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Solo tu. Niky Moliviatis
Читать онлайн.Название Solo tu
Год выпуска 0
isbn 9788418013140
Автор произведения Niky Moliviatis
Серия Los Hamilton
Издательство Bookwire
—¿Vas a contarme que paso ayer? —Sus ojos estaban llorosos y ojerosos, signos de una buena resaca, sin mencionar el delineador corrido.
—No creo que quieras saberlo, Renny Ren, fue muy vergonzoso.
Llevándose las manos a la cabeza, soltó un suspiro que entendía a la perfección era de frustración. No recordarte de las cosas que hiciste el día anterior era una porquería, sinceramente es como perder el valor. Por otro lado, existían caballeros como yo que nunca, pero nunca, se burlarían de… Al diablo. Esto va a ser muy gracioso.
—Morías por chupármela —dije, cruzándome de brazos.
—¡No es verdad! —para mi sorpresa no estaba enojada. Eso me dio un poco más de confianza para seguir.
—Oh, sí, incluso, te metiste los dedos y te los chupaste. —La vi abrir los ojos como si fuera búho. Las mejillas se le pusieron rojas, como si no reconociera mis palabras—. Luego pensé que vomitarías y te llevé al baño, te dio hipo y utilizaste un extraño método en el que te…
—¿Tapas la nariz y respiras hondo? —me interrumpió antes de que pudiera decir algo más—. ¿Me pegué con el lavabo no es así?
—¡Vaya!, pensé que no te recordabas de nada.
Renny maldijo en voz alta poniéndose de pie, debatiéndose una batalla interna. Cuando se dio por vencida, regresó a la cama, aún roja como un tomate. Se tocó la cabeza una vez más y maldijo en voz baja.
—¿Qué más?
Me encogí de hombros apretando los labios para no reír enfrente de ella. Aún tenía que invitarla hoy en la noche, no iría sin ella y haberla dejado que pasara la noche aquí era el mejor gancho que tenía.
Sonriendo, la observé cómo se preparaba para el «¿Qué más?». No había pasado absolutamente nada más, y no estaba dispuesto a contarle acerca de su ataque de anoche, de cómo lloraba sin control. Quizá eso me traería problemas y quería que lográramos ir comunicándonos poco a poco.
—Tengo una fiesta hoy en casa, llegarán unos amigos. ¿Quieres ir?
—¿Fiesta de qué?
Me lo pensé unos segundos antes de responder, no quería decirle que era mi cumpleaños, se sentiría muy comprometida y sabría que sería una gran fiesta de élite y se negaría sin duda. Iba a llevármelas tranquilo para no presionar.
—Solo unos amigos llegarán a casa, es una fiesta de hielo, ya sabes, la élite y sus cosas.
Renny soltó una carcajada, la cual me hizo sentir infantil cuando mencioné la temática. Holly había preparado mi traje, camisa blanca y vaqueros claros. La chaqueta celeste era el toque de hielo que tanto le gustaba a mi hermana.
—Tengo que trabajar, lo siento —la vi morderse el labio, como si fuera un gesto nervioso. Si nunca en mi vida me hubiera preparado para ser político, me la creería completamente.
—Mientes, tus pupilas lo dicen, además te muerdes el labio como un tic nervioso.
—¡Vete a la mierda, Hamilton!
Esta chica era imposible, pero de ese modo era como me gustaba.
—Con mucho gusto. ¿Vienes conmigo?
Ella intentaba encajar en el mundo de un modo que no era ella. No sabía mucho de psicología, solo saqué un curso en la universidad, pero hasta yo que no soy un experto sé que ella no está bien, está encerrada en sí misma y no deja que nadie logré llegar a ella.
—No tengo ropa apropiada, lo siento.
Si quiere darme excusas, estas son de las peores que puede inventarse. Tomé mi celular antes de decir algo más, eran solo las ocho de la mañana, los centros comerciales no abrían hasta dentro de dos horas.
—Tenemos dos o tres horas antes de ir de compras, tú decides. ¿Vuelves a la cama para que esa resaca se te pase o la sufres hablando conmigo? No tienes una opción que no implique estar juntos.
Impresionantemente, Renny se acercó, acostándose a mi lado. Me acomodé, acercándola a mis brazos como amanecimos hace una hora. Aspiré su aroma, en el fondo se percibía lo dulce de ella, lo único mezclado con olor a cigarrillo y alcohol.
Cuatro horas después, cuando por fin logré despertar a Renny y convencerla de que se arreglara un poco para ir al centro comercial, almorzamos algo en uno de los restaurantes cerca de Westfield.
Tenía planes de buscar un vestido corto, blanco de preferencia, que fuera diferente a lo que estaba acostumbrado, solo para variar un poco. La observé cómo tomaba su café al tiempo que caminaba señalando varias tiendas a las que ni de loca entraría. Era increíble ver que mencionaba todas aquellas en las cuales quería meterla, de ser Holly hubieran sido sus primeras opciones.
—Vamos a hacer un trato —dijo finalmente cuando le expliqué lo que quería para ella.
—Soy todo oídos, cariño.
—No me llames cariño y, sí, tengo un trato. Querías un puto vestido blanco el cual no me pondría ni porque me pusieran una pistola en la cabeza, pero estoy dispuesta a hacerlo con tal de verte a ti con mi ropa.
Un momento, ¿qué?, no iba a usar ropa de mujer, no estaba loco para tanto, si quería ir vestida con su ropa de siempre no me importaría en absoluto. Pero ¿ropa de mujer? No.
—¿Cómo voy a ponerme ropa de mujer? Renny estás…
—No seas idiota, Race. Me refiero a mi estilo. Será divertido, es como si yo fuera élite y tú, mortal.
Me lo pensé un momento, Holly iba a matarme, pero… ¡Qué importa! Esto va a ser demasiado épico. Le di la mano antes de meterla en una de las tiendas a las que nunca entraría. La vi abrir la boca como si quisiera decir algo, pero al segundo la cerró sin decir absolutamente nada. La emoción de sus ojos era lo mejor de ver, ninguna mujer rechazaría estas tiendas.
La señorita corrió a nosotros, saludándome por mi nombre. Era obvio que tenían que conocerme, más si mi hermana estaba en este mundo. Le expliqué lo que necesitábamos y la mujer se fue a buscar mis indicaciones. No fue hasta que Renny se probó el primer traje de mangas largas.
—¿Chanel? Sinceramente, Race, esto es demasiado. No podría pagar Chanel ni porque ahorrara por un año.
—Es bueno que lo esté pagando yo, no tú. Ese no me gusta. —Casi no enseñaba piel, quería verle la maldita piel tatuada y no que pensara que intentaba ocultarlos.
Chanel no funcionó, incluso parecía que ninguno de los dos lo disfrutaba. Esto era tan cuadrado. Quería algo en lo que ella se sintiera una princesa, se sintiera hermosa. Quería darle joyas y todo eso que nunca se podría comprar.
—Vamos a Carola —dijo Renny señalando una tienda enorme que definitivamente vendía cualquier cosa.
—No, primero tú, después yo.
—Seguramente encuentro algo súper subido aquí, vamos, no seas un aguado, Race.
Moví la cabeza tímidamente reprobando la falta de respeto a nuestro acuerdo, pero no pude decir que no. La sonrisa de Renny cambió repentinamente, como si se sintiera en su complemento. No podría decirle jamás un no a esa sonrisa. Jalándola adentro de la tienda, la vi gritar de emoción viendo una camiseta con una calavera que de seguro me tendría que probar. Tomando una cantidad absurda de ropa.
Ninguna diferencia, Holly habría hecho exactamente lo mismo, solo que otro tipo de ropa.
Ella se perdió en la sección de hombres, buscando cosas que ponerme encima. Intentando hacer lo mismo, la tomé de la mano para ir dentro de la sección de damas. Las manos de ambos estaban llenas de camisas de botones de rayas y cuadros, los pantalones pegados negros y los sombreritos de lana era todo lo que ella me presentaba.