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en forma». Sin embargo, el movimiento de los brazos —lanzarlos hacia delante y después empujar el agua hacia atrás— es terriblemente ineficaz en un medio que ofrece una resistencia muy alta y muy poca tracción. Además, mientras mantenga una posición incómoda dentro del agua, todos los largos que usted nade no harán más que reforzar sus malos hábitos.

      Afortunadamente, el método IT ofrece soluciones probadas para cada uno de los problemas enumerados anteriormente. He aquí las innovaciones que acelerarán su evolución para que llegue a nadar como un pez.

       Resuelva el PUNH con inteligencia, no por la fuerza bruta

      En lugar de pelearse con el agua, aprenda a trabajar con ella concentrándose en cuatro habilidades secuenciales: equilibrio, hidrodinámica, distribución del peso y manos pacientes. En lugar de usar las manos para empujar el agua hacia atrás, las usará para: (1) mejorar el equilibrio; (2) «perforar» el agua; (3) alargar el cuerpo, y (4) «sostenerse» en el agua. Así, nadará con su cuerpo en lugar de arrastrarlo a través del agua.

       1. Dominar el equilibrio: convierta el instinto de supervivencia en una habilidad

      Para muchos de los nadadores que se «pelean» con el agua, el mayor beneficio del equilibrio es la transformación de lo que era una experiencia aterradora en una sensación de seguridad y confianza en sus propias capacidades. Aunque el equilibrio es el fundamento esencial para cualquier tipo de movimiento, aprender a relajarse en el agua —nosotros lo llamamos a veces «encontrar el IT Chi»— es algo inmensamente importante para los nadadores. Así se rompe el ciclo de brazadas de supervivencia, y se liberan los brazos y las piernas para poder darles un uso más efectivo.

      Debido a que nuestra «gravedad específica» natural hace que el 95% de nuestra masa permanezca sumergida, nadamos a través del agua, no sobre ella. En lugar de luchar contra la sensación de que se hunde, aprenda a relajarse en posición horizontal. Cuando lo consiga, las piernas subirán más cerca de la superficie. De hecho, el equilibrio hará que «hundirse» sea una ventaja: encontrará menos resistencia justo bajo la superficie que en ella.

      Ya que la mitad inferior de su cuerpo le arrastra hacia abajo, use la mitad superior como contrapeso. Comience por liberar el peso de su cabeza (aprox. 5 kg) y permitir que el agua lo sostenga. Alinear el peso de la cabeza con la columna y extender los brazos hacia delante sirve de contrapeso a la parte inferior del cuerpo y ayuda a mantener una posición horizontal sin recurrir a la patada, además de reducir mucho la resistencia. Al liberar la cabeza, también se relajarán el cuello y los hombros.

      Cuando se haya relajado en el agua y sienta su apoyo, ganará seguridad —y comodidad—, y podrá usar las manos y las piernas para obtener el máximo provecho.

       2. Perfore el agua

      Puesto que el agua es muy densa —y debe nadar a través de ella— la manera más inteligente de hacerlo es deslizar su cuerpo por la «franja» más estrecha posible dentro del agua, concentrándose en reducir la resistencia.

      En los estilos crol y espalda, visualice su cuerpo como si estuviera dividido longitudinalmente por la mitad y dé forma a cada lado para que corte el agua como un torpedo. En lugar de concentrarse en la brazada y la patada, intente crear dos posiciones hidrodinámicas, a la derecha y a la izquierda, tratando de que en cada una de ellas el cuerpo esté lo más alargado y equilibrado posible. Aunque los brazos extendidos son los que abren camino, también debe concentrarse en mantener el tronco y las piernas alineados detrás del brazo.

      En braza y mariposa, el movimiento ha de ser ondulante como el de un delfín. En cada brazada, usted se «desliza» hacia fuera desde debajo del agua que queda por encima de la espalda, y después se «desliza» hacia delante sobre el agua que queda bajo el pecho. Use los brazos para «perforar» la superficie del agua y después introduzca la cabeza, el tronco y las piernas por ese mismo «orificio», dirigiendo la energía hacia delante. Cuanta más distancia recorra justo por debajo de la superficie en cada brazada, menor será la resistencia a que tenga que enfrentarse y más rápido se moverá.

       3. Nade con el peso de su cuerpo

      Si ha visto cómo Lance Armstrong ascendía por los Alpes franceses de pie sobre la bicicleta y moviéndose de lado a lado, o cómo Tiger Woods lanzaba una pelota de golf por encima de los mil pies de altura con un golpe fluido y relajado, ha visto la fuente de potencia más económica de que disponemos los seres humanos: la distribución del peso del cuerpo. Lanzadores de jabalina, jugadores de tenis, esquiadores de fondo, boxeadores e incluso saltadores de altura, todos se valen de la misma fuente de potencia. Por tanto, ¿por qué deberían los nadadores limitarse a usar la potencia relativamente modesta de las extremidades cuando otros atletas emplean todo su cuerpo?

      En crol y espalda IT, al extender su cuerpo sobre el lado derecho a través del agua, el lado izquierdo, más alto, se coloca en la posición perfecta para lanzarse hacia delante al momento siguiente. La energía almacenada en el «lado superior» se coloca perfectamente para que pueda añadir impulso a la fuerza de la gravedad, liberando así una potencia impresionante con un esfuerzo sorprendentemente pequeño. En braza y mariposa IT, balancear el pecho y las caderas permite entrar con velocidad y poner en marcha los fuertes músculos del tronco. Esta potencia no se aumenta entrenando más duro, sino por medio de la sincronización: sacando la cabeza, los brazos y el tronco del agua al mismo tiempo y maximizando el impulso al implicar a toda la masa muscular en un mismo movimiento suave.

       4. «Agarre» el agua con manos pacientes

      Cuando nadamos moviendo los brazos y las piernas, los seres humanos consideramos las turbulencias un precio aceptable que hay que pagar por generar potencia. Sin embargo, si hacemos hincapié en mantener una posición hidrodinámica y en distribuir el peso, las turbulencias no ayudan en absoluto. En la natación IT, tendrá que, en primer lugar, cuidarse de devolver el brazo al agua de una forma limpia —casi suavemente— para evitar hacer ruido, salpicar y producir burbujas; el agua en calma permite un agarre más firme. Segundo, extienda su cuerpo por completo, como si se estirara para coger algo que está fuera de su alcance. Tercero, atrape pacientemente tanta agua como pueda, tan firmemente como pueda, detrás de la mano. Por último, no dé la brazada hasta que la mano esté estable y el agarre sea firme.

      A medida que usted establece su agarre con paciencia, su cuerpo irá tomando la posición adecuada para el siguiente cambio de la distribución del peso del cuerpo. Si da la brazada demasiado pronto, sólo conseguirá agitar el agua y cansarse innecesariamente. Es posible que piense que toda esta paciencia le hará perder velocidad, pero un cuerpo bien colocado (en la posición más hidrodinámica posible) mantendrá su velocidad el tiempo suficiente como para darle más tiempo antes de comenzar la brazada. Nadar de esta forma le resultará mucho menos cansado. Cuando usted empuja el agua hacia atrás, los brazos y los hombros hacen todo el trabajo, y esos músculos se fatigan enseguida. Si se concentra en la propulsión, el agarre y la distribución del peso del cuerpo, emplea los músculos del tronco, ayudados por la gravedad. Esos músculos no sólo son mucho más fuertes, sino que son prácticamente incansables.

      CAPÍTULO 4

       Una brazada más larga ayuda a nadar más rápido

      En 1998, Ted Isbell, de Ventura, California, me escribió lo siguiente después de observar durante varios años a Aaron Peirsol (que entonces tenía 15 años) en carreras locales: «He podido observar a Aaron en muchas ocasiones porque está en la misma franja de edad que mi hijo. Aunque Aaron es el nadador más rápido, siempre da menos brazadas que el resto. Durante una carrera, ahuequé las manos para mirar a Aaron, aislándolo así de todos los demás. Parecía tan relajado que uno habría pensado que ni siquiera estaba compitiendo. Cuando dirigí mi atención al segundo nadador, observé que éste parecía estar esforzándose mucho más. Cuando aparté las manos me quedé perplejo al ver la ventaja que Aaron había ganado nadando de una manera tan relajada.» En 2002, Peirsol batió el primer récord mundial de 200 metros espalda y actualmente tiene los récords

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