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en brazos. También puede animarlo a que se calme solo, haciéndole comprender que tiene derecho a no estar de acuerdo, pero que usted no está obligado a aguantar sus crisis. Si se calma pasados unos minutos (en general nunca antes del primer año), habrá superado una etapa muy importante de su desarrollo.

      Finalmente, también puede coger al niño en brazos simplemente porque eso les agrada a los dos. ¡Así sabrá que no necesita mostrarse inquieto o encolerizado para disfrutar de este dulce privilegio!

      ¿Es necesario mecerlo?

      En el imaginario colectivo, la acción de mecer está estrechamente ligada a la maternidad. Incluso las niñas mecen a sus muñecas «porque no pueden dormir» o «para consolarlas». ¿Por qué a los bebés les gusta que los acunen? Los movimientos rítmicos parecen tener un efecto beneficioso, porque recrean en parte las sensaciones que el niño ha conocido cuando estaba dulcemente cobijado en el vientre de su madre.

      ♦ Cada uno, su método

      ¿Hay una técnica específica? Algunos estudios han llegado a la conclusión de que la forma de mecer más eficaz comprende entre sesenta y setenta oscilaciones por minuto (similar a los latidos del corazón en reposo), de amplitud suave. De la misma manera, parece que el bebé prefiere ser mecido de adelante hacia atrás, antes que de izquierda a derecha. Finalmente, parece que la gran mayoría de las mujeres (y también las mamás chimpancés y gorilas, según el zoólogo Desmond Morris) mecen a sus bebés por el lado izquierdo. ¿Por qué? La razón más probable es que la madre sujeta inconscientemente a su hijo lo más cerca posible de los latidos del corazón, y por tanto del ruido que el bebé escuchaba cuando estaba en su vientre.

      Pero todo esto es pura teoría. Muy pronto descubrirá los movimientos más adecuados para su bebé: hay quien no deja de andar mientras mece dulcemente a su pequeño, quien lo tiene acurrucado contra su cuerpo y le murmura suaves palabras al oído, o incluso quien le canta una nana… En cualquier caso, los movimientos serán efectuados sin brusquedades, y sobre todo sin sacudir al bebé de forma enérgica, ya que podría resultar muy peligroso.

      Nada le impedirá buscar nuevas ideas en otros continentes… Las madres afganas, por ejemplo, no mecen siempre a sus bebés en los brazos: sentadas en el suelo, los colocan sobre sus piernas, con la cabeza reposando sobre sus pies, y luego balancean suavemente las piernas de izquierda a derecha. Por lo que respecta a las pigmeas, sujetan a sus bebés en las palmas de las manos y los mecen con pequeños movimientos de arriba abajo. Son fórmulas que se pueden tener en cuenta para variar… ¡y evitar los calambres!

      ♦ Mecer está bien, pero…

      Hay un principio básico: para ayudar a su bebé a dormir bien, este ha de aprender a conciliar el sueño solo, en su cuna. Por tanto, no hay que permitir que se acostumbre a un ritual que la mayoría de las veces puede resultar invasor (véase el capítulo 7).

      Por el contrario, si a lo largo del día siente que su bebé está ansioso o nervioso, no dude en acunarlo suavemente en sus brazos. Este dulce balanceo puede no servir para nada si usted está tenso, pues el pequeño, extremadamente receptivo al lenguaje corporal, puede percibir este nerviosismo y así resultará más difícil que se calme.

      Hacia los nueve meses de vida, algunos bebés comienzan a mecerse solos. Se sientan y se balancean de adelante hacia atrás, lo que a menudo inquieta a sus padres. Este comportamiento sin embargo no tiene ninguna importancia, si es breve y poco frecuente. En el caso contrario, merece ser tenido en cuenta, sobre todo si se acompaña de otros trastornos del comportamiento: retraimiento marcado con respecto a los demás, o lloros casi continuos, sobre todo.

      ¿Por qué necesita un objeto transicional?

      «¡No olvides su osito!». Hoy es raro que en la guardería no le reclamen ese objeto mágico que suaviza las separaciones. Muy útil en los momentos más difíciles, se trata del objeto por excelencia para proporcionar seguridad. Durante su primer año, el niño se va a aferrar a este elemento especial que chupa y aprieta contra él. ¿Para qué sirve? Para evocar a la madre ausente. De ahí la importancia que tiene para el bebé.

      El célebre pediatra y psicoanalista británico D. W. Winnicott ya habló del papel preponderante de este conocido «objeto transicional» en la vida de todo pequeño. Tanto si se trata de un peluche, un pañuelo o un fular, elementos que este especialista describe como «una parte casi inseparable del niño», se distingue bien de un simple juguete. Un bebé, aunque se sienta fascinado por un pequeño camión, raramente lo elegirá para este fin. ¡No es lo bastante suave, seguramente! Por otra parte, este tipo de objeto raramente es elegido por sus cualidades estéticas. Al cabo de los años, su aspecto no va a mejorar. ¡Sin duda, va a tener una vida dura! Restregado por la nariz, chupado, lanzado por el aire, descuartizado… Todo vale para calmar las tensiones y secar las lágrimas.

      ♦ El olor de la madre

      Este objeto favorito puede ser útil desde los primeros instantes de la vida de un bebé, sobre todo si debe ser separado de su madre. Esto puede ocurrir si se trata de un bebé prematuro, o si la madre debe ser hospitalizada sin él. El pequeño, efectivamente, necesita a su madre para establecer la conexión entre su vida antes y después del nacimiento. Por eso, el olor y la memoria olfativa están especialmente desarrollados en los recién nacidos. Por otra parte, al buscar el seno materno, unos instantes después del nacimiento, dirige sus esfuerzos tanto a calmar su apetito como a respirar su olor. En ausencia de la madre, una prenda (pañuelo, chaqueta de pijama…) impregnada de su aroma permitirá al bebé mantener este lazo y tranquilizarse.

      Más tarde, cuando la madre retome su vida laboral o se ausente, la fragancia familiar de su objeto favorito le hará imaginar que está en los brazos maternos. Este objeto, por tanto, va a ser el elemento de unión entre su madre, su casa y los lugares menos conocidos (guardería, etc.). Le permitirá afrontar los momentos de soledad y pasar con una mayor serenidad de los momentos en los que su madre está presente a aquellos en los que se ausenta.

      ♦ Una buena inversión

      Algunos niños pasan bien sin este tipo de objeto. A menudo, estos niños se han acostumbrado a chupar su pulgar o un chupete, a jugar con su mano, a respirar el olor de un dedo o de su brazo, a jugar con su pie… Todos estos rituales, que a menudo pasan desapercibidos ante los ojos de su entorno, pueden ser muy tranquilizadores para ellos. Si su bebé no tiene dificultad en separarse de usted y si se duerme fácilmente por la noche, resultará inútil imponerle un objeto para darle seguridad. Si más tarde siente la necesidad de tener uno, lo elegirá él mismo. Mientras, ¡se ahorrará los dramas en caso de pérdida o de olvido!

      Sin embargo, si no puede dormir más que en sus brazos o se muestra inconsolable cada vez que lo deja con otra persona, ¿por qué no ayudarlo a elegir? El objeto tendrá, en las primeras semanas, la importancia que usted le dé cuando lo pone en las manos de su bebé antes de la separación. Una vez que el niño, solo o con su ayuda, haya elegido el objeto que parece cumplir esta función, será importante que lo lleve siempre en los momentos que se salgan de la rutina o que puedan resultar inquietantes (en el médico, en la guardería, en el coche, para dormir…). Cuanto más circule este elemento en los momentos de ausencia y de presencia de la madre, más cumplirá su función de objeto transicional y más tranquilizador resultará para el bebé.

      Un consejo: una vez elegido el objeto, procure conseguir otro exactamente igual, con el fin de alternarlo y poderlo lavar cuando llegue a un estado crítico. Confecciónele también una pequeña etiqueta con el nombre del niño y el número de teléfono (¡los kilómetros recorridos por padres extenuados para buscar uno de estos objetos favoritos perdidos equivaldrían a varios viajes de ida y vuelta de la Tierra a la Luna!). Por lo tanto, la inversión es rentable, y más teniendo en cuenta que estará ligado al niño durante muchos años, a menudo incluso hasta la edad adulta. Pero tenga cuidado, no vaya a estar más atado a este objeto que el bebé: ¡también el niño tiene sus propios recursos, que usted ignora! Por otra parte, a veces, cuando un niño pierde su peluche favorito, es una forma de mostrar que está creciendo. ¿Por qué no aprovechar esta ocasión

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