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Velikán, de tres actos y seis escenas, ya estaba terminada. La historia se trataba de cómo un terrible gigante quería atrapar a la pequeña niña Ustinya y cómo los dos héroes ‒Sergéiev y Yegorov‒ la rescataron valientemente con un grupo de soldados. El primer acto tiene lugar en la casa de Ustinya; el segundo, en el bosque; el tercero, en el Palacio del Buen Rey. María Grigórievna quedó asombrada y le preguntó a su hijo cómo lo pudo haber hecho en tan poco tiempo. Luego vio el manuscrito. Se acercó al piano y probó tocarlo. Enseguida hizo algunas correcciones. Por ejemplo, corrigió los compases de tres cuartos que aparecían como tres cuartos y medio o los episodios escritos en diferentes páginas, entre los cuales no había correlatividad. Para gran decepción del hijo, ella había eliminado dos forte del aria del Velikan (él había puesto cuatro forte en el manuscrito original). Al chico le pareció que así el aria perdería su importancia y fuerza. Después de una ardiente discusión con lágrimas, llegaron al acuerdo de dejar los tres forte.

      La presentación de la obra tuvo un gran éxito delante de los miembros de la familia. Un día la tía Tatiana se llevó la partitura de la ópera a San Petersburgo, donde la encuadernaron en un material rojo con letras doradas. En la primera página se anunciaba: Velikán, ópera en 3 actos. Composición: Seriozhenka Prokofiev.3 La segunda presentación del Velikán fue realizada en la casa del tío de Prokofiev. Al finalizar, el tío le dijo a Sergei: «Cuando tus óperas sean interpretadas en la Ópera Imperial, no te olvides que la primera vez se hizo en mi casa».

      Sergei Prokofiev a la edad de10 años con la partitura de su ópera Velikán

      El éxito de su ópera (aún sólo entre sus familiares), inspiró a Sergei a empezar a componer otra, llamada La Isla Desierta. La trama de ésta era bastante infantil: un barco se hunde en una tormenta y los héroes son tirados por las olas a una isla desierta. La historia no se encontraba bien formulada, pero al niño le atraía mucho el hecho de poder describir la tormenta y la lluvia a través de la música. El pequeño compositor trabajó sobre ella durante un año y medio, pero no pudo hacer más que la obertura y el primer acto de tres escenas. Sin embargo, hay que mencionar que cada escena era tan larga como la ópera Velikán entera.

      Encuentro con Sergei Tanéyev

      Cuando llegaba el invierno, la familia de Prokofiev podía dejar sus obligaciones de la casa y el campo y viajar a la ciudad. El invierno de 1901 lo pasaron en la casa de Tatiana Grigórievna, la hermana de María Grigórievna. Sergei recordaba que en la casa de su tía le gustaba mucho la comida. Allí encontraba los platos más sofisticados y muy diferentes a los que estaba acostumbrado a comer en su casa de la provincia. De nuevo asistían al Teatro de Ópera. Después de San Petersburgo se fueron a Moscú, donde tuvo lugar un acontecimiento que fue muy importante para el futuro compositor. Los conocidos de su madre, los Pomerántsev, le presentaron a Sergei a un famoso compositor ruso, Sergei Tanéyev, el discípulo de Piotr Ilich Tchaikovski. Tanéyev fue sorprendido por el talento musical del niño provinciano. Anotó más tarde en su diario: «El niño tocó sus propias composiciones. Tiene un oído absoluto. Reconoce los intervalos y los acordes».

      La familia de Prokofiev estaba planeando mudarse a Moscú, pero por asuntos laborales de Sergei Alekséievich no podían realizar el traslado todos juntos. Por eso María Grigórievna y Sergei volvieron a Moscú y el 4 de febrero de 1901 se encontraron otra vez con Tanéyev, quien durante este encuentro llevó al niño a los ensayos de su Cuarta y Segunda sinfonías. Además, le enseñó cómo se escribían las partituras.

      Tanéyev era un hombre bastante exigente y rígido. Siendo un excelente contrapuntista, podía enseñar a Prokofiev muchas cosas importantes que le servirían en sus primeros pasos en la labor de compositor. Pero era una persona demasiado ocupada, ya que se lo consideraba como uno de los compositores rusos más significativos y dedicaba todo su tiempo a la composición. No podía brindarle tiempo suficiente a Sergei, que necesitaba un buen maestro de música.

      Sergei Tanéyev (1856—1915)

      Después de pensar un tiempo sobre el asunto, la elección de Tanéyev en la búsqueda de un buen profesor para Prokofiev cayó sobre uno de sus ex estudiantes de composición en el Conservatorio de Moscú – Reinhold Gliere. Gliere aceptó la propuesta y, a principios del verano de 1902, viajó a Sóntsovka.

      El joven profesor parecía tener un don especial para educar. Sus clases estaban eficazmente combinadas con las instrucciones acerca de la armonía y la composición. También sobre la forma de la obra y su orquestación. Después de las clases, Gliere no se avergonzaba de pasar algún tiempo jugando con Seriozha al croquet o al «duelo» con pistolas de madera. Comportándose de esta manera, conquistó completamente el corazón de su discípulo. Gliere había dedicado varias lecciones a explicar cómo se lograba la escritura de las canciones y cuál era su forma tradicional, para que Sergei las pudiese aplicar en sus composiciones para piano. El niño componía pequeñas canciones desde los seis años, haciendo casi una docena por año. Analizando las obras para orquesta, el profesor explicaba por qué tal melodía debía ser tocada por la flauta y no por el oboe, por qué las fanfarrias podían ser reemplazadas por las trompetas y tocar en el registro más bajo lo del corno francés. Este tipo de observaciones permitían al futuro compositor reconocer sin problemas los timbres de todos los instrumentos.

      Reinhold Gliere (1875—1956)

      El profesor y el alumno tocaban a cuatro manos las obras de Haydn, Mozart, Tchaikovski, Beethoven. Gliere inculcaba en Sergei el hábito de improvisar en el piano. El contacto directo con un compositor profesional tenía un efecto especial sobre Prokofiev. El acercamiento al conocimiento de la estructura de la orquesta hizo que despertaran en él las ganas de componer su primera sinfonía. Tenía cuatro movimientos, estaba escrita en G mayor y fue dedicada a su primer maestro. Pronto, en noviembre del 1902, su reducción para piano y la mitad de su orquestación fueron presentadas a Tanéyev. El famoso compositor, después de tocar la sinfonía a cuatro manos junto con el pequeño autor, señaló con una sonrisa a Prokofiev que la armonía de su obra era demasiado habitual y que el uso de la tónica, subdominante y dominante era demasiado común. Sergei se sintió muy ofendido. Probablemente, desde este mismo momento nació en él la idea de escribir su música de un modo «no común». Ocho años más tarde, en una ocasión, cuando Prokofiev interpretó delante de Tanéyev sus 4 Estudios para Piano, Op. 2, el compositor dijo que el contrapunto debía ser más cuidadoso, porque había «muchas notas incorrectas». En ese instante, Prokofiev le hizo recordar que unos años atrás no le había gustado el uso de la armonía «correcta». El músico se agarró la cabeza con las manos y exclamó con horror: «¡Entonces fui yo quien te llevó por este resbaloso camino!».

      En el próximo verano, en 1903, Sergei, con ayuda de Gliere, comenzó a escribir otra obra de gran escala. Esta vez la ópera estuvo basada en el texto Fiesta durante la plaga de las Pequeñas tragedias de Alexander Púshkin. La idea del compositor fue componerla con todos los atributos necesarios: la obertura y las partes vocales e instrumentales. Más tarde escribió en su Autobiografía que la obertura había resultado demasiado amplia como para una ópera de un solo acto. La tarea que había elegido era bastante ambiciosa para un compositor tan pequeño. Además, ya existía una ópera con el mismo nombre, compuesta por Cesar Cui y presentada por primera vez en Moscú en 1901. César Cui en aquel entonces era un reconocido y suficientemente experimentado compositor. Una vez, teniendo la partitura de la composición de Cui en sus manos, Sergei la observaba con ojos críticos y celosos. No quería reconocer que era mucho más madura que la suya. «No es del todo buena le decía a su mamá— te la podría tocar en el piano y te darías cuenta de que la mía es mejor». «Claro que sí ‒le contestaba amablemente María Grigórievna‒ pero no tienes que tocarla mal a propósito.»

      De

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Esta ópera, aparentemente, está perdida, aunque Israel Nestiev en su libro sobre Prokofiev muestra algunos fragmentos cortos de la composición.