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la estatua real en su serdab, una cámara cerrada destinada a las estatuas funerarias.

      Este desarrollo continuó durante el reinado de Seneferu, que ordenó construir dos pirámides después de completar la de su predecesor; esta seguía el modelo escalonado de Imhotep, pero incorporaba un fino revestimiento de piedra caliza que alisaba los flancos. El primer intento de construir una verdadera pirámide se realizó en Dahshur, pero fue demasiado ambicioso. Las grietas obligaron a los arquitectos a reducir su inclinación durante el transcurso de la obra, lo que concedió a la pirámide un perfil inusual y ligeramente encorvado.

      Los arquitectos de Seneferu construyeron la primera pirámide regular al norte de la anterior. Teniendo en cuenta los errores de la primera construcción, decidieron mantener una inclinación de 43 grados que concedió a la pirámide un aspecto ligeramente encogido.

      El éxito de esta segunda construcción permitió que se erigiera la gigantesca pirámide de Keops en Guiza, cuyos cuatro lados están orientados exactamente en función de los cuatro puntos cardinales y mantienen una inclinación perfecta de 52 grados, mientras que sus medidas contienen el valor aproximado del número áureo (1618).

      Su única entrada se abrió en la cara norte, a 16 m de profundidad.

      Siguiendo el modelo de Keops, todas las pirámides se erigieron alrededor de un complejo que incluía un templo bajo. Este se situaba cerca de un embarcadero y de los canales que comunicaban con el Nilo. Una calzada ascendente conducía al templo alto, situado en la cara oriental de la enorme pirámide. A partir de la dinastía IV, las superficies de este templo se decoraron con escenas en bajorrelieve.

      En el interior de la pirámide se construyeron cámaras y pasajes, lo que suponía una verdadera prueba de fuerza para los arquitectos y los obreros, que debían instalar monolitos de aproximadamente 400 toneladas de peso. Durante la dinastía V, los muros de las cámaras inferiores presentaban largos repertorios de fórmulas grabadas, que se conocen con el nombre de Textos de las Pirámides.

      Las reinas eran enterradas en pirámides satélites de menor tamaño. Se han hallado fosas con embarcaciones desmontadas que, o bien estaban destinadas a facilitar el viaje celeste del faraón, o bien lo condujeron a su última morada.

      Los reyes del Imperio Medio también ordenaron erigir imponentes pirámides en la región de El Fayum. Estos monumentos se construyeron con adobe revestido de piedra, pero, al carecer de recubrimiento, desaparecieron bajo los efectos de la erosión. Sin embargo, bajo estas masas actualmente informes se ocultaban dispositivos cada vez más ingeniosos que protegían la cámara funeraria de los saqueadores.

      Durante el Nuevo Imperio, las lomas piramidales de la montaña tebana protegieron las tumbas reales, aunque también se construyeron pequeñas pirámides de ladrillo con una gran inclinación que coronaban los hipogeos de los artesanos y las grandes personalidades de Tebas. Más adelante, los soberanos nubios de los reinos de Kush y Napata devolvieron a las pirámides su condición de tumbas reales.

      Para los egipcios, la pirámide simbolizaba la tumba real. El rey difunto descansaba en ella y recibía las ofrendas del culto funerario. ¿Acaso sus minúsculos pasadizos ascendentes estaban destinados a permitir el paso del alma del rey difunto? El túmulo funerario primitivo en el que se origina la pirámide posiblemente evoca la colina primigenia que surgió de las aguas primordiales.

      La pirámide es una escalera que intenta facilitar el ascenso del faraón hacia el cielo, donde debe reunirse con sus ancestros transformados en estrellas. «Tú trepas, tú escalas los rayos; tú eres el rayo en la escalera del cielo», reza uno de los textos. También se puede ver de forma simbólica la petrificación de los rayos solares que caen sobre la tierra por una abertura del cielo para calentar el cuerpo que descansa en su centro. «Levantaos, vos que estáis en la tumba; deshaceos de vuestros vendajes, apartad la arena de vuestra cabeza».

      La Biblia – y después Hollywood– ha querido que el pueblo hebreo, sometido a la esclavitud, construyera la Gran Pirámide de Guiza. Son muchos quienes consideran que esta pirámide es en realidad una gran Biblia de piedra que oculta en sus proporciones, matemáticamente perfectas, una revelación de orden adivinatorio, místico o científico.

LAS ÚLTIMAS CONQUISTAS DE LOS REYES DE MENFIS

      Los faraones de las dinastías V y VI continuaron la grandiosa obra de sus predecesores, pero tuvieron que transigir con las clases cultivadas que criticaban el régimen que los había enriquecido. Para poder mantener su autoridad se vieron obligados a aceptar la lenta transformación y el declive. Sin embargo, la dinastía VI logró conquistar Nubia y el país de Canaán.

      • Unas, el último soberano de la dinastía V, ordenó erigir su complejo funerario en Saqqara, al sudoeste del de su gran ancestro Zoser. La pirámide, construida por Maspero, resulta poco impresionante en comparación con los monumentos de la meseta de Guiza, pues apenas alcanza los 40 m de altura. Sin embargo, el complejo se encuentra en buen estado de conservación.

      Los muros de la calzada ascendente cubierta que unía ambos templos se adornaron con relieves de una sutileza exquisita que ilustraban temas diversos y variados, como la artesanía, el comercio y el transporte fluvial de los bloques de granito procedentes de Asuán. Sin embargo, también mostraban imágenes sobrecogedoras de la hambruna que azotó a los beduinos contra los que luchó Unas (¿o acaso eran augurios del desastre económico que tendría lugar al final del Imperio Antiguo?). Las escenas que muestran la llegada en barco de los mercaderes asiáticos podrían sugerir relaciones con Biblos y la costa del Levante mediterráneo.

      Las paredes de los pasadizos de acceso y la cámara del sarcófago, provista de un techo azulado en el que brillaban estrellas de oro, presentaban unos textos inscritos conocidos como los Textos de las Pirámides, los cuales revelaron a los historiadores los secretos del culto egipcio al más allá. La tumba fue restaurada por el príncipe arqueólogo Jaemuaset durante el mandato de Ramsés II. En el periodo tardío, los Textos de las Pirámides pasaron a formar parte de la decoración de tumbas privadas.

      • Pepy I, el Conquistador de Nubia, fue el segundo faraón de la dinastía VI. Durante sus 53 años de reinado sometió a Etiopía y Nubia, luchó victoriosamente contra los nómadas de Siria y colonizó el Nilo hasta la tercera catarata. También envió expediciones desde Asuán, la «cabeza del sur», para anexionar los territorios nubios, cuyos habitantes, una vez pacificados, cultivaron las tierras reales o sirvieron en el ejército del faraón. Pepy I, a través del Alto Nilo, intentó acceder al mítico país de Punt, célebre por las especias, las piedras preciosas y las grandes cacerías.

      Aunque los soberanos de la dinastía IV embellecieron Menfis, el declive de la ciudad se inició aproximadamente en esta época y Abidos se convirtió en la capital del imperio. Las incursiones por Asia y Nubia pasaron factura, pues cuanto más crecía el territorio, más poder conseguían los faraones, que se vieron obligados a delegar a favor de los señores feudales.

      • Pepy II, el Centenario, fue coronado a los seis años de edad y su reinado fue digno de los patriarcas bíblicos, ¡pues ocupó el trono durante 94 años! Hirjuf, su portador del sello, príncipe y único amigo, sembró el terror en los países extranjeros y regresó del Alto Nilo con 300 asnos cargados de incienso, ébano, perfume, grano, pieles de pantera, colmillos de elefante, madera tallada y demás tributos.

      Uni, otro de sus generales, emprendió una campaña contra el país de Canaán (Palestina). Creó un ejército formado por docenas de miles de hombres y se puso a su cabeza. Nadie ocupó el lugar de su vecino, nadie asaltó a quienes se encontraban por el camino, nadie saqueó ningún pueblo por los que pararon. Este ejército regresó en paz después de arrasar el país de los He riu sha (los que están en la arena), desmantelar sus murallas, degollar a docenas de miles de hombres y contar con numerosos heridos entre sus rangos.

      Uni, que fue nombrado gobernador director del Alto Egipto, también veló por la paz pública, haciendo que la corte llevara la cuenta de todas las horas de trabajo realizadas.

      • La regencia de Nitocris, la Vengadora, dio paso a un periodo de esplendor y prosperidad que duró prácticamente 600 años. Según Heródoto, la princesa Nitocris fue una mujer hermosa de mejillas

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