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      NOTAS EN LA NUEVA CASA DE YOLANDA PANTIN

      I

      Bellas ficciones. Lo bello y la verdad siempre van de la mano: son gemelos, se intercambian fácilmente en una oración, en una plegaria, en una súplica, en un mantra; en los tiempos actuales, esa dupla fue sustituida por la libertad y la originalidad. Esto último nos plantea a los poetas otra discusión, ya vieja: libertad de o libertad para (parafraseando al filósofo alemán Heidegger, cuando ensayaba sobre Schelling). ¿Y la originalidad?: ¿cómo entenderla?, ¿habrá que entenderla como si el destino fuera nuestro origen?, ¿o es el destino nuestra aspiración al infinito, lo inconmensurable, eso que llamamos poesía?

      Los maestros enseñan que lo único original es lo divino, lo espiritual.

      II

      Otro apunte sobre lo bello. Parménides, en su poema, dice: “Preciso es, pues, ahora / que conozcas todas las cosas: / de la Verdad, tan bellamente circular”. Este epíteto, “bellamente circular”—refiriéndose a la Verdad (en mayúscula)—, lo tomamos para enfocarnos en el presente libro de Yolanda Pantin, bellamente circular y de una compleja sencillez también. La belleza y la verdad, en Parménides, significan des-cubrimiento del ser, mientras que en Bellas ficciones significa des-cubrimiento de la casa de la infancia, en lo que a la imaginación se refiere. Las ficciones hoy son todo lo que alude a lo primitivo, a la manera de Shelley: el niño, la inocencia y, por ende, lo salvaje, como está expresado en el poema “Lobos”.

      III

      La poesía de Yolanda Pantin exhibe dos rasgos que me resultan importantes: su voz posee muchas fraternidades y tiene un amplio registro de temas y contenidos. Luego, está su fina sensibilidad para sostener un lenguaje que no desprecia nada: desde su potente interioridad hasta la borradura de un país. Yolanda Pantin representa una voz atenta, concienzuda y resistente ante los mecanismos de opresión de la condición humana.

      IV

      En este libro logra un efecto poético muy notable. Ella nos dice: “Todo apunta al hueso: / Ha muerto en mí lo literario […] nosotros volveremos a empezar / desde la raíz”.

      V

      La poesía de Yolanda Pantin se expande por sí misma, engendrada ahora por otro mundo imaginal, otro ciclo.

      VI

      En Bellas ficciones su voz se prolonga hacia un nuevo registro, está escondida en sus personajes, y el tono familiar invade su casa. Estamos dentro de una nueva casa, Yolanda Pantin nos conduce a otro espacio poético, la casa de sus ancestros, tanto los viejos como los niños. Es curioso este rasgo circular. Son dos extremos que se unen: los niños y los viejos son quienes están más cerca del reino ancestral, los niños porque acaban de venir y los viejos porque se preparan para

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