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problema medioambiental: los residuos. El control de la contaminación ha avanzado lo suficiente como para empezar a preocuparnos sobre el futuro de la naturaleza en la región. Las islas turísticas llevan sus residuos no biodegradables a Thilafushi, también conocida como Rubbish Island (¡la isla de la basura!). En 1992, el Gobierno de la época, sin saber cómo manejar la astronómica cantidad de basura de las islas vecinas, decidió llevarlo todo a Thilafushi, entonces un islote paradisíaco. El turismo es el principal culpable: cada turista produce, sin saberlo, unos 3,5 kg de residuos al día. En total, a diario se vierten 300 toneladas de desechos. El panorama es desolador.

      Algunas industrias locales y responsables de la isla han comenzado a reciclar metales que venden a la India, un negocio que no solo es útil, sino que está al alza. Sin embargo, esta exportación no es suficiente para aliviar la carga de este monstruoso vertedero, que ahora expone al medioambiente y a la población a problemas a largo plazo. Con 7 kilómetros de largo por 200 metros de ancho, Thilafushi crece cada día, ya sea por las extensiones de cemento o por los vertidos incontrolados en las aguas poco profundas de la laguna. Amontonados, almacenados y quemados, los desechos producen una peligrosa acumulación de residuos, a veces tóxicos, que los trabajadores inmigrantes, procedentes de Bangladesh, tienen que clasificar en condiciones muy precarias. Residuos tóxicos como el plomo, el mercurio o el amianto contaminan las aguas marinas y puede matar el coral, pero también pueden contaminar los alimentos que se consumen en las islas. En 2014, un joven surfista estadounidense hizo un fotorreportaje de la isla de la basura y centró su atención en las toneladas de plástico que llegaban de las playas paradisíacas. En tanto, el Gobierno creó dos instituciones públicas para que se encargaran de la gestión de los residuos. En 2017 se aprobó un presupuesto de 100 millones de dólares para crear un centro de gestión integrada de residuos que incluía la construcción de dos incineradoras.

      Green resorts

      Concebidos desde el máximo respeto por el medioambiente, son famosos por combinar lujo y ecología. Las islas en las que se construyeron son puras joyas naturales que han mantenido su carácter salvaje y sus villas de arquitectura local inspiran autenticidad y elegancia. Llevan a la práctica una filosofía ecológica de verdad y se involucran en acciones de protección de la fauna y la flora. A veces disponen de un centro ecológico.

       Sun Island Resort & Spa (atolón Ari). Recibió el premio WTA 2013 al mejor resort verde del océano Índico.

       Soneva Fushi (atolón de Baa), Gili Lankanfushi (atolón Norte Masculino) y Six Senses Laamu (atolón de Laamu) se crearon con la misma filosofía.

       Banyan Tree Vabbinfaru (atolón de Malé Norte).

       Baros Maldives Resort (atolón de Malé Norte).

       Coco: Coco Palm Bodu Hithi (atolón de Malé Norte) y Coco Palm Dhuni Kolhu (atolón de Baa).

       Anantara Kihavah Villas (atolón de Baa).

       Park Hyatt Maldives Hadahaa (atolón de Huvadhoo).

      Parques Nacionales

      Protección de la fauna y la flora

      El 5 de junio de 1995, con ocasión del Día Mundial del Medio Ambiente, el Gobierno de las Maldivas estableció quince áreas marinas protegidas, situadas en las zonas turísticas más visitadas por los buceadores. Desde entonces, el número ha aumentado hasta los veinticinco en 1999. Está estrictamente prohibido fondear (excepto en caso de emergencia), bucear a más de treinta metros de profundidad, utilizar dinamita, pescar —a excepción de pesca con cebo vivo— y realizar cualquier actividad que pueda ser perjudicial para el área o la vida marina asociada a ella. El Gobierno maldivo ha notado que estas áreas marinas protegidas son un beneficio económico para el país. Un gran estudio, basado en el número de inmersiones anuales, mostró que los tiburones tienen un «valor turístico» de ocho millones de dólares al año. La cifra se obtiene de una simple pregunta que se le hace a los buceadores para saber cuánto pagarían por ver más tiburones. El mismo estudio concluyó que las mantarrayas tienen un valor de nueve millones y las tortugas, de seis millones. El estudio también muestra que el valor turístico del tiburón es diez veces mayor que el que se obtiene de la exportación de todos los productos derivados del mismo. Así, la explotación no extractiva de los recursos de los arrecifes es económicamente más productiva que la explotación extractiva, y el ecoturismo proporciona más moneda extranjera a las Maldivas que la pesca.

      Áreas Marinas Protegidas (AMP)

       Atolón Haa Dhaalu: Makundhoo Kandu.

       Atolón de Raa: Anemone City.

       Atolón Baa: Dhigali Haa. El atolón Baa es una reserva de la biosfera de la Unesco.

       Atolón Lhaviyani: Fushivaru Thila y Kuredhu Express.

       Atolón Malé Norte: Banana Reef, Hans Place, Lions Head, Nasimo Thila, Rasfari y H.P Reef.

       Atolón Malé Sur: Embudu Kandu y Guraidhoo Kandu.

       Atolón de Ari: Fish Head, Kadu Rah Thila, Kari Beyru Thila, Kuda Haa, Maaya Thila, Madivaru y Orimas Thila.

       Atolón Felidhoo: Devana Kandu y Vattaru Kandu.

       Atolón de Mulaku: Hakura Thila.

       Atolón Faafu: Filitheyo Kandu.

       Atolón Dhaalu: Fushi Kandu.

      Especies protegidas

      Se prohibe la pesca o captura de las siguientes especies:

       coral negro

       moluscos (tritón, caracol)

       almeja gigante

       langosta hembra y langosta pequeña

       tortuga

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