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Un ejemplo ilustrativo: la cadena global de valor de Apple

      La distribución geográfica de la sede de las empresas matrices y de los lugares donde sus subsidiarias realizan las actividades productivas varía mucho en función del valor añadido que aportan a la cadena. El estudio citado distingue tres tipos de actividades: la fabricación de los componentes nucleares, la de los componentes no nucleares y las tareas de ensamblaje y empaquetado. Entre los componentes nucleares, encontramos la pantalla (que es la pieza más cara del iPhone), el disco duro, o los dispositivos ópticos. Entre las piezas que no son medulares se encuentran las que componen los mecanismos de conexión, los productos periféricos, o la batería.

      El mayor número de empresas matrices que suministran componentes nucleares tienen su sede en EE UU. Estas compañías tienen localizada su producción en numerosos países, entre ellos, Japón, Filipinas, Taiwán, China y el propio territorio estadounidense. El país del que son originarias más empresas matrices encargadas de fabricar componentes no nucleares es Japón. Una parte de la producción de las compañías japonesas se ubica en EE UU. Pero los países donde se localiza el porcentaje mayor de la actividad productiva de estas compañías son el propio Japón y China. Las empresas japonesas empezaron a deslocalizar la producción mucho más recientemente que las compañías norteamericanas o europeas. Un dato paradójico es que uno de los más importantes proveedores de Apple es la empresa coreana Samsung, su gran rival en el campo de los smartphones: business is business. La mayoría de las tareas de ensamblaje y etiquetado se realizan en China, pero no por empresas de ese país, sino, sobre todo, por dos gigantescas compañías taiwanesas: Pegatron y Foxconn.

      4.3. La repercusión de la crisis de 2007-2008 en las cadenas globales de valor

      El crack del año 200876, que tuvo su origen en EE UU, se extendió rápidamente a todo el sistema financiero mundial. A renglón seguido afectó también a la economía «real», como consecuencia de la retracción del crédito y, por tanto, de la demanda. Las cadenas globales de valor se convirtieron en regueros por los cuales la crisis en el sector manufacturero se transmitió de forma implacable de un país a otro. La disminución del consumo de smartphones en EE UU afectó directamente a las compañías que ensamblan los dispositivos en China, pero esas empresas transfirieron buena parte del peso de sus dificultades a los países suministradores de componentes, que vieron reducidos los pedidos con destino al país asiático. Los efectos negativos pueden producirse en lugares enormemente distantes que a primera vista parecen no tener relación alguna entre sí. Así, la disminución de las compras de automóviles por parte de los consumidores estadounidenses afectó al sector del caucho en Liberia, que produce la materia prima utilizada para fabricar sus neumáticos.