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habitual que la creatividad se convierta en una pieza fundamental para generar propuestas innovadoras. En este capítulo, hablaremos sobre ella, además de facilitar ideas para fomentar su integración y mejora en el día a día.

      Hasta este momento, hemos reflexionado largamente sobre nosotros, nuestras fotografías y sobre cómo queremos que sean nuestros proyectos. Hemos hablado de lo que nos motiva y lo que nos interesa. En definitiva, se han asentado las bases para iniciar, a partir de aquí, un acto de creación: la construcción de nuestro nuevo proyecto personal.

      Pero si sólo nos limitamos a crear basándonos en lo establecido o producimos de la misma manera que lo hacen otros autores, estaremos simplemente fabricando un proyecto más. En un momento determinado, es posible que encontremos un camino diferente, inexplorado o inesperado que nos lleve a la realización del proyecto con un resultado especial u original. Para ello, muchas veces tendremos que romper con lo habitual, relacionar conceptos que, a priori, no parecían poder unirse y abrir nuevas sendas en nuestro proceso. En definitiva, ser creativos.

      A lo largo de este capítulo, trabajaremos en torno a este acto de construcción, poniendo especial interés en el proceso creativo, aclarando cómo se produce y qué variables le afectan, además de aportar ciertas claves para ayudar a potenciar la creatividad en nuestra vida diaria.

      Qué es la creatividad

      La palabra creatividad tiene que ver con el acto de crear, por eso se asocia, inevitablemente, con las ideas, la innovación y los conceptos o relaciones novedosas. Los nuevos planteamientos acerca de un tema pueden llevar a procesos creativos que surgen en ocasiones para resolver determinados problemas. En 1888, un veterinario llamado John Boyd Dunlop, quiso hacer más agradables los paseos en triciclo de su hijo por las calles llenas de baches de Belfast, por lo que decidió elaborar una solución concebida a partir de una asociación entre dos elementos que parecían no tener ninguna relación práctica entre sí: las ruedas y el aire. Desarrolló un sistema basado en un tubo de goma con aire en su interior, que protegió con lona y que colocó alrededor de las ruedas. John estaba innovando con un nuevo concepto en plena revolución del transporte.

      Obviamente, nosotros, como constructores de proyectos fotográficos, no nos encontramos con los mismos problemas que Dunlop pero a menudo se nos plantean retos que resolver: ¿cómo puedo crear un proyecto fotográfico que trate la idea que quiero desarrollar de una manera singular? ¿Cómo puedo relacionar un tema con un proceso fotográfico? Detrás de cada proyecto original hay una idea y/o un desarrollo creativo basado en dar respuesta a una necesidad del autor. El filósofo, ensayista y pedagogo español José Antonio Marina afirma que “crear es hacer que algo valioso que no existía exista”; esta aserción es una excelente definición de la creatividad. Podemos encontrar numerosas aportaciones sobre el término procedentes de cientos de autores de los más diversos ámbitos a lo largo del tiempo. Alex Faickney Osborn, por ejemplo, la definía en 1953 como la “aptitud para representar, prever y producir ideas” y también como la “conversión de elementos conocidos en algo nuevo, gracias a una imaginación poderosa”. Está demostrado que no es necesario tener una inteligencia especial para la creatividad ni una herencia genética que esté impresa en nuestra naturaleza. De hecho, podemos aprender a potenciarla.

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      ©Gonzalo Puertas

      Gonzalo Puertas es un reconocido fotógrafo profesional, especializado en publicidad, que también desarrolla interesantes proyectos personales. En ocasiones, tiene la libertad de combinar ambos, lo que le posibilita la creación de imágenes propias a partir de un tema inicial. En una ocasión, la fundación Alonso Quijano para el fomento de la lectura le encargó una fotografía que tuviera que ver con su misión. Gonzalo realizó una imagen donde un niño va a introducirse en un bosque de libros en el que pueden surgir infinitas aventuras e historias.

      Resulta interesante reflexionar sobre el efecto positivo que la creatividad puede tener en nuestro día a día. Mihály Csíkszentmihályi, en su libro Creatividad: El flujo y la psicología del descubrimiento y la invención, afirma que “la creatividad puede ayudarnos a hacer más interesantes y fructíferas nuestras propias vidas”. Lo cierto es que, cuando creamos o estamos predispuestos para la creación, nos sentimos más plenos, más felices y mucho más realizados. Parece interesante, por tanto, introducir hábitos que estimulen la creatividad en nuestro devenir diario; no sólo impulsaremos el nacimiento de nuevas ideas sino que nos sentiremos más satisfechos con lo que hacemos.

      Ecosistemas creativos

      Cristina Vivares, experta en creatividad, siempre me habla de la importancia de mantener en torno nuestro un ecosistema creativo, que se construye a través de todo lo que nos rodea y hace posible que el proceso inventivo emerja (la famosa visita de las musas). Se trata del lugar físico en el que solemos trabajar, las personas que nos rodean y el contexto (momento social, político, económico e histórico) en el que nos encontramos.

      Sentir que disponemos de un espacio personal en el que trabajar a gusto, es fundamental para que las ideas fluyan. No hay un prototipo de lugar ideal y, de hecho, hay opiniones muy encontradas al respecto, desde aquellos que necesitan que todo esté muy limpio y ordenado hasta los que, cuando están plenamente concentrados en su proceso creativo, se olvidan de todo lo que les rodea.

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      Trabajar en un ambiente que nos resulta agradable contribuye a mejorar nuestro ecosistema creativo.

      A nivel general, suele funcionar que el diseño de nuestro espacio (muebles y otros elementos, así como la manera de situarlos) sea agradable y funcional a la vez, con todas las herramientas necesarias a mano, un espacio lo más abierto posible que incluya objetos que nos gusten. No en vano solemos imaginar a los grupos de creativos jugando en la oficina con un futbolín, encestando en una pequeña canasta de baloncesto o incluso tirándose por un tobogán. Una planta o una ventana pueden ser de gran ayuda. Incluso hay aspectos generales del espacio, como la altura de los techos, que puede influirnos a la hora de crear; es lo que se conoce como El efecto catedral: los techos altos fomentan el pensamiento creativo y los bajos, el concreto y orientado al detalle. Quizá no podamos cambiar las medidas de nuestra habitación de trabajo pero sí podemos mejorar otros muchos aspectos. El objetivo de todo esto es que trabajemos en un lugar que nos haga sentir bien.

      Y, si el entorno físico es muy importante, más aún lo es el emocional. La gente de la que nos rodeamos tiene un impacto directo en nuestro estado anímico. Mantener cerca a personas positivas, que nos valoran, nos dan seguridad y nos hacen felices propiciará una mejora en nuestra creatividad. Igualmente, también es importante evitar esas amistades tóxicas que absorben nuestra energía y tiran abajo nuestras iniciativas, socavando, en ocasiones, nuestra seguridad.

      La sociedad en la que vivimos, así como el momento histórico en el que nos encontramos, forman parte también de nuestro ecosistema creativo. Es muy difícil aislarnos de nuestro entorno y, aunque puede haber ocasiones en que no favorezca la creatividad, en general, siempre se le puede sacar partido. Por ejemplo, en España, en los años 80, vivimos una explosión creativa en el ámbito artístico, potenciada por la fuerte sensación de libertad que disfrutaba la juventud de aquel momento. Los testimonios de las personas que vivieron este contexto coinciden en que, en esa época, lo importante y común era crear, algo contagioso y viral que favoreció numerosas iniciativas artísticas.

      Resulta evidente que el ambiente que nos rodea nos influye en mayor o menor medida pero no sólo es importante el momento y el lugar en el que nos encontramos, también lo es el contexto familiar particular de cada uno: cómo ha sido nuestra educación, qué valores nos han inculcado o qué ambiente se ha respirado en nuestra casa desde que éramos niños.

      Pese a que no siempre es posible alterar todos los aspectos del entorno, vale la pena intervenir en aquello que se encuentre en nuestra mano para

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