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estos años se publican obras menores que conocerán cierto éxito, como el Manuel du spéculateur à la Bourse (sólo la tercera edición, de 1857, irá fimada por Proudhon). Su obra maestra, De la Justice dans la Révolution et dans l’Église (1858), está entonces en gestación. Proudhon parece llevar razón: sus mejores escritos se forjan en el infortunio y la adversidad.

      En el exilio, crece su interés por cuestiones de política internacional. Entramos en lo que sus biógrafos consideran como la fase política de su obra. La opinión es muy matizable, pero lo cierto es que es durante su exilio belga cuando estalla la cuestión de las nacionalidades en Italia y Polonia, tema en el que, una vez más, Prou­dhon adoptará una posición original, solo de nuevo contra todos e incomprendido por sus amigos socialistas. Como veremos, su análisis de la cuestión de las nacionalidades, la dura crítica que realiza de la unificación de Italia o Polonia responde a la misma lógica (anterior a estos años) que preside su teoría federativa.

      En 1862 Proudhon abandona su exilio belga y vuelve a París. Las causas de su retorno, que había demorado por problemas económicos a pesar del indulto del que se beneficiaba desde finales de 1860, las explica el propio Proudhon en las páginas de La Fédération et l’Unité en Italie, que el lector encontrará traducido en el presente volumen. En un par de artículos que el francés acostumbraba a publicar en la prensa belga manifestaba su oposición al principio de las nacionalidades (una nación, un Estado, centralización, etc.) al que por entonces apelaban el liberalismo y el socialismo europeos para justificar la unificación de Italia en un único Estado-nación, y argumentaba a favor de una confederación italiana. Como quiera que la prensa liberal belga había adoptado la defensa del principio de las nacionalidades de los unitarios italianos, Proudhon responderá de manera irónica (otro de sus más preciados recursos retóricos) diciendo que si el principio de las nacionalidades (unidad de cultura, lengua, historia, costumbres, etc. que llevaría a la fusión de la diversidad en una única entidad nacional soberana) y de las fronteras naturales era bueno para Italia, también debía serlo para Bélgica con respecto de Francia, explicando, por consiguiente, a sus colegas belgas que, en buena lógica y coherencia (misma lengua y cultura), si aceptaban la unificación de Italia tenían también que aprobar la anexión de Bélgica por parte de Francia. El escándalo que provocarán los artículos de Proudhon, que llega incluso a temer por su integridad física al ver las violentas manifestaciones que se organizan espontáneamente ante su casa, le hará cambiar rápidamente de opinión. A los pocos días lo encontramos en París, en donde prepara y publica su respuesta. Será La Fédération et l’Unité en Italie.

      Como ya ocurriera con otro de sus grandes textos (De la Justice dans la Révolution et dans l’Église), Du Principe fédératif et de la nécessité de reconstituer le parti de la Révolution (1863) se acaba convirtiendo en una de sus principales obras casi por casualidad. Inicialmente previsto para contestar brevemente a las críticas recibidas por La Fédération et l’Unité en Italie, Proudhon acabará produciendo un voluminoso texto que hará posteriormente su gloria. La idea federativa recibía de la mano del francés uno de sus más coherentes y profundos desarrollos teóricos.

      Disminuido por el cansancio y la enfermedad que desde mediados de la década anterior no dejará de acosarlo, todavía encuentra Proudhon fuerzas para escribir en 1863 otras obras menores, como Si les Traités de 1815 ont cessé d’exister? o Les Démocrates assermentés et les réfractaires. Llega 1864 y su salud empeora ostensiblemente. Sólo le queda un año por delante, en el que lo más destacable será su «testamento político», De la capacité politique des classes ouvrières, publicado póstumamente en 1865. Dicho texto será la respuesta de Proudhon a un grupo de obreros de influencia proudhoniana que representarán luego al proletariado francés en la Primera Internacional de Trabajadores de Londres, autores del famoso Manifiesto de los sesenta, y que acudían a Proudhon en busca de su estimado consejo. La respuesta que Proudhon les había prometido la encontrarán en De la capacité politique des classes ouvrières, resumen de su mutualismo o federalismo económico y político, en el que aconsejaba a la clase obrera sacudirse la influencia de la burguesía, autogestionar su acción política.

      Si atendemos ahora, como apuntábamos al principio de esta breve biografía, a la inevitable influencia del contexto sobre la obra y el pensamiento federal de Proudhon, tenemos que retener dos aspectos fundamentales:

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