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asociamos lo convierte en un término ambiguo e impreciso. La propia etimología de la palabra proyecto no nos ayuda mucho a definir sus dimensiones semánticas. El vocablo, proveniente del latín proiectus, se compone del prefijo pro, que significa entre muchas cosas hacia adelante o hacia el futuro, e edictus (participio pasado del verbo latino iacere, que se traduce por lanzar o arrojar). O sea, cuando decimos que somos un proyecto, significa que estamos lanzados hacia delante o estamos abiertos al futuro. Esta acepción hace referencia a uno de los tantos significados que tiene la palabra, o sea, al proyecto como idea, disposición o intención de una persona, pero no necesariamente como plan sistemático para alcanzar algunos fines y objetivos específicos, que es, a la postre, el uso que tiene más difusión en la actualidad.

      Antes de que el término proyecto se instrumentalizara y se transformara en un conjunto de medios y procedimientos para alcanzar un fin determinado a nivel operativo, tenía una connotación más amplia, porque, filosóficamente, hacía referencia a la proyección social y espiritual del ser humano que encarnaba el deseo de trascender y proyectarse hacia los demás, salir de sí mismo y abrirse al otro. Heidegger nos habla del proyecto como la actitud de plantearse a sí mismo un vivir como un proyecto, una anticipación a sí mismo. Para Ortega y Gasset, la vida humana es ante todo un proyecto vital, pues el hombre se ve enfrentado permanentemente a lo que va a ser, a inventarlo y pretender realizarlo ante el imperativo de las circunstancias. Sartre afirma que el proyecto es una conciencia de libertad absoluta, de manera que, más que un proyecto, es un preproyecto, porque siempre está abierto a cualquier modificación.

      Los sociólogos y antropólogos aspiran a convertir la comunidad en un verdadero proyecto de desarrollo. A juicio de éstos, la comunidad, independientemente de las acciones que se realicen, es un proyecto en sí mismo, al igual que los individuos que la integran. Cualquier acción organizada que busque un cambio social y mental en la comunidad hará parte de este proyecto de desarrollo. Para los planificadores económicos o administrativos, un proyecto es un plan de trabajo con carácter de propuesta, que concreta los elementos necesarios para alcanzar sus metas o logros. Una proyección, para un psicólogo, es un mecanismo de defensa por el cual un individuo les atribuye sus propios conflictos a individuos o hechos externos.

      Aunque en la práctica un proyecto puede constituirse en una actitud, un designio, una intención o una idea, existe un consenso entre los autores de que se trata de un avance de las acciones que se realizarán, dirigidas a conseguir un propósitos determinados. En el propio verbo proyectar se perfilan algunas características del término, ya que éste nos habla del acto de idear, trazar o disponer de un plan y de los medios para la ejecución de una cosa. O sea, el proyectarse exige definir y concretar las ideas o los deseos que posee un individuo, al igual que en cualquier proyecto social o económico.

      Tradicionalmente, cualquiera que sea la modalidad o el propósito del proyecto, sus funciones y su misión son prever, orientar y preparar bien el camino de lo que se va a hacer. Las personas preparan o se anticipan mentalmente a las cosas o a las acciones que se van a desarrollar durante el desarrollo de un proyecto, o sea, están en condiciones de prever. Pero la función de un proyecto también es dirigir, encauzar, guiar y orientar las acciones o a las personas hacia un fin determinado. Al ser el proyecto un medio sistemático y organizado, destinado a resolver un problema o a alcanzar un fin determinado, se deben prever y planear todos los pasos, acciones y medios para lograr los fines que propuestos.

      El Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social (ILPES ), organismo vinculado a la CEPAL, afirma que, en su significado básico, el proyecto es el plan prospectivo de una unidad de acción capaz de materializar algún aspecto del desarrollo económico o social 1. Pero la palabra proyecto se usa también para designar el documento o monografía en que se plantean y analizan los problemas que implica movilizar factores para alcanzar objetivos determinados, de acuerdo con una función de producción dada, justificando asimismo el empleo de estos factores frente a otras opciones potenciales de utilización2. El ILPES considera que reducir el término a los niveles de los aspectos puramente materiales y técnicos del trabajo es limitar su significado, por lo que reserva el término para referirse, en su sentido más amplio, a la idea original de producción, la cual se justifica en un marco metodológico, técnico, administrativo, económico, financiero e institucional.

      ¿Qué elementos deben necesariamente incluirse en un proyecto para considerarlo como tal? Si bien en este terreno existen opiniones diferentes, para el Ilpes se deben incluir los siguientes aspectos:

      • Una descripción de lo que se quiere conseguir, indicando con precisión su finalidad.

      • Una adaptación del proyecto a las características del entorno y a las personas que lo van a llevar a cabo.

      • Unos datos e informaciones técnicas para el mejor desarrollo del proyecto, así como instrumentos de recogida de datos.

      • Unos recursos mínimos imprescindibles para su aplicación.

      • Una temporalización precisa para el desarrollo del proyecto.

      Hoy día, el término proyecto ha adquirido carta de ciudadanía en la mayoría de las actividades políticas, económicas, tecnológicas, científicas, culturales y educativas, y no existe país que no haya incorporado la palabra de proyecto en sus actividades básicas. El progetto en Italia, el projet en Francia, el project en Estados Unidos, el projekt en Alemania y el proekt en Rusia hacen parte de la terminología común en la economía, la educación y la tecnología de estos países.

      Quizás debido a la ambigüedad del concepto, en muchas oportunidades se comete el error de confundir el término proyecto con otros que, si bien se encuentran íntimamente relacionados con éste, son muy diferentes. Nos referimos a las actividades, planes y programas que hacen parte de un ciclo y un desarrollo, que algunos consideran como una unidad lógica y metodológica, en la que las partes hacen parte de un todo organizado que tiene significado propio y que no siempre es reductible a sus partes.

      Esta variedad de significados que posee el término proyecto ha dificultado en la práctica el manejo de un concepto que parece entenderse indistintamente como un deseo, una actitud o una intención, o como una práctica específica o como un conjunto de medios para alcanzar un objetivo fijado de antemano. Las ciencias administrativas y económicas utilizan el término gestión de proyectos para evitar que se confundan dos significados que, si bien son inseparables de cualquier proyecto, se acostumbra diferenciar para evitar que se produzcan equívocos que pueden desorientar y confundir a quienes utilizan en forma genérica el término.

      Una de las definiciones de gestión de proyectos más difundidas es la de David Cleland, quien la define como una disciplina y como un proceso estratégico de elaboración y organización, que combina una serie de recursos organizacionales y operativos destinados a alcanzar un fin o un logro determinado. De acuerdo con este autor, “la gestión de proyectos es el arte de dirigir y coordinar los recursos humanos y materiales para alcanzar los objetivos predefinidos, de costo, de tiempo, de calidad a satisfacción de los participantes3.

      Él diferencia entre una gestión de proyectos y una gestión para proyectos. La primera centra su atención en el objeto hacia el cual dirige su interés el proyecto, mientras que la segunda utiliza el proyecto como una metodología apropiada para introducir los cambios deseados en la gestión de una unidad organizacional. En general, la gestión para proyectos es una preocupación de la alta dirección, mientras que la gestión de proyectos se dirige a los gestionarios del proyecto. La gestión de proyectos descansa sobre la puesta en práctica de un paso que se apoya sobre un proceso propio del ciclo de vida de un proyecto.

      Tradicionalmente, el término gestión se ha asociado con el acto y efecto de administrar el funcionamiento de un sistema organizacional, y a diferencia del campo educativo se inscribe en un campo regido

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