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de humor «El Eje…Le».

      Artista de ideas progresistas militó desde joven en la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) y en el Partido Comunista Méxicano (PCM).

      De la guerra civil española, aparte de una serie de recuerdos, anécdotas y vivencias, conserva unos cuadernos de notas, dibujos y litografías, testimonio de los horrores de aquella contienda.

      Amigo de algunos artistas y escritores refugiados españoles –Max Aub, Manuela Ballester, José Renau, etc.– apoyó siempre las actividades solidarias con el exilio español en México.

      A lo largo de su trayectoria artística hizo murales para la Escuela Normal de Xalapa –que dirigía el escritor José Mancisidor–; el Centro Médico de México y el Museo de la Alhóndiga de Guanajuato.

      Durante unos años fue director del Museo de la Alhóndiga de Guanajuato.

      Pregunta: ¿Cómo se inició en el mundo del arte?

      P.: ¿Cuál fue su formación?

      R.: Tuve una formación muy irregular. Fui alumno de la Escuela de Bellas Artes de San Carlos. Tuve una mediana preparación técnica en grabado más que en pintura. Pero teníamos la gran enseñanza reciente, fresca y palpitante del muralismo mexicano. Esa fue realmente mi formación. Al mismo tiempo y para ganarme la vida ingresé como maestro de Dibujo en las Escuela de Bellas Artes de San Carlos. Por entonces incluso la generación anterior a la mía –Julio Castellanos, Rodríguez Lozano, Rufino Tamayo, etc.,– había tenido que servir al Magisterio Nacional, es decir a la enseñanza, por razones económicas, pues nosotros no teníamos mercado.

      P.: ¿Qué aportó entonces el plan de José Vasconcelos?

      R.: De esa época había quedado el lema de construir el país cada uno con su propia obra.

      P.: Por entonces se casó usted.

      P.: ¿Tenía alguna militancia política?

      R.: De pronto, en 1936, estalla la guerra civil española. Nosotros que ya estábamos militando al lado de la política del General Lázaro Cárdenas en las luchas interiores en la defensa de los derechos de los trabajadores, los campesinos, etc., vimos los peligros del desarrollo del fascismo y su aparición, por ejemplo, en Abisinia. Esa era una de las preocupaciones que teníamos entonces. Sin una militancia política definida, simplemente como un joven sensible, me sentía al lado de la política cardenista. En 1936 comenzaron las luchas en España. En nuestra generación hubo un fenómeno interesante. En principio pensábamos que no estábamos tan ligados con España. Creíamos que éramos un país latinoamericano con viejas querellas con España. Algo que nos había quedado de una mala educación en la que el villano era España y el héroe era México. Pero ese perfil mexicano no estaba aún definido. Sin embargo cuando Alemania e Italia golpearon a España un recorte de nosotros brincó por razones de justicia y de afinidad cultural.

      P.: ¿Qué influencias tuvo?

      P.: La aportación de Diego Rivera al Cubismo fue muy interesante.

      R.: Mucho, aunque nunca fue un pintor cubista ortodoxo.

      P.: Como la pintora española Marie Blanchard.

      R.: En cambio los Contemporáneos tuvieron un rechazo a esa posición. Ellos decían que había que traer lo que había fuera. Ante el Muralismo Mexicano surge como contrapartida al grupo de los Contemporáneos.

      P.: Y su generación ¿qué posición toma?

      R.: Mi generación por razones de identidad social y por conciencia política toma el camino del pueblo. Consideramos a los Contemporáneos como elitistas. En cierto modo lo fueron. Eso no era un demérito pues las elites también aportan ideas a la cultura. Yo no estaba con los Contemporáneos. Algunos pintores sí. La reacción de la segunda generación de los artistas mexicanos que estaba representada por Julio Castellanos, María Izquierdo, Rufino Tamayo y muchos más sí tuvieron una influencia de los Contemporáneos. En el tronco común de la cultura mexicana surgen injertos inevitables, necesarios. Eso fueron ellos. Nosotros no.

      P.: La Ciudad de México, en el año treinta, también fue una capital de moda entre los fotógrafos europeos (Cartier Bresson) y norteamericanos (Edward Weston, Paul Strand, etc.). ¿Esa presencia se notó en la escena artística mexicana de la época?

      R.: Yo no los conocí. Era un recién llegado. Conocí la película Raíces de Fred Zimerman con aportación fotográfica de Paul Strand y su portafolio que sí creo influyó en los fotógrafos mexicanos.

      P.: Por ejemplo a Manuel Álvarez Bravo.

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