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      © Plutón Ediciones X, s. l., 2020

      Traducción: Benjamin Briggent

      Diseño de cubierta y maquetación: Saul Rojas

      Edita: Plutón Ediciones X, s. l.,

       E-mail: [email protected]

       http://www.plutonediciones.com

      Impreso en España / Printed in Spain

      Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del «Copyright», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.

      I.S.B.N: 978-84-18211-20-1

      Estudio Preliminar

      Sir Arthur Conan Doyle nació el 22 de mayo de 1859 en Edimburgo, Escocia. Después de una infancia pobre, ocasionada por los problemas de alcoholismo de su padre, empezó una educación privada a los nueve años, gracias al apoyo de tíos acaudalados. En 1876 comenzó a estudiar medicina en la Universidad de Edimburgo. Durante este período de su vida empezó a escribir historias de ficción y para 1879 ya logró publicar en varias revistas literarias de la capital escocesa.

      Después de servir como médico en varios barcos, y de estudiar oftalmología en Viena, se establece en Londres, donde abre una práctica privada. Aquí adquiere el hábito de escribir mientras espera a sus pacientes. Años después, en su autobiografía, confesaría que tuvo tan pocos pacientes que logró escribir muchas historias, y al comparar su muy incipiente carrera literaria con su evidente fracaso como oftalmólogo, no fue muy difícil tomar la decisión de dedicarse enteramente a la escritura.

      La publicación de varios relatos de misterio y su modesta recepción por parte del público abrieron la mente de Conan Doyle a una exploración más profunda del género. Durante 1886 y en apenas tres semanas escribe Estudio en escarlata, publicada en 1887 por Ward Lock & Co. en Beeton’s Christmas Annual. Esta sería la primera aparición de su más famosa creación literaria, el dúo detectivesco de Sherlock Holmes y el doctor John Watson. La novela resultó un éxito para Conan Doyle y le dio la confianza para continuar escribiendo. Publicaría otro par de novelas: Micah Clarke (1889), de ficción histórica, y El Misterio de Cloomber (1889), una aventura con elementos de horror. Sin embargo, no pasaría mucho tiempo para volver a Sherlock Holmes, con la novela El signo de los cuatro (1890). Escribiría otras historias independientes durante 1890 y 1891, pero fue encargado para completar una recopilación de cuentos cortos protagonizados por su famoso detective, y en 1892 se edita de forma completa Las aventuras de Sherlock Holmes, que recoge las doce aventuras previamente publicadas durante ese año en la revista The Strand, que sería la casa literaria de Sherlock Holmes hasta el final de la vida de Conan Doyle.

      Los años siguientes fueron extremadamente prolíficos para el autor, y publicó varias novelas de ficción histórica y de aventuras, entre las que destacan El secreto de Raflles Haw (1891), La Gran Sombra (1892) y El Parásito (1894). También probaría su suerte con obras de teatro, aprovechando su éxito gracias a Sherlock Holmes para arriesgarse en otros territorios literarios, pero ninguna producción teatral fue importante para su carrera.

      En 1894 se publican Las memorias de Sherlock Holmes, donde el famoso detective tiene su última aventura, como era la intención de Conan Doyle para descansar de una vez por todas del personaje que tanta fama le había dado hasta el momento, pero que a su vez le impedía producir cosas nuevas y disfrutar de la libertad creativa que debe ser la base de la creación literaria. Ese mismo año publicaría la primera aparición de otro personaje que sería protagonista de varios cuentos de ficción histórica, el Brigadier Gerard, un húsar en el ejército francés durante las guerras napoleónicas. Este nuevo personaje representaba su rompimiento con Sherlock Holmes como enfoque de sus relatos cortos y daría paso a otro tipo de historias para el autor.

      Arthur Conan Doyle continuaría durante los próximos siete años con la publicación de novelas históricas y de aventuras, con la recopilación de relatos cortos y hasta probaría su suerte con una colección de poemas y un libro de historia militar. El autor gozaba de una reputación estable aunque con duras críticas de algunos de sus seguidores por la decisión de matar a Sherlock Holmes, pero Conan Doyle se mantuvo firme en su propósito de probar temas nuevos, estructuras diferentes, puntos de vista que le permitieran crecer como escritor y como persona. Sus intereses personales estaban empezando a tener mayor repercusión en su vida pública y durante estos años hizo campaña política para un puesto en el parlamento, el cual no consiguió, y actuó como médico voluntario durante unos meses en la guerra de los Bóer, en Sudáfrica (tema sobre el que escribiría un par de libros de no ficción).

      Pero el autor no pudo evitar por más tiempo el regreso de su celebrado detective. Impulsado por la indudablemente atractiva compensación económica y en parte por las renovadas energías creativas, después de experimentar con diferentes cosas en sus últimas publicaciones, Sherlock Holmes y el doctor John Watson vuelven al imaginario popular con El sabueso de los Baskerville, serializado entre 1901 y 1902, y posteriormente publicado en un solo volumen ese mismo año. Tres años después, y después de una primera aparición en la revista The Strand, se publica El regreso de Sherlock Holmes, un recopilatorio de relatos publicados durante los años previos. En este libro, Conan Doyle justifica la supuesta desaparición de Sherlock Holmes, como un plan del detective para aprovechar la tranquilidad que le brindaba el anonimato de la “muerte”. También explica que Holmes estará formalmente retirado y que Watson tiene prohibido seguir escribiendo sus aventuras como fue establecido desde la primera aparición del dúo. Sin duda fue la mejor manera de mantener a sus seguidores contentos por la “resurrección” de su personaje favorito, y al mismo tiempo mantener la calma y bajar las expectativas por más historias inmediatamente.

      Entre 1905 y 1915, Arthur Conan Doyle escribe un poco menos, en comparación con el ritmo que venía manteniendo en los primeros años de explosión de su carrera. Sigue disfrutando de la autonomía que le proporciona el éxito económico y comercial, pero sin perder de vista el riesgo que implica cualquier novedad o género diferente al que sus seguidores están acostumbrados. Durante estos años publica otra de sus obras más conocidas, El Mundo Perdido (1912), protagonizada por el Profesor Challenger y que representa otro intento de Conan Doyle por diversificar su producción, con una novela de aventuras cargada de referencias científicas, viajes a lugares exóticos y animales extraordinarios. No perderá de vista a Sherlock Holmes y publicó varias historias que eventualmente serían recopiladas. Publicó otras novelas de ficción histórica, como Sir Nigel (1906) y un libro de no ficción sobre las atrocidades cometidas en el Congo por el rey Leopoldo II de Bélgica, El Crimen del Congo (1909). También salieron a la luz nuevas recopilaciones de relatos cortos de diversos géneros y estilos.

      En 1915 se publica la cuarta y última novela protagonizada por Sherlock Holmes y el doctor John Watson, El valle del terror. Dos años después aparecerá otro recopilatorio de cuentos del dúo detectivesco, Su última reverencia, que continúa las aventuras de Sherlock Holmes como recuerdos desde su apacible retiro. Quizás fue prevista por el autor como una despedida definitiva del personaje, pero esta vez no comete el error, o mejor dicho, no asume la responsabilidad de matar a Sherlock, como intentó hacer años antes.

      Los últimos años de la vida de Arthur Conan Doyle fueron dedicados a una producción todavía más ecléctica. Su prolífica imaginación y su creciente interés por el espiritismo y lo paranormal lo llevaron a publicar una serie de obras sobre estos temas. Financió una serie de estudios sobre espiritualismo y él mismo empezó a predicar por el mundo la posibilidad de comunicarse con nuestros seres queridos en el más allá. Dedicó muchos de sus recursos a organizar sesiones de espiritismo, a procurar evidencia fotográfica de la existencia de hadas y fantasmas, participó en congresos y dio charlas públicas donde defendió vehemente sus nuevas creencias. Sin embargo, también se mantuvo activo en el frente literario por el que era celebrado y siguió escribiendo relatos de aventuras, más historias de Sherlock Holmes, otras novelas, entre las que destaca una protagonizada por el profesor

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