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Antonio Gramsci y el Trabajo Social. JuanManuel Latorre
Читать онлайн.Название Antonio Gramsci y el Trabajo Social
Год выпуска 0
isbn 9789585188099
Автор произведения JuanManuel Latorre
Жанр Социология
Издательство Bookwire
Crisis (1974-1975)
Se considera que esta etapa señala la crisis de la reconceptualización, aunque, bien apunta Parra (2007), se debe considerar una crisis y no el final de este proceso. Las dictaduras militares se entienden como parte de la causa del retraso; por ejemplo, países como Argentina, Chile y Brasil, bajo gobiernos dictatoriales, ven restringidos sus derechos y libertades. La crisis afectó todo un proyecto revolucionario. En este momento (1974) fue creado el Centro Latinoamericano de Trabajo Social (CELATS), como resultado de este proceso de reconceptualización:
[…] orientado a promover el conocimiento de las causas de la «marginación» de los grupos mayoritarios de América Latina para apoyar cambios estructurales necesarios para modificar dicha situación y ubicando al trabajo social como contribución para crear una sociedad más justa. (Parra, 2007, p. 10)
La reconceptualización está paralelamente acompañada por algunos desarrollos conceptuales que influencian las ideas de cambio, renovación y ajuste del trabajo social latinoamericano. Se destaca en este documento la influencia de las ideas desarrollistas que circulaban en el continente, y, como se observa al presentar las etapas anteriores de fundación y auge, ponen al trabajo social en el escenario del desarrollo comunitario como «agente de cambio». Se destaca también la apropiación de teorías marxistas que colocan al trabajador social en el escenario del cambio estructural, revindicando las clases subalternas y explotadas. Los dos procesos se fusionan y las concepciones asidas de estas dos corrientes por parte de la profesión influyen sobre lo que hoy se reconoce como el trabajo social crítico. En este texto se consideran principalmente el desarrollismo y el marxismo, pese a que se identifican otras influencias en la teoría de la dependencia, las propuestas concientizadoras de Paulo Freire y la teología de la liberación (Alayón, 2004, p. 32).
Precisamente sobre las ideas desarrollistas, Manrique Castro (1982) destaca el protagonismo que viene a ocupar el trabajo social como profesión que, interactuando con los equipos multidisciplinarios, aporta en el desarrollo comunitario como campo de intervención profesional. La creación de la Organización de Estados Americanos (OEA) y del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales, que incluye la Sección de Servicio Social como órgano anexo, lleva a una directa influencia de la OEA en la formación y práctica de trabajadores sociales latinoamericanos y a una preocupación por la formación profesional en el campo del desarrollo comunitario. De este modo, la comunidad como método de intervención y los métodos previos como caso y grupo quedaron en segundo plano ante la potencialidad que suponía el ejercicio del desarrollo comunitario, en donde, además de atender problemas individuales o de grupo, se vinculaban proyectos generales de desarrollo. De esta manera, el trabajo social pasó por una etapa de revalorización que lo impulsó hacia nuevas responsabilidades y a una situación más expectante dentro de las administraciones públicas que pasaban también por un proceso de modernización en aquel momento (Manrique Castro, 1982, pp. 137-138).
Adicional a lo anterior, Manrique Castro (1982) señala que este impacto sobre la profesión fue mayor cuando el desarrollo pasó de ser una propuesta para resolver los problemas de atraso a convertirse en práctica y directiva de acción política de diversos regímenes latinoamericanos, lo que impulsó una «humanización» del capitalismo en sus diferentes facetas. Debido a esto, los trabajadores sociales del continente procedieron a suscribir con su práctica el programa de desarrollismo, y crearon identidad, compromiso y reconocimiento social de la profesión. Ante estas condiciones, las universidades debieron responder a las exigencias de desarrollo, adecuando los planes de estudio, sus métodos de enseñanza y sus sistemas de prácticas a la reorientación que estaba tomando la profesión. Manrique Castro (1984), en su detallado recuento, refiere que se crea un consenso sobre el papel de los trabajadores sociales como agentes de cambio, lo que implica no solamente una transformación del individuo, sino también un cambio en las estructuras e instituciones sociales, las cuales se convirtieron en vocero de las necesidades de los individuos y de su derecho para promover un cambio.
En cuanto al marxismo, su apropiación en el trabajo social, como afirma Iamamoto (2018), pasa de la militancia a la profesión, en una relación que se deduce no era delimitada ni clara y que colocaba al profesional en un papel «revolucionario» que no le correspondía ejercer. Refiere la misma autora que lo anterior explica las primeras aproximaciones teóricas al marxismo por medio de «manuales de divulgación del “marxismo oficial”, autores descubiertos en la militancia política (Lenin, Trotsky, Mao, Guevara) cuyas producciones eran selectivamente apropiadas en una óptica utilitaria en función de exigencias practicas inmediatas» (p. 214).
La principal crítica al movimiento de reconceptualización fue su carácter partidario. Para Montaño (2006), una de las críticas a la reconceptualización radica en confundir la tarea profesional con la tarea político-partidaria. Hubo un acelerado proceso de politización que llevó a una desvalorización de la profesión, enfatiza Alayón (2004), «empujando a algunos sectores de colegas al rechazo y hasta abandono del trabajo social, optando por diversas formas de acción política directa» (p. 35). Como menciona este autor, el deseo del cambio estructural, al ser legítimo, transciende las funciones profesionales, y si bien desde la profesión podrían realizarse aportes que favorezcan la organización y movilización social de los sectores populares, no se puede optar por el trabajo social si se busca eliminar la explotación, transformar la sociedad capitalista dependiente o buscar la revolución.
Según Iamamoto (2018), las primeras aproximaciones a la teoría marxista en la profesión no apropian las categorías trabajo, teoría del valor, autovaloración por la explotación del trabajo, fruto del lucro; es decir, la crítica a la economía política. Este alejamiento conceptual y el extremo practicismo en el que se interpreta el marxismo podrían entenderse como el motivo por el cual algunos autores refieren el famoso «marxismo sin Marx».
Sin embargo, esta postura no es unánime. Otras referencias presentan un acercamiento significativo entre Marx y el trabajo social y los importantes aportes para el desarrollo teórico y práctico de la profesión. Incluso podría pensarse que la limitación teórica inicial fue superada y los avances profesionales están marcados por la apropiación de estas teorías:
En todo el proceso que se siguió a la creación del Centro Latinoamericano de Trabajo social (CELATS), la contribución del marxismo fue fundamental para los avances del trabajo social como profesión y área del conocimiento en el continente, aunque en una apropiación lenta. Comienza a ser profundizado más sistemáticamente, a partir de las publicaciones del CELATS, en particular la revista Acción Crítica, con larga distribución entre los profesionales de trabajo social en el continente; mas también a partir de la academia, las universidades, y en Brasil, en particular, con los cursos de posgrado. Su herencia es profunda en la transformación de la conciencia crítica y de una nueva cultura de los trabajadores sociales en América Latina. (Batista, 2016, p. 7)
Según Batista (2016), la teoría crítica marxista avanzó desde Althusser, Gramsci, Lukács, Lefebvre y el propio Marx. Por el interés de este documento, se destacan los aportes de Gramsci al trabajo social en relación con la concepción de hegemonía, intelectual, partido político, Estado ampliado, ideología y filosofía de la praxis. Simionatto (2011) señala que no se encuentra en Gramsci una discusión sobre las determinaciones económicas, punto central de la teoría marxista, sino que Gramsci aporta a la reflexión en el plano de lo estructural y superestructural:
Se puede afirmar que, en el ámbito del marxismo, Gramsci se presenta en ese periodo como uno de los referentes que le permite al trabajo social preguntarse sobre cuestiones relativas a las instancias estructurales y superestructurales, con reflexiones no solamente en la esfera económica, sino también política,