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      Me reuní con las estrellas, pero no pude contarlas.

      Saqué agua del pozo, pero no pude ofrecerla.

      Nunca volvió.

      Enero

      7

      La nieta

      Soledad, la nieta de Rafael Barrett, solía recordar una frase del abuelo:

      —Si el Bien no existe, hay que inventarlo.

      Rafael, paraguayo por elección, revolucionario por vocación, pasó más tiempo en la cárcel que en la casa, y murió en el exilio.

      La nieta fue acribillada a balazos en Brasil, en el día de hoy de 1973.

      El cabo Anselmo, marinero insurgente, jefe revolucionario, fue quien la entregó.

      Harto de ser un perdedor, arrepentido de todo lo que creía y quería, él delató, uno por uno, a sus compañeros de lucha contra la dictadura militar brasileña, y los envió al suplicio o al matadero.

      A Soledad, que era su mujer, la dejó para el final.

      El cabo Anselmo señaló el lugar donde ella se escondía, y se alejó.

      Ya estaba en el aeropuerto cuando sonaron los primeros tiros.

      Enero

      8

      No digo adiós

      En 1872, por orden del presidente de Ecuador, fue fusilada Manuela León.

      En su sentencia, el presidente llamó Manuel a Manuela, para no dejar constancia de que un caballero como él estaba enviando al paredón a una mujer, aunque fuera una india bruta.

      Manuela había alborotado tierras y pueblos y había alzado a la indiada contra el pago de tributos y el trabajo servil. Y por si todo eso fuera poco, había cometido la insolencia de desafiar a duelo al teniente Vallejo, oficial del gobierno, ante los ojos atónitos de los soldados, y a campo abierto la espada de él había sido humillada por la lanza de ella.

      Cuando le llegó este último día, Manuela enfrentó al pelotón de fusilamiento sin venda en los ojos. Y preguntada si tenía algo que decir, contestó, en su lengua:

      —Manapi.

      Nada.

      Enero

      9

      Elogio de la brevedad

      Hoy se publicó, en Filadelfia, en 1776, la primera edición de Sentido común.

      Thomas Paine, el autor, sostenía que la independencia era un asunto de sentido común contra la humillación colonial y la ridícula monarquía hereditaria, que tanto podía coronar a un león como a un burro.

      Este libro de cuarenta y ocho páginas se difundió más que el agua y el aire, y fue uno de los papás de la independencia de los Estados Unidos.

      En 1848, Karl Marx y Friedrich Engels escribieron las veintitrés páginas del Manifiesto comunista, que empezaba advirtiendo: Un fantasma recorre Europa… Y ésta resultó ser la obra que más influyó sobre las revoluciones del siglo veinte.

      Y veintiséis páginas sumaba la exhortación a la indignación que Stéphane Hessel difundió en el año 2011. Esas pocas palabras ayudaron a desatar terremotos de protesta en varias ciudades. Miles de indignados invadieron las calles y las plazas, durante muchos días y noches, contra la dictadura universal de los banqueros y los guerreros.

      Enero

      10

      Distancias

      Tosiendo marchaba el coche.

      Y a los tumbos, apilados dentro del coche, viajaban unos músicos. Ellos iban a alegrar una reunión de campesinos, pero ya llevaban un largo rato perdidos en los hirvientes caminos de Santiago del Estero.

      Los despistados no tenían a quién preguntar. Nadie había, nadie quedaba, en aquellos desiertos que habían sido bosques.

      Y de pronto apareció, en una nube de polvo, una niña en bicicleta.

      —¿Cuánto falta? —preguntaron.

      Y ella dijo:

      —Falta menos.

      Y en el polvo se fue.

      Enero

      11

      El placer de ir

      En 1887 nació, en Salta, el hombre que fue Salta: Juan Carlos Dávalos, fundador de una dinastía de músicos y poetas.

      Según dicen los decires, él fue el primer tripulante de un Ford T, el Ford a bigote, en aquellas comarcas del norte argentino.

      Por los caminos venía su Ford T, roncando y humeando.

      Lento, venía. Las tortugas se sentaban a esperarlo.

      Algún vecino se acercó. Preocupado saludó, comentó:

      —Pero don Dávalos... A este paso, no va a llegar nunca.

      Y él aclaró:

      —Yo no viajo por llegar. Viajo por ir.

      Enero

      12

      La urgencia de llegar

      En esta mañana del año 2007, un violinista ofreció un concierto en una estación de metro de la ciudad de Washington.

      Apoyado contra la pared, junto a un tacho de basura, el músico, que más parecía un muchacho de barrio, tocó obras de Schubert y otros clásicos, durante tres cuartos de hora.

      Mil cien personas pasaron sin detener su apurado camino. Siete se detuvieron durante algo más que un instante. Nadie aplaudió. Hubo niños que quisieron quedarse, pero fueron arrastrados por sus madres.

      Nadie sabía que él era Joshua Bell, uno de los virtuosos más cotizados y admirados del mundo.

      El diario The Washington Post había organizado este concierto. Fue su manera de preguntar:

      —¿Tiene usted tiempo para la belleza?

      Enero

      13

      Tierra que brama

      En el año 2010, un terremoto tragó buena parte de Haití y dejó más de doscientos mil muertos.

      Al día siguiente, Pat Robertson, telepredicador evangélico, lo explicó desde los Estados Unidos: este pastor de almas reveló que los negros haitianos eran culpables de su libertad. El Diablo, que los había liberado de Francia, les estaba pasando la cuenta.

      Enero

      14

      La maldición haitiana

      El terremoto de Haití había culminado la larga tragedia de un país sin sombra y sin agua, que había sido arrasado por la voracidad colonial y la guerra contra la esclavitud.

      Los amos destronados lo explican de otra manera: el vudú tenía y tiene la culpa de todas las desdichas. El vudú no merece ser llamado religión. No es más que una superstición venida del África, magia negra, cosa de negros, cosa del Diablo.

      La Iglesia Católica, donde no faltan fieles capaces de vender uñas de los santos y plumas del arcángel Gabriel, logró que esa superstición fuera legalmente prohibida en Haití, en 1845, 1860, 1896, 1915 y 1942.

      En los últimos tiempos, el combate contra la superstición corre por cuenta de las sectas evangélicas. Las sectas vienen del país de Pat Robertson: un país que no tiene piso 13 en sus edificios ni fila 13 en sus aviones, donde son mayoría los civilizados cristianos que creen que el mundo fue fabricado por Dios en una semana.

      Enero

      15

      El

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