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estado conmigo durante más de un año en plena guerra civil española. Visitado los frentes. Recorrido Madrid, Barcelona y Valencia. Había colaborado en la prensa. Yo creo que estaba preparada para esa y otras tareas tan duras como la expedición de los refugiados a México.

      P.: ¿Qué artistas e intelectuales trató usted personalmente?

      R.: En Francia tuve oportunidad de conocer a gran parte de la «inteligencia» española de la época que no había tratado en España. Por ejemplo a los redactores y colaboradores de la revista Hora de España (1937-38). En España había conocido a Manuel Altolaguirre, Juan Gil Albert, Sánchez Barbudo, etc. y a Ramón Gaya. En Francia conocí a Pedro Garfias, Juan Rejano, etc.

      P.: ¿También al poeta Herrera Petere?

      R.: A José Herrera Petere lo conocía antes y viajó a México en uno de los barcos de refugiados españoles. También Ramón Xirau. Los Díez Canedo. Todos ellos venían con sus familias. También José Ignacio Mantecón. Traté mucho a Juan Vicens que se ocupaba de la Propaganda republicana en París.

      P.: ¿Con qué organizaciones trabajó usted?

      P.: ¿Se hizo alguna gestión para llevar a Picasso a México?

      R.: Fui ver a Picasso con Juan Larrea y con Eugenio Imaz. Acudimos su estudio en París. Nos recibió con el corazón compungido y los brazos abiertos. Cordialísimo. En principio estaba dispuesto a colaborar con nosotros y acompañarnos. Esta conversación las tuvimos a inicios de 1939. Cuando tenía que concretarse su traslado se excusó y nos dijo que no podía marcharse. Veía que la guerra europea era inminente. Por entonces creíamos que estallaría al llegar el verano: «Como ustedes saben yo jamás he salido de Francia. Esta es mi segunda patria. Y si salgo y no puedo volver…».

      P.: Se sabe que Picasso tuvo una actitud muy solidaria con los refugiados españoles. Por ejemplo su participación –gracias a Juan Larrea– en la exposición en la Casa de la Cultura Española de México en 1940.

      P.: Por cierto que buena parte de los textos del Catálogo lo escribieron españoles como José Moreno Villa y José Renau.

      R.: Era lógico. También escribieron Agustín Lazo y Carlos Mérida. En la primera vez que se presentaba a Pablo Picasso con entidad en México. Eran cerca de cincuenta obras que venían del Museum of Modern Art de Nueva York. Me ayudó mucho el director entonces del MOMA que era amigo mío. También llegaron obras de colecciones privadas y los primeros bocetos del Guernica de Picasso.

      P.: Pero usted siguió haciendo exposiciones sobre España.

      R.: Así fue, en los años setenta, propicié desde la dirección del Museo de Arte Moderno de México, una gran muestra de arte español.

      Mire, en resumen, todos los que estuvimos en la guerra civil española, hemos estado muy atentos al desarrollo histórico del pueblo español. Y en último término no hay que olvidar la figura histórica de Lázaro Cárdenas. Por otra parte la aportación española fue de primer orden. En este caso México no promovió una emigración económica sino una emigración artística e intelectual. Vino lo mejor del pueblo español, gentes que en cualquier país de América Latina hubieran hecho una labor positiva. Esos transterrados hicieron un trabajo muy positivo. En México están enterrados la mitad de los que llegaron. Y dejaron unas familias. La moral del pueblo español que aportaron se define en una línea de conducta intachable. Grandes figuras en todos los campos.

      P.: ¿Cuál fue su último proyecto sobre España y México?

      R.: Para celebrar la reanudación de las relaciones diplomáticas entre España y México, rotas por cierto desde 1939 a 1977, me llamaron desde la Presidencia de la República para estudiar como íbamos a celebrar ese aniversario. Me llamó el Secretario de Educación –Muñoz Ledo– del gobierno de López Portillo en el mes de diciembre de 1976. Me dijo, más o menos: «Fernando, vamos a reanudar relaciones diplomáticas con España. Hay que pensar qué vamos a hacer para celebrar ese evento histórico». Y dije que la forma más natural, desde el campo en el que yo trabajaba, era un intercambio de grandes exposiciones artísticas entre España y México. No tuve la fortuna de celebrar la exposición de México en España pero sí hice el proyecto. Por otra parte, me tocó el privilegio con Juan José Bremer, de haber sido uno de los primeros mexicanos que fueron a tratar en España un asunto oficial en la reanudación de las relaciones culturales entre ambos países. Me estoy refiriendo al proyecto: Del Greco a Goya y de Picasso a nuestros días (México, 1978).

      P.: ¿Qué recuerdos tiene del retorno a España desde 1939?

      R.: Recuerdo la cara de sorpresa que puso un paisano de ustedes, entonces Subdirector General de Museos, cuando yo le pedí un cuadro de Juan de Juanes, gran pintor valenciano de otro tiempo. Felipe Garin que así se llamaba, el señor, puso una cara de sorpresa, al ver que conocía la pintura valenciana de aquella época. Recuerdo que me dijo: «¿Pero usted conoce la obra de Juan de Juanes?». Y le contesté: Al menos, yo sí. Y de esta manera trajimos un cuadro de Juan de Juanes. También tuve que hacer la gestión, amistosa y difícil, para que vinieran las Majas de Goya. Los españoles estaban muy reticentes para que viajaran esas obras. La primera parte de la exposición, Del Greco a Goya se hizo en el Palacio de Bellas Artes. La segunda parte De Picasso a nuestros días se hizo en el Museo de Arte Moderno. Vinieron a inaugurar, esta exposición, los Reyes de España.

      Entrevista realizada en la ciudad de México en junio de 1982.

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