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La primera fue Las recién casadas (1962), en la que protagonizó a una de las recién casadas

      [...] que enfrentan los problemas de la vida conyugal. Su marido, un oficinista, no ve con buenos ojos el nacimiento de una estrella de la canción. El director plantea que el éxito, el triunfo, el trabajo mismo, son atentatorios a la felicidad del hogar. El papel de la mujer sólo consiste en atender al hogar y ser una fiel servidora del marido.

      Entre 1968 y 1975 se cambió de casa discográfica. Primero fue Musart y luego Orfeón, pero en esta última no tuvo la difusión de antaño. Mucho se habló de la menor calidad orquestal y de arreglos en sus grabaciones. Lo explica su admirador y amigo Juan Gabriel en su página web:

      Pasaron los años y como a Monna Bell le gusta hacer cosas con mucha calidad ha tropezado con gente que no le ha correspondido, que no le han hecho justicia ni le han dado el trato de calidad que ella se merece. Ahora ya sé por qué dejó de grabar en aquel tiempo.

      Uno de esos tropiezos fue la edición del LP La Nueva Onda de México junto a Aldemaro Romero, donde reinterpretaron clásicos mexicanos. Todo iba bien hasta el diseño de la carátula, en que se veía a los cantantes vestidos de guerrilleros mejicanos,

      [...] manipulando las fotos en tonos sepia para que parecieran antiguas. Todo un homenaje a la constitución de la nación mexicana. Pero el gobierno mexicano de la época se lo tomó como un insulto y el Ministro del Interior se encargó de sabotear la propagación del disco, moviendo sus hilos para paralizar su promoción y haciendo que las emisoras se negaran a radiarlo. Se habían fabricado 3000 copias y las ventas fueron bajísimas.

      Al mismo tiempo que “Está escrito” era incluida en la banda sonora de Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón de Pedro Almodóvar, Monna Bell dejaba su carrera artística. Pero esta no terminaría ahí. En 1993, Juan Gabriel compuso y produjo canciones para ella contenidas en el disco Ahora. No tuvo la difusión que le hubiera gustado, debido a un asunto contractual que tenía el cantante por derechos autorales. Después de este traspié se puso en campaña para editar un álbum recopilatorio junto a EMI, llamado La divina Monna Bell, finalmente en 1996. El sello aportó las canciones y Juan Gabriel puso a disposición las fotos y partituras que venía juntando desde hacía años. También aprovechó para escribir una sentida crónica sobre cómo llegó a ella, dando cuenta de su admiración. En ese texto señala:

      [...] discográficamente este es un rescate fabuloso. Porque permite conocer su arte en un momento que carecemos de artistas de valor, artistas de reyes, de reinas. Estoy agradecido de la gente que sabe de esta música. Monna no es una desconocida. La gente que sabe de música piensa instantáneamente en ella. Decir calidad es decir Monna Bell.

      Sonia la Única

      En dos años he hecho algo más que el dúo en 23. No puedo subestimar el factor suerte en mi satisfactoria situación actual.

      Sonia la Única

      Su apellido Von Schrebler era difícil de retener en la memoria, poco recomendable si se buscaba el triunfo. No le gustaba su seudónimo, pero no quedaba otra. Ha contado que Armando Manzanero la bautizó así porque era la única que quedó del dueto. Sonia y Myriam se formó a principios de los años cuarenta, cuando las hermanas Von Schrebler tenían un poco más de once años y se presentaban en salones de té santiaguinos como el Tap Room, el Violín Gitano, en el Lucerna, el Goyescas, entre otros, que se repletaban de niños. Su primera presentación en radio fue pagada con una muñeca y un coche.

      Tras siete años de silencio discográfico el dúo volvió a juntarse en 1957. En esa oportunidad ficharon con Odeon y sacaron varios sencillos. Contratadas por el mismo representante de Lucho Gatica, se embarcaron rápidamente en una gira por varios países de Latinoamérica, como Venezuela, Colombia y Puerto Rico, enamorándose especialmente de Cuba. Como declararon a la revista Ecran en su paso por Chile, “nos fue mucho mejor de todo lo que podíamos esperar —suspiran—. En cada país que nos presentamos… y donde no nos recordaban o no nos conocían, prolongaron nuestra actuación”. Eran conocidas como “las chilenas” y compartían veladas con personajes como Eva Perón o Fidel Castro y Pedro Vargas. Todo este plan de internacionalización era global de parte del sello Odeon, ya que se buscaban grabaciones chilenas para exportarlas al mercado extranjero, donde se incluía a Raúl Shaw y las mismas Sonia y Myriam.

      Pero ya tenían un pie en México, ya que como indica el periodista Rodrigo de la Carrera, “comenzaron a triunfar y a cantar muchas canciones y un repertorio muy bien escogido dirigidas por Mariano Rivera que era el director artístico de RCA Victor, hacen mucha radio en aquel entonces”. En 1962 lograron un contrato con la televisión azteca, conquistando a la prensa: “Las guapas cantantes chilenas Sonia y Myriam están causando verdadera sensación en nuestro mundo artístico”, citaba Ecran, al contar además que eran las que “más discos venden” en ese país. De hecho, ese año se llevaron el premio Macuilxochitl en la categoría Mejor Artista Extranjera, por encima de Sammy Davies Jr., por nombrar algunos. Este galardón era otorgado por la Asociación Mexicana de Periodistas de Radio y Televisión.

      La actividad de las hermanas no paraba. Se presentaban en vivo en lugares como el cabaré Señorial del DF, y actuaron en el programa de televisión Revista musical del Canal 2, para seguir de gira por distintos lugares del país, como Obregón y Acapulco. También incluyeron una antigua canción de ellas, “Envidia”, en un filme del prolífico actor Luis Aguilar. “Era tanto el interés por hacernos intervenir en la película, que esta sufrió una adaptación para justificar nuestra canción”, contaban las hermanas en una entrevista, y se convirtió en uno de sus mayores éxitos en México.

      Esto se sumó al nombramiento como “las mejores intérpretes extranjeras” en el Festival de la Canción Mexicana y obtuvieron un Disco de Oro de RCA Victor, por un millón de discos vendidos. Luego de editar dos volúmenes de grandes éxitos en LP e intensas giras por toda Latinoamérica, el dúo vivió otra ruptura luego de que Myriam decidiera dejar de cantar en 1964, con el fin de dedicarle más tiempo a su familia. En todo caso, siguió trabajando como ejecutiva en la industria discográfica en España. Pero todo lo construido por ellas dos dio su fruto y Sonia siguió como solista. No pudo resistir quedarse en Chile y no seguir en la música. Estuvo en lo correcto, ya que tenía a su favor el desplante, la gracia de su voz robusta y camaleónica, más su personalidad en las entrevistas. Fue bautizada como Sonia la Única por Armando Manzanero, quien en ese entonces, mientras actuaba como pianista suyo, se inició en la composición.

      Un día me dijo “Ay, señora, ¿le molestaría mucho que yo cantara antes?”. Y le dije “Noo, encantada, canta no más”. Y se sentó al piano y estuvo cantando como una hora. Y le empezó a ir muy bien. Porque era muy bueno. Yo me quedé con el ojo cuadrado con lo que oí cantar. Y después yo entraba fresca y cantaba; eran dos formas distintas de interpretar. Y le dije: “No, pues, Manzanito: yo voy a poner Sonia la Única y Armando Manzanero. Nada de estar por allá abajo”.

      La carrera de Sonia se consolidó como nunca y no hacía otra cosa que crecer en México, llegando incluso a tener un programa propio, Mi nombre es Sonia, en el Canal 4 de la televisión local en 1966. Esto fue seguido por su interpretación de “Lágrimas amargas” para el tema central de la teleserie del mismo nombre en ese país. El éxito repercutía en Chile, donde su sencillo “Te amaré toda la vida” estaba totalmente agotado en el mercado. La canción sería incluida en la banda sonora de la película mexicana Los perversos, estrenada a comienzos de 1967, y en la telenovela El abismo. Todo esto iba de la mano de la publicación de sencillos como también el LP Adiós tristeza!, donde incluyó cuatro composiciones del mismo Armando Manzanero, como “Esta tarde vi llover”, que más adelante interpretaría él mismo.

      Le siguió una gira por Venezuela y Puerto Rico, donde volvería al cine. En una entrevista incluso anunciaba su participación en el famoso programa de Ed Sullivan en Nueva York, y volver a presentarse en el Festival de Viña del Mar a comienzos de 1968. Ese año publicó otro álbum estelar llamado Esta noche la paso contigo, incluyendo la canción del mismo nombre que la compositora mexicana Laura Gómez escribió especialmente para ella. Según la revista Billboard, un tema grabado para una telenovela de ese país estuvo en el cuarto lugar de los sencillos más

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