones, sobre las personas que dependen de nosotros y sobre nosotros mismos, y somos al mismo tiempo parte de sistemas en constante cambio donde vivimos transformaciones cada vez más frecuentes. Estos cambios de ruta necesitan ser abordados de manera consciente e intencional, y no reutilizando trivialmente las mismas habilidades, capacidades y enfoques que nos han servido en el pasado, independientemente del contexto. Cuando nos «atascamos», normalmente no podemos progresar usando las mismas herramientas, y de hecho si no nos «sofisticamos» irremediablemente estaremos comenzando el proceso de «banalizarnos». El progreso real requiere por tanto de un doble compromiso: El de dedicarnos a comprendernos mejor, en el sentido filosófico de «comprender», esto es, entender lo que significa para cada uno de nosotros existir como seres humanos en el mundo en el momento actual.El de cambiar nuestros hábitos de pensamiento incluyendo qué valoramos, cómo trabajamos, qué conexiones establecemos con las personas, cómo aprendemos, qué esperamos de la vida o cómo gestionamos la frustración.

      Así que podríamos decir que en realidad hay mucho que celebrar en nuestra situación actual. En las dos últimas décadas, personas del mundo entero han respondido a la urgente necesidad de abordar su propia transformación. Las condiciones externas, tan retadoras, nos han llevado a descubrir y poner en marcha nuestros recursos internos… y ese proceso podría aumentar a partir de ahora de forma exponencial. El estar expuestos al fin de la vida como la conocíamos nos ha llevado a muchos a retomar el contacto con lo esencial, con las pocas cosas realmente importantes de la vida, con la sabiduría ancestral y con esa bondad primordial de la que nunca hemos estado en realidad separados.

      1 El secreto está por tanto en disfrutar del eterno baile entre cambiar y ser cambiadosMuchos sabios de tradiciones diversas han hablado de la receta para lograr esa paz y esa felicidad «silenciosas», que no es otra que mantener una oscilación armoniosa entre cambiar y ser cambiados. El gran Dario Fó17, que hizo de su vida y su arte un camino de activismo comprometido, en su etapa final llegó a afirmar que la sabiduría consiste en entender que nuestra verdadera misión es permitir que la vida nos transforme para mejor y en no ser tan simplistas –ni tan egoístas– como para tratar de cambiar el mundo con el ánimo de dar respuesta a nuestros propios deseos y necesidades. Otra fuente, posiblemente esté entre las más autorizadas sobre el tema, es el gran don Miguel de Cervantes. El Quijote es uno de los mejores tratados que conozco sobre transformación, porque en el fondo don Quijote y Sancho son la misma persona… Podríamos ser cualquiera de nosotros, y de hecho en los últimos capítulos a menudo ya no se sabe quién está hablando, porque realismo e idealismo, razón y corazón, sentido común y visión se acaban fundiendo. Y en ese eterno baile que representa una vida bien vivida, como lo expresaba Italo Calvino18, lo más importante es perseguir la levedad. Porque al final, como siempre me decía un directivo nigeriano con el que trabajé hace algún tiempo, esto de que la incertidumbre y el cambio son fenómenos nuevos es una visión estrictamente occidental, pusilánime y bastante cómica «para los muchos que, como yo, nacimos en una aldea y hoy puede que tengamos un doctorado en Economía, pero hasta hace pocos años ni siquiera teníamos zapatos». Así que, por pura justicia cósmica, parece que están próximos los tiempos en los que cambien las tornas hacia un nuevo equilibrio de fuerzas. Y ojalá también hacia una conciencia más elevada y hacia sociedades más justas, inclusivas y felices.

      13 Koestenbaum, Peter. 1999. Liderazgo: la grandeza interna. Prentice Hall.

      14 Me resisto a traducirlo como «Desarrollo de adultos» porque la expresión en castellano no recoge en absoluto el concepto ni le hace justicia. Se trata de un corpus extenso construido a partir de diversas teorías como el «Life-Span Developmental theory», la Teoría del Desarrollo Psicosocial de Erikson, los modelos de Michael Common y Carl Jung, el trabajo de Daniel Levinson y últimamente el de Robert Kegan y Lisa Lahey’s en su libro Immunity to Change, entre otros.

      15 Entre los mejores estudios sobre este tema en el seno de las organizaciones, os recomiendo el libro de William Bridges con Susan Bridges: Managing Transitions: Making the Most of Change. Revised 4th Edition. 2017. Nicholas Brealey Publishing.

      16 «Leadership Is a Journey, Not a Destination». Ian C. Woodward, INSEAD Professor of Management Practice and Director of the INSEAD Advanced Management Programme. November 2, 2017.

      17 Darío Fó: actor y escritor de teatro italiano ganador del Premio Nobel de Literatura en 1997. Junto a su compañera, Franca Rame, tuvo una participación intensa y desde distintas facetas como activista en la vida política de su tiempo.

      18 Si os interesa saber más sobre Italo Calvino, sin duda un «grande», os recomiendo Las ciudades invisibles.

      Algunos ingredientes

      de la fórmula

      Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto cambiaron las preguntas.

      Mario Benedetti

      Espero que a estas alturas haya quedado mínimamente establecido que la complejidad tan disruptiva –y generadora– que nos traen los tiempos no nos deja otro camino inteligente que la transformación. A los grandes dilemas que ya no sabíamos cómo afrontar en un mundo «como lo conocíamos» se han unido las incógnitas que implican la crisis del coronavirus y todas sus múltiples derivadas. Ha llegado el momento de construir –o reconstruir– una red de liderazgo colectivo, porque la única forma de afrontar el futuro que tiene algún viso de ser efectiva es colaborar desde múltiples espacios de maneras nuevas, comprometidas, poderosas y creativas.

      En las siguientes páginas revisaremos juntos algunos de los ingredientes de la fórmula para esa transformación, en cierta medida heroica, que hace posible un hermoso proceso de alquimia. Entenderemos que, aunque requerirá ciertas dosis de trabajo se verá recompensada con vidas llenas de matices, plenas y nunca inocuas. Percibiremos asimismo la importancia de aprender a descansar en un proceso en el que, aunque a veces pueda parecer lo contrario, en realidad no hay paradas, aunque a veces haya desvíos. Y descubriremos la importancia de abordarlo firmemente asidos a nuestras causas, que nos darán la certeza cuando lo demás falle, y de cultivar al mismo tiempo un cierto hedonismo para hacernos el camino más placentero. Experimentaremos también que algunos ingredientes de la fórmula de la transformación se refieren al proceso de actualización propio, mientras que otros tienen que ver con dar los pasos necesarios para

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