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la verdad, aunque la diga un mentiroso: Trump es un desquiciado, pero decirle “viejo senil” es redundante, y además lo dice otro desquiciado), “asesinados por un viejo senil”, “¿quién es este viejo senil?”, “autorrepresentaciones de Picasso en viejo senil”, “sólo eres un viejo senil”, “Maradona llamó viejo senil a Pelé” (algo así como si Pelé llamara a Maradona drogo drogadicto), “un viejo senil a cargo de su nieto idiota”, “hallan un arsenal en casa de un anciano senil”, “un anciano senil mató a otro” (sí, seguramente, a otro anciano senil), “un pobre anciano senil y ridículo”, “El Chapo, reducido a un anciano senil”, “todas las investigaciones actuales sobre el envejecimiento contradicen la imagen tradicional del anciano senil”, “el número de ancianos seniles se duplicará para el 2030” (y el número de gente que no consulta el diccionario se duplica y multiplica a cada rato), “he estado hablando con viejos seniles”, “una vieja senil que ha pasado su vida protegiendo a un escritor” (sí, a un escritor que nunca abrió un diccionario), “sólo soy una anciana senil”, “son un montón de viejas seniles”, etcétera.

       Google: 18 200 resultados de “viejo senil”; 12 700 de “anciano senil”; 10 700 de “ancianos seniles”; 2 480 de “viejos seniles”; 1 560 de “vieja senil”; 1 550 de “anciana senil”; 1 000 de “viejas seniles”.

      16. anoche, ayer a la noche, ayer en la noche, ayer noche, ayer por la noche

      Es frecuente el uso, afectado, de las expresiones perifrásticas “ayer noche”, “ayer a la noche”, “ayer en la noche” y “ayer por la noche”. Y no es que sean incorrectas, pero sorprende que, contra toda lógica de la economía del idioma, dichas frases se prefieran, especialmente entre escritores, en lugar del simple y perfecto “anoche”. Es muy probable que, por influencia, deriven de las expresiones “ayer por la mañana” y “ayer por la tarde”, perfectamente necesarias para precisar dos momentos determinados del día anterior. La generalización “ayer” se acota, justamente, por esta necesidad de precisión. Pero la acotación de la “noche”, en relación con el día anterior, es del todo innecesaria, puesto que existe el adverbio demostrativo “anoche” (del latín ad noctem), con dos acepciones y dos ejemplos en el DRAE: “En la noche entre ayer y hoy. No vino anoche” y “la noche entre ayer y hoy (úsase normalmente precedido de preposición). El recital de anoche nos gustó mucho”. En cuanto al adverbio demostrativo “ayer” (del latín ad heri), el DRAE ofrece las siguientes acepciones: “En el día que precede inmediatamente al de hoy. Ocurrió ayer” y “el día que antecede inmediatamente al de hoy (úsase normalmente precedido de preposición). Todavía queda pan de ayer”. En sentido figurado, “ayer” significa también “en el pasado”. Ejemplos del DRAE: Su cabello, ayer negro, ha encanecido; La moda de ayer. Asimismo, tiene uso de sustantivo masculino, con el mismo significado de “tiempo pasado”. Ejemplo: Olvida el ayer y vive el presente. Lo cierto es que, si bien hay necesidad de precisar, respecto del día anterior, las temporalidades matutina, cenital y vespertina mediante perífrasis (Ayer por la mañana, Ayer al mediodía, Ayer por la tarde), no la hay en absoluto en relación con la noche, pues, como hemos dicho, tenemos, para esto, el adverbio demostrativo “anoche” (Anoche me costó mucho conciliar el sueño). En el Panhispánico se advierte que “la expresión ayer (por/en/a la) noche convive con la forma sinónima anoche, mayoritaria en todo el ambiente hispánico”. Convive, pero por afectación de escritores que deberían ir a un taller de redacción para aprender concisión y precisión del lenguaje, pues siempre será mejor decir “anoche” que “ayer noche”, “ayer a la noche”, “ayer en la noche” y “ayer por la noche”. Invaluable lección es la que da Antón Chéjov a los que escriben o desean ser escritores: “No digan ‘las lágrimas salían de sus ojos y escurrían por sus mejillas’; esto repugna. Digan, nada más, ‘lloraba’”.

       Google: 10 500 000 resultados de “ayer en la noche”; 6 890 000 de “ayer a la noche”; 6 640 000 de “ayer por la noche”; 337 000 de “ayer noche”.

       Google: 32 200 000 resultados de “anoche”.

      17. apología, ¿apología a favor?, ¿apología en contra?, ¿apología en favor?

      ¿Puede haber una “apología” en contra? Por supuesto que no. El sustantivo femenino “apología” (del latín tardío apologĭa, y éste del griego apología) significa “discurso de palabra o por escrito, en defensa o alabanza de alguien o algo” (DRAE). Ejemplo: Fulano hizo una apología vergonzosa y rastrera del presidente. Decir y escribir “apología a favor” es redundante, pues, por definición, toda apología es favorable. Basta con decir y escribir, como lo hizo Platón, Apología de Sócrates, es decir, elogio de Sócrates. Ni siquiera se presta a anfibología o ambigüedad: se hace la apología de esto o de aquello, de este o de aquel, y se dice y se escribe “apología de” porque la preposición sirve para introducir al destinatario de la apología. Contrariamente, un autoelogio, o elogio en boca propia, no es, exactamente, una “apología”, sino una idiotez. Que quede claro, entonces, que toda “apología” es favorable y hasta laudatoria; por ello resulta redundante agregar “a favor”, como en el siguiente ejemplo: “Apología a favor de Sócrates”. Si existieran “apologías en contra” de algo o de alguien, tendríamos que admitir que las hubiese “a favor”, pero, como ya vimos, por definición, esto es imposible. Y, sin embargo, así como muchos dicen y escriben “apología a favor”, hay otros muchos que dicen y escriben “apología en contra”. Y todo porque jamás en su vida han ido al diccionario para leer la definición de “apología”.

      Incluso en libros académicos o literarios aparecen estas barbaridades. Justamente en un artículo académico leemos lo siguiente:

       “Owen Fiss, por ejemplo, hace una importante apología a favor del Estado activista”.

      Con corrección, el autor debió escribir que Owen Fiss

       hace una importante apología del Estado activista.

       No es mejor, por supuesto, hablar y escribir de “apologías en contra”, que constituye un sinsentido, una monstruosidad semántica, y un atentado a la lógica. He aquí varios ejemplos de estas barbaridades, ya sean por redundancia o por absurdidad: “Apología a favor de Galilei”, “apología a favor del crimen”, “apología a favor de la bicicleta”, “apología a favor de una causa política”, “apología a favor de un candidato”, “apología en contra de los derechos humanos”, “apología en contra de la injusticia”, “apología en contra del abandono de la esposa”, “apología en contra de la lucha contra la violencia”, “apología en contra del miedo y la oscuridad”, “apologías a favor de ciertas artes”, “apologías a favor de la doctrina”, “apología en favor de la santa iglesia”, “apología en favor de la fe”, “apologías en favor de la botánica”, “apologías en favor del terrorismo”, etcétera.

       Google: 86 800 resultados de “apología a favor”; 21 400 de “apología en contra”; 14 300 de “apologías a favor”; 13 100 “apología en favor”; 1 520 de “apologías en favor”; 1 500 de “apologías en contra”.

      18. ¿aporafobia?, aporofobia

      El

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