Скачать книгу

que no te culpaba.

      —Eso no puedes saberlo.

      —Claro que puedo. Tengo una hija. Los niños crecen y se despegan un poco. Un día Lillie me pondrá caras raras, pero eso no significa que ya no estemos unidas.

      —Creo que mi padre la mató.

      Patience lo miró.

      —¿Qué? ¿Cómo?

      —Murió en un accidente de coche, tenía la línea de freno cortada. En el informe dijeron que no era concluyente, pero cuando fui un poco mayor fui al desguace, encontré el coche y lo vi. Lo había hecho él.

      Vio cómo sus manos se aferraron con fuerza al volante mientras conducía hacia el pueblo.

      —Justice, lo siento mucho.

      Intentó pensar en algo qué decir, pero no pudo. ¿Podía tener razón? ¿Podía ser que su padre hubiera asesinado a su madre? Su concepto del mundo hacía que esa idea resultara inconcebible, pero lo cierto era que era complicado negar la verdad. Justice había estado en el programa de protección de testigos porque su padre había huido de la cárcel y había ido tras él. Los federales no se ocupaban de alguien a capricho. Si lo hacían, era porque había una razón. A Bart lo habían encarcelado por matar a un hombre y, tristemente, eso hacía que la probabilidad de que hubiera matado a su mujer fuera mucho más real.

      —Cuando murió, estuve esperando hasta poder irme, intentando mantenerme alejado de su camino. Como ya era un poco mayor no intentaba pegarme muy a menudo, pero eso no hacía que fuera menos peligroso.

      —Y entonces viniste aquí.

      Él asintió.

      —Fue como un universo paralelo.

      —Yo debí de parecerte muy tontita.

      —No, eso nunca. Fuiste como un ancla, me mostraste lo que era posible. Yo sabía que no quería ser como él y que siempre tendría que estar alerta.

      —No te pareces nada a él.

      La miró.

      —No me conoces. No sabes lo que he hecho.

      —Puede que no conozca los detalles, pero tengo muchas pistas. Mírate. Acabas de acompañarme a llevarle un guiso a una mujer que acaba de dar a luz y que no conocías de nada. Mañana vas a acompañarme mientras Lillie tiene el primer encuentro con su abuelo. Has trabajado en el local, te preocupas por mi madre, ¿cómo te puede preocupar parecerte a tu padre? —y como sabía que tenía que animar un poco la conversación añadió—: ¿Esto es un rollo en plan La guerra de las galaxias? ¿Es que todos los tíos os creéis Luke Skywalker?

      Él se rio.

      —No, y mi padre no es Darth Vader.

      —Pues lo parece.

      —En él no había nada bueno.

      —En ti sí que lo hay.

      —Espero que tengas razón.

      Patience sintió que el estómago le daba vueltas.

      —He traído un bastoncillo de los oídos —le susurró a Justice mientras caminaban hacia el parque—. Por si acaso Steve se pasa, ya sabes.

      Justice la rodeó por los hombros.

      —Puedo controlarlo sin necesidad de ningún arma —le aseguró—. Guárdate el bastoncillo para tu propia protección.

      —Pero no sé cómo usarlo de esa forma.

      Lillie la miró.

      —¿Mamá, estáis hablando de bastoncillos de los oídos?

      —Sí, y sé que es raro, lo admito.

      —¿Es porque no sabes qué decirle a mi abuelo?

      —Básicamente —se detuvo y se arrodilló. Miró a su hija—. ¿Te parece bien lo que vamos a hacer?

      Lillie y ella habían hablado varias veces sobre el hecho de que Steve quisiera conocerla, y Lillie había aceptado desde el principio sin hacer muchas preguntas. Eso le preocupaba a Patience. ¿Acaso no le importaba no tener más familia? ¿O era simplemente una niña normal que iba aceptando las cosas según venían sin darles demasiadas vueltas?

      —Estoy bien. Mamá, me parece bien tener más familia.

      —Lo sé —Patience no había dejado de decirse que Steve era simplemente un hombre que quería conocer a su nieta, que no era nada raro. Pero, de algún modo, no podía quitarse de encima la sensación de que el desastre acechaba.

      Lillie le dio la mano.

      —No tengas miedo, mamá. Justice y yo estaremos contigo.

      —¿No debería estar consolándote yo a ti?

      Lillie sonrió.

      —Soy muy madura para mi edad.

      —Sí que lo eres.

      Lillie agarró la mano de Justice también y siguió caminando entre los dos.

      El parque estaba cerca y llegaron en pocos minutos. Steve estaba esperando donde habían quedado, en un banco junto al estanque de patos. Lillie le agarró con más fuerza según se acercaban, y cuando estuvieron lo suficientemente cerca como para hablar, Steve se levantó y los tres se detuvieron.

      Patience vio que era exactamente lo que llevaba días diciéndose. Un hombre de sesenta y tantos años que parecía nervioso y tímido. No un monstruo. Solo un hombre normal que había hecho unas elecciones pésimas y que ahora estaba pagando por ello.

      —Hola, Lillie —dijo con voz suave—. Gracias por haber accedido a verme.

      Lillie lo miró fijamente.

      —Ya te he visto antes por el pueblo.

      Steve abrió los ojos de par en par.

      —Llevo un tiempo viviendo por aquí.

      Lillie se soltó y fue hacia él.

      —Conoces a mi padre, ¿verdad?

      —Sí.

      —¿Lo ves?

      —No. Hace años que no hablamos.

      —Yo tampoco lo veo —miró al lago—. Solemos darles de comer a los patos.

      —Tu mamá me lo ha dicho. He traído pan.

      Recogieron la bolsa del banco y fueron hasta el agua. Patience los siguió lo suficientemente cerca como para oír lo que decían, pero lo suficientemente lejos para darles la sensación de estar solos. Mientras, Justice permanecía a su lado.

      —¿Qué piensas? ¿Va todo bien? ¿Qué te dice tu instinto de espía?

      —Ahora mismo no me dice nada.

      Ella suspiró.

      —Debes de pensar que soy una histérica.

      —No. Creo que eres una madre preocupada que no quiere confiarle su hija a un hombre al que apenas conoce. Tienes todo el derecho a ser precavida. Steve está limpio, pero también es un hombre que abandonó a su familia. Sí, claro, la gente cambia, pero a ti tiene algo que demostrarte.

      Tenía razón, pensó Patience aún preocupada, aunque ya un poco menos. Por supuesto, había planeado tener a su hija alejada de Justice y eso no lo había cumplido. Había sido tan amable y las había ayudado tanto que directamente se había olvidado.

      El hecho de que estuviera ocupado empezando su negocio en el pueblo implicaba que tenía que estar cerca, así que no podría desaparecer sin más de la vida de su hija. Suspiró. ¿Estaba siendo racional o estaba racionalizando? Ojalá lo supiera.

      Siguió mirando a su hija. Lillie estaba hablando sobre su profesora y sus amigos del colegio mientras Steve escuchaba con lo que parecía verdadero interés.

      Patience

Скачать книгу