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      Ahora viene una de las preguntas estrella cuando hablamos de agrupamientos: “¿Cuántos miembros deben tener los grupos cooperativos?”. En Educación Infantil suelen tener entre dos y cuatro o cinco miembros. Es cierto que puede parecerte una horquilla bastante amplia, pero podrás concretarla en función de factores muy diversos. Partiendo de un planteamiento inclusivo que utilice la cooperación como herramienta de atención a la diversidad, debes intentar ser flexible y adecuar el número de miembros de los equipos a las necesidades que surjan en cada momento. Por ejemplo, el tamaño de los equipos puede depender de los objetivos que te hayas planteado, de la edad o el nivel de desarrollo de los alumnos, de su experiencia cooperativa, de los materiales que se utilizarán o del tiempo disponible.

      Vamos a darte algunas pinceladas sobre cómo elegir el tamaño para el agrupamiento base sobre el que construirás la red de aprendizaje, porque conviene que tengas presente que tanto los grupos pequeños como los grandes presentan ventajas.

      • Grupos pequeños: resulta más fácil hacerlos funcionar, ya que se necesita un nivel menor de destrezas para la cooperación. Esto es especialmente importante en nuestra etapa, debido a la edad y a la falta de experiencia cooperativa de nuestros alumnos. Además:

      a. Se coordinan mejor.

      b. Aumentan las posibilidades de participación de todos los alumnos.

      c. Es más fácil llegar a acuerdos.

      d. Los miembros del grupo están más cohesionados.

      e. Hay una mayor responsabilidad individual.

      f. Es más fácil detectar y resolver los problemas.

      • Grupos grandes: aunque exigen un nivel mayor de habilidades, presentan una ventaja básica para el aprendizaje cooperativo, pues ponen sobre la mesa una diversidad —y, por tanto, una heterogeneidad— mayor. De este modo, permiten contrastar un mayor número de destrezas, opiniones, intereses, actitudes y ritmos diferentes. Por ejemplo, en los equipos más grandes te resultará más fácil contar con un alumno capaz de prestar ayuda a sus compañeros.

      Teniendo en cuenta estas cuestiones, ¿cuál crees, en número, que es el tamaño ideal de un grupo de aprendizaje cooperativo? Te dejamos unos segundos para pensarlo.

      La mayoría de los autores valoran que el tamaño idóneo es de ¡cuatro alumnos! Este formato es el ideal, ya que cuentan con una suficiente diversidad y el número de alumnos no es muy elevado, por lo que el funcionamiento y la coordinación no resultan excesivamente difíciles.

      Ahora bien, el hecho de que tu clase esté estructurada en grupos de cuatro no significa que los alumnos realicen todas las actividades juntos. Dentro de un grupo de cuatro, los alumnos pueden realizar determinadas actividades en parejas, otras en grupo e incluso puede —y debe— haber momentos para el trabajo individual.

      “Pero ¡horror!, ¡las mesas de mi clase no son divisibles!”. Tranquilidad, sabemos que en Educación Infantil podemos encontrarnos con que algunas aulas cuentan con mesas —normalmente hexagonales, aunque también son habituales las mesas rectangulares o circulares— que, en muchos casos, no pueden subdividirse y, por tanto, no pueden individualizarse. Si este es el tipo de mobiliario de tu aula, puede incluso que tu única opción sea formar grupos de seis alumnos, pero es necesario que tengas en cuenta las dificultades que presenta la gestión de un agrupamiento tan numeroso y tratar de buscar alternativas. Como hemos dicho anteriormente, cuanto más grande es el grupo, peor funciona. La cantidad y la complejidad de las interacciones que se derivan de estos equipos exigen del alumnado un nivel alto de destrezas.

      Como no queremos que te desanimes si este es el caso de tu aula (o tal vez no lo es ahora mismo, pero puede llegar a serlo en algún momento), te damos algunas ideas:

      • Prueba a mantener el concepto de agrupamientos de pareja como equipo de referencia o para realizar las tareas, para las puestas en común al comienzo o al final de la actividad, o para prestar ayuda. Así, el grupo de seis quedaría únicamente para compartir materiales o ayudar en el caso de que la pareja no consiga resolver una duda. Teniendo en cuenta el elevado número de niños que forman el grupo, trata de evitar plantear actividades en las que tengan que llegar a un consenso o tomar decisiones en común. El concepto de agrupamiento será realmente el de una pareja que se sienta con otras dos.

      • También puedes intentar establecer equipos-base de cuatro alumnos, aunque estén sentados en mesas de seis. La tercera pareja formará equipo con dos componentes de la mesa de al lado, de manera que, si no consiguen ponerse de acuerdo o resolver la tarea o la duda, se podrán girar y preguntar a la pareja compañera que está en el equipo de al lado. Podemos elegir entre distintas opciones:

      Formamos el grupo girando las sillas.

      Resulta especialmente interesante cuando tenemos poco espacio en clase (y poca distancia entre los equipos) o para tareas que no exigen trabajar sobre una mesa: diálogo y debates, lectura, observación, puestas en común...

      Formamos el grupo en mesas “extra”.

      Resulta especialmente interesante para actividades que exigen trabajar sobre una mesa, como, por ejemplo, las actividades de escritura, recortar, pegar, pintar...

      Formamos el grupo en el suelo, con cojines.

      Resulta especialmente interesante para actividades que exigen soportes amplios (cartulinas, papel continuo, folios A3...) o materiales que pueden usarse en el suelo: construcciones, maquetas, juegos de mesa, etc.

      ¿Crees que alguna de estas opciones te podría valer? ¿Por cuál te decides? Sea cual sea tu elección —siempre en función de tus objetivos y de la experiencia cooperativa de tus alumnos—, debes tener en cuenta que una buena opción para empezar a cooperar es crear una estructura que hemos bautizado en Educación Infantil como “parejas compañeras”. Para formarlas, te proponemos el siguiente procedimiento:

      Paso 1. Forma las parejas

      Toma como referencia los criterios que estás priorizando en cada momento y evita emparejar alumnos y alumnas de niveles de desempeño muy extremos. No olvides que tienen que ser diversos, pero no en exceso, para que se pueda trabajar con las “zonas de desarrollo próximo”.

      Paso 2. Establece las parejas compañeras

      Agrupa dos parejas formando “parejas compañeras”, procurando que al menos cuenten con un niño o una niña capaz de prestar ayuda en la mayoría de las tareas que pretendes canalizar a través de la cooperación. Realiza actividades específicas de cara a que todos sepan cuál es su pareja compañera.

      Paso 3. Dispón a las parejas compañeras en el aula. Procura que estén lo suficientemente cerca como para poder dialogar y trabajar juntas.

      “¿Y si un día la pareja de un niño no viene? ¿A quién recurre?”. Seguro que van surgiendo estas y otras preguntas, y eso nos encanta porque significa que la cosa fluye. Recuerda que es fundamental crear un marco de relación entre todos los miembros del grupo, estableciendo que pueden acudir a la “pareja compañera” si falta a clase su pareja o en caso de necesitar ayuda.

      De este modo, como puedes apreciar, además del trabajo individual se establecen tres dinámicas de interacción diferentes: trabajo en parejas, resolución de dudas interparejas y trabajo en pequeño grupo.

      En conclusión, a la hora de diseñar los grupos cooperativos debes valorar situaciones diferentes:

      • En caso de contar con alumnos pequeños o que nunca han trabajado en equipo, podrías empezar formando parejas, ya que esta dinámica no requiere del manejo de sofisticadas destrezas cooperativas y podrás obtener algunos de los beneficios más interesantes

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