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aunque las agencias de viaje son un poco reacias para ofrecer este destino. Una semana es más que suficiente para empaparse del muy agradable ambiente de la ciudad, descubrir los parques y sitios naturales de los alrededores y dejarse seducir por las inmensas playas salvajes. Si tiene prisa, tres días son adecuados para echar un vistazo.

      Largas estancias

       Dos semanas es el mínimo indispensable para empezar a descubrir el país. El gran clásico es, por supuesto, la RN-7 o Ruta del Sur, de la que desarrollamos el itinerario, día a día, en la parte correspondiente de esta guía. La Ruta del Norte, de Tana a Antsiranana, es más reciente. Calcule ocho días para llegar a Ambanja (itinerario también descrito día a día en la sección correspondiente); luego quedaría una semana corta de viaje, ya sea para ir a Nosy Be, a Antsiranana... o a ambos sitios. El regreso en avión es imprescindible, ¡a menos que le gusten mucho los taxis-brousse! También es posible realizar un circuito bajando desde Tsiribihina, visitando los tsingys y la avenida de los baobabs, pasando por Antsirabe y de vuelta por la carretera de Morondava a Tana.

       Tres semanas. Aquí ya puede comenzar a considerar una combinación de circuitos sin arriesgarse a que los tiempos de visita se queden cortos. Tendrá tiempo para pasear, conocer gente y captar el ambiente único de este país-continente. Sin embargo, no crea que le sobrará mucho tiempo libre para hacer lo que quiera: aunque es posible dar la vuelta a la isla en tres semanas (cabotaje aéreo), solo podrá ir de un sitio a otro, eso es todo, sin ver nada de lo que hay en medio, es decir, de Madagascar y los malgaches.

      El oeste y el sur ofrecen una combinación perfecta: descenso del Tsiribihina, visita al tsingy de Bemaraha, Morondava, camino de los baobabs hacia Toliara con una pausa junto al mar en Salary, Ankasy, Ifaty o Anakao, y vuelta por la RN-7.

      O el sur y el sureste: circuito de la RN-7 hasta Toliara y camino costero hasta Tôlanaro, y luego hasta Manakara y Ranomafana.

      Si quiere «ver todo lo posible» (lo que no es muy recomendable), le aconsejamos que siga este programa: descenso del Tsiribihina, visita del tsingy de Bemaraha y a continuación vuelo de Morondava a Toliara; luego disfrute de las playas (Ankasy o Salary por su belleza, Ifaty por el ambiente o Anakao para los presupuestos más ajustados). Siga la Ruta del Sur (¡pero hacia el norte!) o vuele desde Toliara a Tôlanaro (tres o cuatro días en el lugar). Finalmente, regrese a Tana y vuele a Santa María, a Antsiranana o a Nosy Be. Todo sreá un poco apretado, pero tendrá un viaje bastante completo.

       Un mes. Con este tiempo se pueden realizar sin prisas trayectos en taxi-brousse. Podrá organizar su viaje de acuerdo a sus intereses, pero trate siempre de centrarse en una región en particular. Manténgase lúcido e intente conocer un área determinada «a fondo». No lo olvide: tres días en un parque natural pasan rápidamente, al igual que tres días en una playa y... ¡cuántas horas en transporte público!

      Para excursiones más tradicionales, puede considerar una visita completa a varios parques: Andasibe, Ranomafana e Isalo son los más famosos, pero también recomendamos Ankarafantsika, cerca de Mahajanga, Andohahela cerca de Tôlanaro, Masoala en el noreste, la Montaña de Ámbar y Ankarana en el norte... Y muchos otros (especialmente cerca de Soalala, al oeste de Mahajanga, en la costa).

       Más de un mes. Madagascar es mucho más grande que España. A nadie se le ocurriría jamás intentar conocer toda la Península en un periodo corto. Así que hay que tomar decisiones. Esta elección es variable: quiere conocer más sitios y ver más gente, o prefiere dedicar más tiempo a cada lugar, a cada encuentro. Dos meses permiten hacerse una idea más exacta de la realidad malgache. Es posible, incluso, una estancia en las montañas. Se puede empezar a viajar por el país de norte a sur (sin demasiados excesos y dependiendo de los vuelos) o de este a oeste. Y podrá disfrutar de cada lugar. Pero no se equivoque: aún será poco tiempo. Un país así no se conoce en pocas semanas. Algunos incluso susurran que varios años no son suficientes para imbuirse del espíritu malgache. Quizás no hay paraíso si no es artificial; es inútil (y no es una cuestión de utilidad) verlo todo en blanco y negro, y menos aún creer que todo tiene que ser necesariamente gris. La vida es color, y son todos estos matices y aromas los que componen un viaje: los encuentros, los recuerdos y, en definitiva, la humanidad.

      La Imerina profunda

      El mencionado viaje de una semana puede alargarse. Es posible hacer senderismo en pueblos «auténticos» y acogedores como Mandrosoa, o una excursión a Andasibe para visitar el parque nacional y la reserva, donde habita el indri, el mayor lémur de todos. Supone también la oportunidad de alquilar una BTT, una motocicleta o un quad y de escaparse a las colinas sagradas que rodean Tana en busca de los antepasados. En julio y agosto podrá ser testigo de muchas famadihana, o «retorno de los muertos». Atención: no hace mucho calor en las alturas en esta época del año.

      Nosy Be – Antsiranana o Nosy Be – Mahajanga

      Los beach breaks pueden extenderse, lo que permite disfrutar de un crucero desde Nosy Be por los paradisíacos islotes del canal de Mozambique; o combinar la visita a Nosy Be con la de la región de Antsiranana. Es un viaje fascinante. Si quiere incorporar Nosy Be en una estancia de dos semanas en Madagascar, también puede planear combinar la isla de los perfumes con la costa noroeste de Mahajanga: aún no es muy accesible, es poco conocida y ofrece unos bonitos parajes naturales, es auténtica y ofrece una tranquilidad apasionante.

      Santa María – costa este o Santa María – noreste

      Si ha optado por Santa María también puede aprovechar su estancia en este pequeño paraíso para descubrir la región norte de Toamasina y sus hermosas playas bordeadas de magníficos arrecifes de coral (Foulpointe, Mahambo, Fénérive); o la propia Toamasina, muy atractiva para los amantes de la arquitectura colonial; o incluso arriesgarse ya en la «jungla verde», en el noreste, en Maroantsetra o en la región de la vainilla.

      Finalmente, aproveche su estancia en el este para recorrer el canal de Pangalanes desde Toamasina hasta Ankanin'ny Nofy (reserva privada con lémures), y luego hasta el lago Rasaobe (encantadora estancia en Manambato), antes de regresar a Toamasina o incluso directamente a Tana, o bien continuar a Mananjary.

      La costa oeste: entre ríos y cañones

      Con dos semanas puede planear bajar por el Tsiribihina o por el Manambolo (unos cuatro días y tres noches), luego visitar el famoso tsingy de Bemaraha, declarado Patrimonio de la Humanidad, y llegar a Morondava y a las hermosas playas de su entorno (Belo sur Mer...). En teoría es posible realizar esta ruta en once días; esto le daría tiempo para conocer Tana y sus alrededores, o para pasear por los ríos del oeste, o incluso, por qué no, para visitar Antsirabe y su región (lagos en cráteres, paseos en bicicleta de montaña, etc.).

      La ruta del sur

      Este es el itinerario más turístico de Madagascar (¡pero esto no significa que vaya mucha gente!). Se trata de un recorrido fascinante desde los arrozales hasta las áridas zonas arbustivas del suroeste, en compañía de cebúes, carretas, antepasados, artesanos de la madera y bosques misteriosos. Todas las agencias planifican este itinerario, que dura unos diez días: se sale de Tana hacia Antsirabe con una parada en Ambatolampy; luego se llega a Ambositra y a la región de los zafimaniry, antes de continuar hacia Fianarantsoa, Ambalavao, Ranohira (macizo de Isalo) y Toliara. En principio, acaba con unos días de descanso en las playas de los alrededores de Toliara (quizás las más bellas del país) antes de regresar a Tana.

      Los aventureros pueden realizar este recorrido sin dificultades, ya que las conexiones en taxi-brousse son muy frecuentes. (Sin embargo, hay un pequeño problema para salir de Ranohira al sur). A este trayecto entre ocres, ámbares y rojizos se le puede añadir un pequeño «suplemento verde» : el tren de Fianarantsoa a Manakara permite descubrir la costa este (Mananjary y Manakara no hay que descuidarlas);

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