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de esas perspectivas fue el estudio de las clases medias, otro grupo que no había interesado mucho a los historiadores marxistas. Una indagación en torno a las clases medias en el contexto de los estudios subalternos seguramente le parecería errónea a algunos de nosotros. Sin embargo, Ranajit Guha, el fundador de los Subaltern Studies en la India, pensaba que en última instancia la subalternidad era una categoría relativa, una relación de poder que podía cambiar debido a las circunstancias: uno es subalterno sólo en relación a un poderoso.19 Mi último libro, The Vanguard of the Atlantic World, ha sido criticado por abandonar las clases populares o por confundir lo popular con las clases medias, pero muchas veces en la historia de las Américas —del norte y del sur— los momentos de alianza entre las clases populares y medias fueron los desafíos más potentes que debió enfrentar el

      Por supuesto, este esfuerzo sólo ha comenzado, y hay mucho trabajo que nos toca hacer, pero los artículos de este volumen demuestran la fecundidad del campo. Sin embargo, aunque en la historiografía política de los subalternos hay tantas investigaciones necesarias en cuanto a la construcción del Estado y la nación, me gustaría sugerir otro sendero que la historia subalterna también necesita seguir: la historia intelectual.

      ¿La historia intelectual (o conceptual)? ¿No es ésta la historia más aislada, más conservadora, más tradicional? ¿Por qué queremos meternos en ella? Pues tal vez porque una historia subalterna intelectual pueda salvar la historia intelectual como salvó la historia política. Debemos recordar que en los años noventa hubo preocupación porque la historia política se estuviera muriendo, no había mucho interés en ella y la mayoría de historiadores hacían historia social e historia cultural. Era vista como un campo bastante conservador que sólo estudiaba a las élites y a los poderosos, exactamente como muchos ven hoy la historia intelectual.

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